jueves, 30 de julio de 2009

Soy un malvado ladrón de chinos

Lo confieso. Cada vez que entro a un establecimiento de productos masivos al módico precio de 1, 2 ó 3 €, lo hago con la secreta intención de llevarme por lo bajini una colección de seis lápices marca Ovidio cuyas minas se rompen más que las piernas de Robben. No importa lo que sustraiga, o la calidad de mierda que tenga, lo único que deseo es robarles a los chinos del todo a cien un paquete de películas pseudoporno asiático de los años 70 o una flor con capullos que se encienden mientras suena una melodía infame.

He probado todo para no despertar sospechas. Voy duchado y borracho de colonia, con la cara más afeitada que el culito de un bebé barbilampiño, mis buenos días más convincentes y las manos muy lejos de cualquier cosa que no me interese. Nada. Por cada pasillo que avanzo, me toca la china. Me escudriña con desconfianza naciente. Y con un disimulo que sólo le falta silbar y que aparezca un yakuza tras las bolsas de basura o un ninja teletransportándose más allá de los bastoncillos de las orejas que te acaban triturando el tímpano con la punta de plástico.

Normalmente entro, pregunto la ubicación de lo que necesito, pago religiosamente y me voy. Pero hoy quería curiosear. ¿Alguna vez has dado una vuelta con una asiática? Ve a un todo a 1€ chino. Tendrás escolta. A los seis pasillos de sentirme observado como si ya me hubiera metido al bolso seis gomas de borrar y un par de bombillas de bajo consumo he decidido preguntar por lo que había venido a buscar. He procedido y me he ido. Tan ladrón como siempre. Intentando perpetrar mil crímenes a los ojos de este honorable pueblo que puede abrir sus negocios hasta las tantas en España por no sé que rollo de convenio de colaboración, que no se gastan un duro en productos ni empresas españolas, que te dan gato por liebre en sus restaurantes, y que se expanden mafiosamente por todo el mundo a basa de peluquerías sexuales, prostitución, masajes ilegales y extorsión. ¿Por qué no habré ido al Carrefour?

miércoles, 29 de julio de 2009

Athos (36-50)

36

El caldo me ha caído de perlas, y la tortilla de queso me ha asentado el estómago. Mamá dice que si mañana no se me ha pasado me llevará al médico. Si supiera lo que me ha sucedido. Soy divino. Tocado por Él. Escogido como un nuevo Mesías. Soy el hombre del destino. El elegido. Mi vida tiene por fin sentido. He encontrado lo que buscaba, soy un hombre pleno, aunque sólo tenga quince años. Tengo que contarle todo a tío Óscar y trascender este mundo. Él lo entenderá. Mamá no está preparada.


