Ya no hay nada que hacer. Está moribunda y ni mil doctores ni seis mil filólogos pueden rehabilitarla. Ha muerto presa de los voraces, los inquietos, los imposibles. Los jóvenes la han matado.
Tampoco es el fin del mundo. Dentro de cuarenta años a todos les parecerá vien escrivir así. No creo que le imponga una ortografía fija. La historia nos enseña que las formas se alternan durante años o siglos antes de fijarse una de ellas. Lo que está claro es que la lengua está viva y los jóvenes la modifican a su antojo. Están haciendo historia aún sin saber que la están haciendo. Mandan miles de mensajes a los programas de la tele, repartiéndose por igual las abreviaturas y las faltas. Lo único seguro es que los puntos y las comas no existen. Tampoco se te ocurra chatear con un joven. Puedes no entender nada o perderte en medio de las consonantes imposibles. Lo gracioso es que ellos lo captan todo. Está claro que me hago muy mayor.
Pero, qué le vamos a hacer. Los menores de 25 son una fuerza de la naturaleza: consiguen reunir a miles de personas en un descampado o una plaza para beber hasta el amanecer, son capaces de endiosar a un cantante de karaoke a la categoría de super estrella, o ponerse en huelga por la más suprema gilipollez que ni entienden ni nunca sabrán lo que significa (véase mayo del 68), fuman como cosacos cuando se les dice que el tabaco produce cáncer, veneran la marihuana, creen en todo pero no se convencen de nada, especialmente si se lo dice un adulto mayor de 25, se averguenzan de sí mismos pero llaman la atención todo lo que pueden, y tienen una fuerza que ni tú ni yo volveremos a rozar. Por eso matarán la lengua. Porque el futuro es suyo, aunque no lo quieran, porque la lengua es suya, aunque no sepan reproducirla, porque la vida les pertenece, aunque no hagan sino regalarla. Yo no viviré la desintegración total del idioma tal y como lo conocemos, no me queda tanta vida, pero sí veré su decadencia; del mismo modo que veré a los niños dejar de serlo y maldecir todas las cosas de las que ahora presumen. ¿Y qué es la vida sino pasarse la segunda mitad de la misma corrigiendo los errores de la primera mitad?
Tampoco es el fin del mundo. Dentro de cuarenta años a todos les parecerá vien escrivir así. No creo que le imponga una ortografía fija. La historia nos enseña que las formas se alternan durante años o siglos antes de fijarse una de ellas. Lo que está claro es que la lengua está viva y los jóvenes la modifican a su antojo. Están haciendo historia aún sin saber que la están haciendo. Mandan miles de mensajes a los programas de la tele, repartiéndose por igual las abreviaturas y las faltas. Lo único seguro es que los puntos y las comas no existen. Tampoco se te ocurra chatear con un joven. Puedes no entender nada o perderte en medio de las consonantes imposibles. Lo gracioso es que ellos lo captan todo. Está claro que me hago muy mayor.
Pero, qué le vamos a hacer. Los menores de 25 son una fuerza de la naturaleza: consiguen reunir a miles de personas en un descampado o una plaza para beber hasta el amanecer, son capaces de endiosar a un cantante de karaoke a la categoría de super estrella, o ponerse en huelga por la más suprema gilipollez que ni entienden ni nunca sabrán lo que significa (véase mayo del 68), fuman como cosacos cuando se les dice que el tabaco produce cáncer, veneran la marihuana, creen en todo pero no se convencen de nada, especialmente si se lo dice un adulto mayor de 25, se averguenzan de sí mismos pero llaman la atención todo lo que pueden, y tienen una fuerza que ni tú ni yo volveremos a rozar. Por eso matarán la lengua. Porque el futuro es suyo, aunque no lo quieran, porque la lengua es suya, aunque no sepan reproducirla, porque la vida les pertenece, aunque no hagan sino regalarla. Yo no viviré la desintegración total del idioma tal y como lo conocemos, no me queda tanta vida, pero sí veré su decadencia; del mismo modo que veré a los niños dejar de serlo y maldecir todas las cosas de las que ahora presumen. ¿Y qué es la vida sino pasarse la segunda mitad de la misma corrigiendo los errores de la primera mitad?
onbre ke no sera para tanto
ResponderEliminarBueno, hay cosas más graves en el mundo, ¿no drywater?
ResponderEliminarPues a mi me parece muy importante el saber escribir con corrección. Conocer y aplicar la ortografía es sinónimo de cultura.
ResponderEliminarMario Rodari escribe unocs cuentos muy divertidos sobre qué pasa si escribes con mala ortografía.
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