viernes, 26 de diciembre de 2008

De buenos e hijoputas, lobos y corderos

No importa mucho el punto de partida: La baremación de méritos nunca es igual para todos. Así, el bueno -o cordero- tendrá que hacer diez mil y el hijoputa -o lobo- mil quinientos, solamente para estar a la par. Eso sí, aderezados de comentarios condescendientes del tipo: "Pues chico, para ser tan bueno tampoco se ha portado tan bien" y "Pues mira, muy cabrón pero al final aún ha hecho algo bueno". Conclusión: Sé un hijoputa toda la vida y salpícalo de pequeños y bondadosos detalles. El cielo garantizado. Y es que el preconcepto es muy peligroso. No importa lo que hagas, sólo lo que se espere de ti. Es como el amigo cara de palo. Todo el mundo sabe que es un sota, y ya se le presupone la seriedad y el agrio. Cualquier limosna en forma de sonrisa o comentario agradable será recibido como agua de mayo, y todos supervalorarán al sujeto pensando "fíjate, con lo serio que es y hace un esfuerzo para integrarse, qué majo". Si por el contrario pero por otro lado habitual el cara de palo se comporta como de costumbre -serio- los presentes disculparán su actitud con el siempre excusante "ya sabes cómo es".
Ah pero el bueno. Éste está perdido. No tiene salvación haga lo que haga. Puede ser considerado tonto, no sólo por los ajenos sino incluso por los mismos cínicos beneficiarios -normalmente del tipo hijoputa, véase título-solamente porque al tipo bueno le gusta agradar, hacer el bien y en general pensar que el sol puede brillar más amarillo.También puede ser, pasa con frecuencia, que el bueno se canse de ser puteado y se dé cuenta de que el mundo debe estar bien como está, porque el único que quiere cambiarlo es él. Entonces el bueno sacará fuerzas de asertividad en un ramalazo de inocente perversión, normalmente muy escaso o aterradoramente desmedido, e intentará subirse al carro de la justicia saltando desde el monopatín del puteable. El bueno nunca salta bien, ni a tiempo, ni al carro adecuado. La hostia es morrocotuda, no sé si por intentar saltar cuando sólo se sabe caminar, o porque los hijoputas hacen tope en el borde para que no se agarre mientras dicen con cara de comprensiva pena "es que este carro no es para ti, bueno, tú el monopatín, niño". Supongamos ahora que el bueno carga con furia desmedida y se hace hueco, eso sí, a golpe de rabia pura. Los hijoputas se echan para atrás y piensan "hostia, tú, si éste es ni es mosquita ni está muerta, yo me aparto que recibo" y utilizan la segunda estrategia contra el bueno: La llamada al orden. "Pero hombre, bueno, nunca me lo hubiera esperado de ti, desde lugo, con todo lo que yo he hecho por tus huesos, y me lo pagas así" y demás artificios manipulatorios y chantajes emocionales. El bueno, que no tonto, pero un poco a medias entre ambos, se siente terriblemente culpable y se derrumba ante la visión sesgada del hijoputa, que se siente otra vez poderoso e intocable, mientras resopla por lo bajini pensando "uf, ha faltado poco, casi pierdo el trono". Ya todo está perdido, el bueno será mucho más servil que de costumbre y el hijoputa mucho más hijodeputa que nunca, ahora sabe que puede.
Pero claro, no todo es lo que parece. Si de repente y sin aviso un cordero se rebota y muerde, es que no era tal cordero, era lobo disfrazao. Hay muchos lobos con piel de cordero en el monte, los conocerás por la mirada perdida en bondad y timidez, pero luego verás que los ojos son torvos y llenos de furia y hambre. El lobo de oveja nunca se descubre hasta que tiene a la presa cerca, a veces ni siquiera se plantea su propio disfraz, lo lleva sabiendo que le sienta bien y que le permite aproximarse a las ovejas -dícese los buenos- y ganarse su confianza. Si el lobo puede nutrirse del cordero nunca se quitará el disfraz. ¿Para qué? Puede abusar eternamente. Pero, ay, si el cordero decide desmarcarse de su rol de inocente animalillo, entonces el lobo intentará convencerle por las buenas, luego de fracasar se quitará la capa de lana y ovino y se zampará a la pobre oveja ya en los huesos de tan exprimida. Y los pastores que vean la escena dirán "si es que el lobo es lobo, y además hijoputa, aunque vaya disfrazado de cordero; y la oveja es oveja, por mucho genio que se gaste".
Total, que si puedes ser lobo, sé lobo, pero no lobo disfrazao. Si has de ser un hijoputa, pues hijoputa, pero de frente. Y si has de ser bueno y cordero, pues selo, pero que no te coman los lobos; como mucho, que te den mordiscos. Así recordarás que el monte está lleno de lobos e hijoputas disfrazados de buenos.

8 comentarios:

  1. Nunca hubiese esperado esto de ti¡¡¡

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  2. ¡Cuántas verdades en tan pocas líneas!

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  3. Odio a los chantajistas emocionales, son lo peor.

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  4. Qué bien funcionaría todo si cada uno se preocupase de sus cosas y de no joder a los demás.

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  5. Lo mejor es ser lobo e ir de lobo.

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  6. No te conozco tanto, pero me parece que aquí estabas un poquito caliente...

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  7. Sí que es verdad que pensaba en una situación concreta, y a día de hoy he cambiado poco de manera de pensar.
    Un saludo, lobos y corderos (o pastores de rebaño)

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  8. Muy sanguínea esta entrada, pero me ha gustado lo que dices.

    Un saludo

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