37

No puedo pegar ojo. No dejo de pensar en lo de la puerta verde. He metido la llave y se ha abierto sin dificultad. Ya no oía el tic tac del último reloj. Está claro que era el momento crítico, místico o pandémico. Abro la pesada puerta verde hasta el final. La habitación tiene un sofá viejo a un lado, suelo de parquet quemado por colillas, un viejo gramófono, cuadros apilados en una pared, una carretilla y cientos de libros sobre una mesa enorme de madera. Al frente he visto una escalera de obra que sube al piso superior. Sólo que aquí no hay más plantas. Un sonido místico ha inundado la estancia. Una luz azulada provenía de las escaleras, y una extraña neblina caía ligera sobre los peldaños. He intentado huir, presa del pánico, pero la puerta turquesa estaba cerrada tras de mí. ¿Cómo era posible? Estaba aterrorizado. Entonces he oído SU voz. Era una voz grave, profunda, tranquilizadora, celestial. Ha dicho mi nombre. Eso me ha calmado mucho. Fuera quién fuera me conocía. No es lo mismo que te acuchille un yonqui a que lo haga un compañero de escuela que te conoce y sabe las cosas buenas que has hecho en la vida, quiero decir. Le he preguntado quién era y me ha respondido que yo ya lo sabía. Antes de que pudiera hacer algo más me ha dicho que Athos no era un nombre de verdad, y que seguro que escondía algo. He respondido con cierta chulería que nunca he revelado su origen. De repente la voz se ha puesto a gritar desaforadamente. Yo estaba aterrorizado, pero no podía irme. Parecía el apocalipsis. El corazón me iba a mil por hora y me he meado encima. Luego ha dejado de chillar. La luz se hacía más intensa y la niebla más densa. Creo que iba a bajar. Me he puesto de rodillas y le he pedido que no me matase. Que quería seguir vivo. Y entonces las tripas me han fallado. Me he cagado me miedo. Él me ha calmado diciendo que no quería mi vida aún, que debía trascender la llama y comprender los enigmas divinos, el misterio de la vida, lo que hay después de la muerte, la creación del universo, los milagros y la telequinesia, los ovnis y el dilema del alma, la reencarnación y muchas cosas más. Mi temor se ha transformado en inquietud existencial. ¿Por qué era yo el elegido del Hacedor? Él me ha dicho que yo era un ser de corazón puro, y que debía prepararme para La Revelación. Entonces un libro minúsculo ha caido por las escaleras del cielo mientras la voz me ordenaba seguir sus pláticas para iniciarme. El sonido místico se ha extinguido, la niebla se ha disipado, la luz ha muerto y la voz ha dejado de escucharse. Se ha ido, y yo me he quedado ahí, meado, cagado y solo, oliendo que apesto y con un librito viejo escrito a pluma; pero eso sí, con el alma limpia y pura, y encajando mi nuevo rol dentro de la historia de la humanidad. He salido del portal místico y he cerrado con la llave, pero luego me la he quedado. Debo salvaguardar el portal como si fuera San Pedro. Y me he marchado sin saber qué nobles intenciones guarda Él para mí. Tampoco sé qué excusa le voy a poner a Silvia por haberme ido así sin dejar una nota o algo. Pero eso es secundario.


38

Puto libro de los cojones. No está escrito en español, ni en inglés, ni latín. Tampoco es griego. ¿Qué coño dirá? ¿Cómo puedo seguir la palabra de Dios si escribe tan mal? Tal vez sea como la Torre de Babel, lenguas ininteligibles y todo eso. ¿Me estará diciendo algo el Todopoderoso? Espera, aquí veo algo en la última página. Parece lápiz o algo así. Tinta no es. ¡Y pone mi nombre! Y mucho más…


[...................................................................................................]


0, 49

Sé que no debería, pero me siento el heraldo del destino, la encrucijada de los mundos, el último abanderado. Antes no sabía cuál era mi lugar en el universo, ahora me reconozco como punto geodésico de pequeñas personas que me importan como si en sí fueran razas o planetas enteros. Silvia me quiere a rabiar y todos están pendientes de mis movimientos como si fueran las piezas de un ajedrez gigante y yo el gran maestro.

A veces para crecer hay que afrontar retos más grandes. Ahora comprendo que mis miedos se debían a la falta de gravedad. Mi adversario hoy es infinito y por ello también yo me he hecho inmenso. No importa cómo, mi con qué pretexto, pero acabaré abriendo esa enigmática puerta turquesa. Necesito ciertas respuestas, y todas se aglutinan tras esas láminas de roble mal pintadas. Si la vida es una pieza teatral, allí se encuentra el backstage, el manual de instrucciones, el otro lado del túnel, el umbral entre lo divino y lo humano, entre lo tangible y lo mítico. ¿Estaré mentalmente preparado para afrontar todas las revelaciones de sopetón? ¿Deberé confiarselas a Silvia y hacerla también la elegida? ¿O sólo yo soy digno de la sabiduría eterna? La energía fluye por mis venas. Siento como mi intensidad crece por momentos. Pronto estaré preparado para desentrañar los dilemas cósmicos. Aunque tal vez el mundo no esté preparado para comprenderlos. Bah, eso es algo que ya dirimiré más tarde. De momento lo único que importa es atravesar la puerta turquesa y echar un vistazo a los borradores de Dios.


50

¿Y ese ruido? Son ellos. Han vuelto a encontrarme. ¡Soltadme! ¡Cabrones. ¡Josdeputa! ¡Soltadme! No me pasa nada. ¡Satanás! El mundo me necesita. Malnacidos. Pavos. Él me ha llamado. Tengo que liberar al mundo. Debo trascender la llama. ¡Quitadme esto, insignificantes! ¡Me pellizca el brazo la correa! Buahh, buahh, soltadme, sob, sob. Yo no estoy loco. Soltadmeeeheeh, sob, buah.

sábado, 25 de julio de 2009

Qué bien vivís los profesores

Para hablar de algo hay que conocer. Si no, uno corre el riesgo de meter la pata hasta la cadera y no poder sacarla después. La gente que dice “qué bien vives” ni ha estado en su jodida existencia en un aula, ni sabe qué es “Educación para la ciudadanía” ni sus contenidos, ni comprende por qué un 30% de los profesores de secundaria tienen depresiones. Sólo ven las vacaciones, el sueldo y el horario. Por eso voy a desmontar ciertos tópicos sobre las insignes prebendas de tan ilustre profesión. Y lo haré desde la experiencia de estar dentro y haber estado mucho tiempo fuera, conduciendo el toro, blandiendo la llave inglesa, moviendo cajas o envolviendo recuerdos.

1- Los maestros y profesores tenéis tres meses de vacaciones o más. Pues no. Para el que no lo sepa (casi todos), ni empezamos el 15 de septiembre ni acabamos el 22 de junio. Ambos meses los trabajamos completitos, a no ser que nos contraten a partir del 10, que evidentemente cobraríamos a partir de entonces. Por cierto, mientras somos interinos el verano tiene, los años pares o los impares, según el cuerpo docente, quince días menos, porque el resto del tiempo estamos opositando o estudiando para el examen. Cierto es que el resto de festivos son más amplios que para la mayoría, pero conozco mucha gente que ni trabaja en Navidad ni en SS. Hay profesiones con más vacaciones que nosotros.

2- Cobráis un pastón. Yo lo flipo aquí. Hombre, no negaré que el sueldo está bien. Ah, que queréis cifras. Vamos allá. Un profesor de secundaria o EOI puede cobrar 1800 netos así a ojo, sin trienios ni complementos directivos, y un maestro unos 1500. Esto es muy variable y yo este año nunca he cobrado la primera cifra ni de coña, pero también es cierto que me han devuelto de Hacienda. Luego pregunto por ahí y resulta que la peña está cobrando 1200, 1500… los que lo quieren decir. Los que no lo dicen no creo que sea por nómina baja. También hay mileuristas y ochocientoseuristas (yo antes era uno), pero también los hay que trabajan a comisión, que cobran dietas, médicos, altos directivos, ingenieros de caminos, deportistas de élite, políticos, frikis televisivos, inspectores, empresarios, oficiales. Gente con mucha guita. Mucha más que un profesor. Por cierto, cualquier cuerpo público de tipo A o B cobra más que nosotros, de hecho cobramos menos porque tenemos más vacaciones.

3- La jornada es de seis horas y no estáis todo el tiempo con críos. Vamos a ver. Un maestro tiene una semana laboral de 35 horas y un profesor de 30. Luego están los claustros, evaluaciones, preparación de clases, corrección de exámenes computadas en el horario para completar la jornada. Cuando yo estaba en el almacén hacía ocho horas y a casa. Ahora hago seis de instituto, dos de viaje, y tres más de preparar clases, hacer exámenes o corregirlos (este curso he corregido unas 2208 páginas de exámenes largos de cojones). Algunos días me he levantado a las seis y he llegado a casa a las diez de la noche, o sea que no me vengas con que trabajamos muy poco.

4- Es un trabajo cómodo. Ja, ja, ja. Yo siempre digo que una hora con alumnos vale como dos de cualquier otra cosa. No hay nada más estresante que trabajar con niños. Bueno, sí. Trabajar con adolescentes. El ritmo de primaria e infantil es agotador, y hay que valer para eso y tener mucha más vocación que para cualquier otra ocupación a excepción de cirujanos y cuidadoras. Secundaria es más llevable, pero los ratos malos son mil veces peores. Y eso que no me puedo quejar. Este año sólo me han llamado gilipollas y tonto. Ni me han escupido ni intentado agredir, a mi coche no le han puesto chicle ni le han echado pegamento a la cerradura de la clase, anécdotas de otros años. Respecto a si me gusta más esto que lo que hacía antes… pues a veces no. A veces quiero poner ladrillos y olvidarme de todo.

5- Pues chico, no será tan difícil. Mucho más de lo que crees. Todo español tiene un entrenador y un maestro dentro. Todos saben cómo hay que hacer las cosas, especialmente los padres, que consienten a los nenes y cuestionan a los docentes, con una mezcla de escepticismo, desprecio y envidia supina por eso de las vacaciones. Si tu hijo no te hace caso, ¿cómo esperas que me lo haga a mí? Si le sacas la cara, justificas las ausencias al centro, protestas los suspensos, ¿cómo no te va a maltratar cuando le dé la gana? Pero tú sigue dudando de mi aptitud y enmascarando tus graves deficiencias educativas.

6- Vale, pero trabajo fijo. Trabajo fijo los huevos. Cuando hayas opositado unas cuantas veces cada dos años, y además de aprobar un examen durísimo tengas una nota tan alta que te dé una plaza fija, entonces hablamos. La penúltima vez el señor Drywater necesitaba un 11 para sacar plaza, porque por ausencia de méritos no llegaba al mínimo requerido. Por cierto, este funcionariado no tiene nada que ver con los otros, que también he visto alguno por dentro (y eso sí que es vivir de puta madre).

7- Bien, pues cuando la saques a vivir del cuento. Cuando la saques, y hayas estado tres o diez años trabajando a 100 km de tu casa, entonces te mandarán a 300 km a vivir del cuento de al lado, porque el tuyo te quedará un poco lejano.

No negaré que más que un trabajo, es una vocación con inversión de futuro. Dar clase a 90 km todos los días lectivos no compensa. Aguantar mil barbaridades de veinte niños rebotados con el mundo que lo último que les interesa es el verbo TO BE tampoco. Ni tan siquiera defenderse de las injustas críticas de unos padres que como mucho se erigirán en jueces de la causa hijo-profesor, normalmente para darle la razón a un mocoso de trece años que fuma porros en el baño y se mata a pajas en su cuarto con el flamante ordenador que papá compró para que estudiara. Ni salir de una clase crítica con ganas de llorar, gritar, agredir, romperse o hacerse el hara-kiri en televisión y encontrarse que por los pasillos impera la ley del silencio, donde a cada docente le ha ido tan mal como a ti pero nadie lo dice porque está mal visto admitir que no puedes con un grupo, que no apelas a tu autoridad porque sabes que no la tienes y que el resto del día y su noche vas a estar muy rayado. Mucho. Mucho más que con una bronca del jefe o después de cuatro horas extras. Estudiar a saco para sacar una plaza de funcionario tipo A o B matándote la vida y quemándote las pestañas tampoco paga, sobre todo cuando luego sacas un 7 y te quedas como estabas: Interino y mal colocado. Llegar nuevo a un instituto y aceptar que como siempre te han dejado toda la furrufalla (primer ciclo, grupos conflictivos, horario infame) tampoco es plato de gusto, máxime cuando ves a las vacas sagradas trabajando la mitad que tú y aparentando esforzarse, y cobrando mucho más por antiguedad y otros complementos. Ni hacer muchos exámenes para que tus alumnos tengan muchas oportunidades (pues tú sabes lo que es jugarse el futuro a un único examen bianual) que por supuesto vas a corregir en tus horas libres y en tus flamantes vacaciones. Yo este curso he vivido bastante peor que en mis trabajos sin cualificación, sumando clases, cursos de formación pagados por mi fastuosa nómina, corrigiendo mucho, preparando clases, intentando hacer las cosas bien. Porque aquí, mucho más que en cualquier sitio, se pueden hacer las cosas mal o muy bien. Puedes meter mil horas o ninguna fuera del centro.
Pero cuando tenga mi plaza fija a diez minutos de mi casa, cuando las tripas ya no se me revuelvan cada vez que entro a un aula porque me haya acostumbrado a enfrentarme a 25 adolescentes capullos, cuando no tenga que estudiar cinco años seguidos para sacar un 6’2 de mierda que me deja igual, y cuando elija qué grupos voy a llevar y no tenga que sacar el tajo de otros, entonces sí podré decir, si no estoy más quemao que una cerilla rociada con gasolina, que vivo bien y que tengo tiempo libre y que el trabajo no me afecta. Mientras, si estoy aquí es porque a veces uno de quince aprende gracias a ti y otro de noventa te dice “eres el mejor profesor que he tenido” o “¿volverás al año que viene?”. ¿Acaso pensaban que escogimos el aula por vacaciones y dinero? Vuelven a equivocarse. Era por vocación.

jueves, 23 de julio de 2009

Qué bien vivís los maestros

Y los profesores más, oiga, que no veas la de vacaciones que tenemos. Y además trabajamos tres horas al día, que lo demás son huecos y chorradas. Cobramos un pastón y no tenemos jefe. Somos fijos y no damos un palo al agua. Y además tres meses de vacaciones.
Vale. Aceptamos barco como animal acuático. Vivimos de puta madre. ¿Por qué no te haces profesor? Si esto no es una VPO que las dan por sorteo o a dedo amañao. Que aquí pueden acceder todos. Requisitos: Ser español, tener una diplomatura en magisterio o una licenciatura y máster en docencia o como cojones se llame ahora, opositar y a vivir del cuento. Como yo. Aquí me tienes de lujo. Ah, pero que no tienes la ESO acabada. Pues nada, por Centro de Adultos está casi regalada: en dos años titulas. Que ya tienes la ESO y eso. Fabuloso. Bachillerato son dos añicos de nada. Además el nivel está disminuyendo más rápido que el hielo de los polos. Luego selectividad. ¿Quién no saca un mísero 4 para promediar con el 6 del bachiller? Si todo esto es muy largo para ti y tu cultura del presentismo (lo quiero todo y lo quiero ya) te impide pegarte dos o cuatro años estudiando cosas que no valen pa ná pues haces el examen de acceso a la universidad para mayores de 25 (años, no C.I.) y como parece que están de capa caída y no tienen alumnado seguro que el vicerrector te echa una manita para que entres en Jetología Aplicada con un 3’6. Bueno, pues ya semos universitarios. Ahora la carrera: Pirola, fiestecilla de Derecho, San Pepe, Fiestas del Pilar, una huelga en Marzo, NO a Bolonia y ya. En tres años ya tienes tu magisterio. O en cuatro o cinco tu licenciatura. O en ocho tu ingeniería. ¿A vivir del cuento? No. Aún tienes que hacer el Máster para profesor o las prácticas para maestro. Cachis, llevas ya en el mejor de los casos cuatro años aquí parao, sin poder vivir bien. Bueno ya. Ahora a opositar. A ver, el temario. Bah, esto no es nada. Claro que no, chaval, es sólo un tema de los 70 que te pueden salir en la oposición de secundaria. Que por supuesto no garantiza nada. Venga. Has sacado un 8’7 en la oposición. De cine, colega. Uy, no te llevas la plaza por 4 puntos. Sí, sí, como lo oyes. Para sacar plaza necesitabas un 12’6. Esto pasa por no tener méritos. ¿Que qué son los méritos? Son puntos que te dan por carreras adicionales, expediente académico, experiencia docente, cursos de formación. No te preocupes. La experiencia la cogerás trabajando. Más carreras no vas a estudiar. El expediente no va a subir (demasiados San Pepe). Los cursos son cuestión de tiempo y dinero. De aquí a dos o tres años te empezarán a llamar. Espero que aceptes 1/3 de jornada en Abejuela (en el culo del mundo turolense) o media jornada en Jaca horario diurno y nocturno trabajando cinco días. Es que si no… no te llamarán nunca. Ah, pero, ¿que ya no quieres vivir de puta madre…? Pues si ni siquiera has tenido cojones de leer hasta aquí, ¿cómo coño vas a estudiar una carrera, opositar una o hasta seis (o diez, o once = veintidós años) veces, irte a dónde nadie quiere ir, y hacerte viejo esperando el aprobado o el traslado?

viernes, 17 de julio de 2009

No aguanto a la vaca de mi mujer


Lleva jodiendo desde que nos casamos. Se lanzó a mis brazos en plan regalo estrella. Me miraba con ojos de “ya no te suelto” y se aferraba a mí con sus enormes brazos balleniles. Y no me entiendan mal, que no tengo nada contra la obesidad, pero sí contra la panfilez, la falta de comunicación y la maldita manía de estorbar.

Nunca me ha hablado, pero siempre ha estado en medio. A veces me he tropezado con sus enormes patazas y, enfadado, he llegado a pegarle algunas pataditas, lo confieso. Cuando venían visitas la escondía en la habitación para que no me avergonzara. Con los años se ha vuelto descuidada, sucia, y hasta el cola cao seco le adornaba la cara. Me consta que en los últimos años la ha montado más de un jovencito, hasta mujeres la han tenido entre sus piernas , como si quisiera ponerme a mí los mismos cuernos que ella ha llevado siempre.

Ya no puedo más. No soporto su presencia. Pero no quiero matarla. No me lo perdonarían. Debe irse. Y sé a dónde. Voy a ponerla en lo más alto. He pensado recluírla en el trastero, en el estante más elevado. Así no la veré jamás, siempre y cuando no mire al cielo del garaje.

********************************************************************

Ay, vaca, vaca. Tu hueco y el calor que me dabas lo ha ocupado un ventilador de treinta euros, y estorba mucho menos que tus pezuñas llenas de pelusas. Me caías muy gorda. Y eras muy falsa, como de cartón piedra. ¿Por qué no le regalarán joyas a mi esposa?


jueves, 16 de julio de 2009

Athos (31-35)

31

Este Miguel es subnormal profundo. ¿Pues no dice ahora que Juan está dispuesto a hablar conmigo y arreglar “nuestras diferencias”? Será imbécil. Yo no tengo nada que hablar con ese pavo. Ya no somos ni amigos ni nada. Que no venga a hacerme favores ni a perdonarme la vida. Y el otro que no se meta, que igual llueven ostias. Qué par de borderlines.


32

Qué fuerte, qué fuerte. Silvia me ha pedido ser compañeros del trabajo de lengua. Guau! Esto significa que le importo. Y además a lo mejor hay tema y todo. Ya he visto como se las gasta la Silvi… ¡Yupiiii! Pero, ¿cómo puedo ser tan cerdo? La mujer de mi vida se me pone a huevo y yo sólo pienso en taladrar. Soy un gusano inmundo y no merezco vivir. Ojalá se me cayera a trozos y se la comieran los perros callejeros. Sucio, que eres un sucio.


33

¿Lo hago o no lo hago? Parece la ocasión propicia. ¿Qué esconde la puerta verde? ¿Cuánto tardará Silvia en volver? ¿Por qué me ha dejado aquí solo, en el salón de su mansión? ¿Será verdad que tiene que llevarle las llaves a su padre al trabajo? ¿Me da tiempo de echar un vistazo? Va, que si. No. Estoy acojonao. ¿Y si vuelve y me pilla husmeando? ¿Y si mi vida ya no es la misma tras esa puerta verde turquesa? ¿Y si sólo contiene zarrios viejos y telarañas enormes, con el asco que me dan? Va, Athos, sé un hombre. Pórtate, joder, pórtate.


34

Bueno, pues ya estamos aquí. Qué frase tan estúpida. Es como cuando se cae algo y los aguelos dicen “de ahí no pasa” o “mes de Julio, calor”. Mira que hay relojes en este taller. Sólo oigo un tic tac. ¡Qué yuyu! Silvi dijo que cuando se parasen todos pasaría algo. Me está entrando un cague… Mira que hay llaves, ¿eh? Aquí, aquí dice “puerta verde”. Está claro que es ésta. Vamos allá.


35

Mamá no para de llamar a la puerta y pregunta si estoy bien. Que se vaya y me deje. Necesito digerir lo que he sentido allí arriba. Más arcadas. Buaghdgghhddd. Creo que he vomitado ya la comida de seis días. Tengo que rehacerme. Pero es que no puedo. No después de eso. Ya no soy de este mundo. ¿Estaré muerto? Buaghdgghhddd.

martes, 14 de julio de 2009

Dame tu fuerza, Pegaso

Así lanzaba su mortífero ataque el “santo” Seiya, traducido en España como “Los caballeros del zodiaco”, para evitar alimentar el ateísmo creciente con una nueva suerte de chiste manga. ¿Se imaginan a los profesores de religión preguntando cuál es el patrón de Torrollones del Mico y recibiendo San Shiryu como respuesta? Y es que Los caballeros del Zodíaco eran unos adolescentes mangantes (de manga) de esos que han nacido en Japón, pero tienen los ojos más grandes que un oso de peluche. Al parecer estos notas son como cualquier otro chico de su edad, pero tras largo y arduo entrenamiento son capaces de proyectar rayos y chuminadas varias si concentran toda su energía que es mucha. Tan poderosos son que les entregan unas armaduras retro para proteger a la diosa Atenea, reencarnada para morirse de vergüenza ante las fuerzas diabólicas que amenanzan el mundo.
En un prodigio de imaginación y fusión los autores reinventan la mitología nórdica y griega para crear un universo de superhombres. La mezclan y la enfrentan para delirio de fans y otros frikis (me incluyo).
El anime tiene un punto gore, con sangre goteante y saña, mutilaciones, pérdida de decoro y filosofía barata. No es de extrañar que en mi juventud abandonara el visionado de semejante perla preso del aburrimiento y del cansancio de nunca verla acabar.
Recuperarla ahora, casi veinte años después, aparte de amenizar mis desayunos, supone reparar en mundanos aspectos de nuestros protagonistas que antes nunca percibí. Y es que, tras cien capítulos, ya no me queda ninguna duda. Hyoga es tan gay como Shun y además están claramente enamorados, pese a los baldíos esfuerzos de Juno de conseguir apelar al lado heterosexual del caballero de Andrómeda. Basta con ver cómo la pelo verde abraza al Cisne en un desesperado intento de calentar su frígido cuerpo y devolverle a la vida tras su encierro en cristal helado. Y Hyoga es mucho más moñas de lo que aparenta. ¿Qué se puede esperar de un tío que lleva una diadema con un patito de goma en la frente y que su ataque standard es “polvo de diamantes” después de una danza ochentera digna de los Bee Gees?
Mi preferido es Shiryu, el dragón. Tiene ese toque exótico y misterioso de los orientales, la sabiduría de Confuncio y la gratitud excesiva de los pueblos honorables. Es pausado, reflexivo y buena persona, aunque a veces se pasa un pelín. Eso de saltarse los ojos para salvar a sus amigos de un enemigo superior (Algol de Perseo) que petrifica a todo quisque con el escudo de la medusa demuestra que mucha vista no tiene. Y tan pánfilo resulta el Dragón que se pasa toda la vida agradeciendo a Shunrei su gran amistad sin vislumbrar el torbellino de hormonas de la pobre china, que muere por los huesos del caballero. Hay que admitir que Shiryu tiene un pelo precioso, pero es que no se concede ni un solo “descanso del guerrero”. Y Shunrei necesita un poco de caña, que se pega toda la serie curando a Shiryu, rezando a la luna o llorando frente a la cascada de Rozan.
Seiya es el prota. Aparentemente es el menos dotado. No tiene el mejor ataque, ni la armadura más sólida, ni el mejor maestro, ni es el más listo (más bien es un poco limitado). Sin embargo, su empuje y fortaleza mental le hacen líder de los caballeros de bronce. Suelen derrotarlo unas cuatro o seis veces por combate, pero siempre se levanta y acaba venciendo, por hastío o aburrimiento, o por ser la hora del almuerzo. Pese a lo vulgar que resulta, sus sentimientos son muy nobles y a veces se pone sarcástico. Lo más extraño es que tiene un montón de chorbas loquitas por sus ojos marrones. Shaori es una diosa, y aunque un poco pavisosa, nobleza obliga. Su interés mutuo está fuera de toda duda, pero el deber está antes que el placer. Además, la nietísima se pega casi toda la serie secuestrada, con flechas mortales en el seno (de su corazón), encadenada a un pilar que se inunda o rezando al cielo para que el cambio climático (aquí llamado Odín) no derrita los polos. Si Seiya se muestra menos ambicioso podría echar unos polvazos de muerte con Shaina, mujer guerrero, aparentemente mala, con armadura de plata y muy, muy pillada por el caballo alado al que le gustaría montar. Desde luego Seiya no se aburriría con esta jaca. Luego está Marín, supuestamente su hermana, lo que rehuye toda atracción o la conmina al incesto. Pero es que ahora dicen que no eran hermanos. ¿Tú sabes la de posibilidades que abre esa revelación? ¿Cuántos niños no han deseado liarse con la maestra guapa? El sueño de Seiya hecho polvo. Finalmente, si nos olvidamos de una ligera atracción por la reina de la isla diablólica Geist, ya sólo queda Miho. Ciudadana de a pie, sencilla, pacifista, maestra de escuela y el amor natural de Pegaso. El problema es que siempre está rodeada de niños pequeños y eso agobia un poco. Además, ya parece poca cosa para Seiya, todo un caballero de bronce, santo para más señas, y en la agenda de una diosa que mantiene el mundo en paz (aunque ella no acaba de dejar en paz a Pegasito).
Ikki es un maca. Más o menos lo que todos queremos ser. Un chulo porque puede. El Risto Mejide de la serie. Cabrón y frío hasta más no poder, representa el poder infernal del lado de los buenos, algo así como si Drácula o el Motorista fantasma estuvieran en tu equipo. El caballero del Fénix es especial en muchas cosas. Es muy cinematográfico, entra siempre en escena en el último momento y a menudo salvando culos de bronce. Sus entradas parecen un homenaje a Sergio Leone y al espaghetti western. Sólo le falta escupir al suelo en plan Clint Eastwood. Además su armadura renace de sus cenizas, lo cual es muy chic. El preferido de las nenas malas.
Además de sus inolvidables santos y sus circunstancias amatorias, la serie es impagable por las técnicas de ataque adquiridas tras varios años de entrenamiento y sonrojo. Admitamoslo, “a mí la cobra”, “cadena nebular”, “soy el señor del frío”, “que la fuerza del pez torpedo sea conmigo (%&%$•”•**?)”, “que se abra otra dimensión”, “trueno del alba” o “el vuelo del fénix” no parecen tan contundentes como un buen “hijoputa”, “mecagoentusmuertos, Pegaso” o “ahí te pudras, malandrín”.
Tampoco tienen desperdicio las estrategias de combate de los caballeros de bronce. Primero palos, palos y más palos; “no vales para nada; tu fuerza cósmica es mil veces menor que la mía; tus ataques no tienen el más mínimo efecto sobre mí”; Después de levantarse cuarenta veces y el malo asombrarse otras tantas veces, el bueno empieza a inclinar el lance, y acaba venciendo con suma facilidad. Y el espectador piensa: ¿”Y este Mameluco, caballero del Camello Jorobado era tan intocable”? Y una última cuestión: ¿Por qué los maestros buenos, caballeros de oro, plata y tal, y poderosos como ellos solos nunca combaten? ¿Tendrán contrato en vigor con la Disney? ¿Los habrá fichado Florentino? Porque todo es ponerse a hablar… y se llega a un acuerdo.

sábado, 11 de julio de 2009

Zinco vezez ya que la puta bizi me deja a tomar pol culo

Y otraz ziete que no había bizicleta del Ayuntamiento de Zaragoza para devolverme a mi arrabalero deztino allende los Ebroz. Y ez que a vezez parezemoz ovejaz errantez por loz mundoz de Dioz, buzcando un trizte aparcamiento de vehículoz no motorizadoz.

Todo empezó haze algunoz añoz. Alguien ze empeñó que Zaragoza (¿zería Saragossa antez de venir al valle del Ebro algún andaluz zalao o loz dezzendientez del zorro?) tenía que zer la capital del agua y no zé qué máz. Aquí, que no llueve ni pa Dioz y que cuando el río viene crezido ze noz inunda hazta el alma. En ezta tierra, que tenemoz un dezierto monegrino tan árido que quieren rehazer Laz Vegaz en él, y dónde el zierzo aragonéz amenaza con convertir loz zecoz terruñoz zaragozanoz en otro Dust Bowl oklahomenze obligando a loz campezinoz a mudarze a una pzeudo-California en buzca de alimento y trabajo (ver “Laz uvaz de la ira”).

Mañolandia acogió la EXPO 2008 y muchaz máz cozaz. El fazzinante Ebro Buz que nunca llegó a orillaz de la ezpo, la telecabina abzurda, y cuarenta kilómetroz de carril bizi, el no va máz, zegún Don Alberto Bechoch.

Hazta aquí todoz contentoz. Me hago zozio de BIZI y cabalgo mi montura de ruedaz con la perizia de un zaltamontez y la iluzión de un niño. Y ya no zólo por plazer, oyez, también como medio de tranzporte del curro a caza. Todo eztá bien y zomos muy felizes.

Ah, pero ¡ay, amigo! ¡Qué poco dura la alegría en caza del pobre! De repente un viernez cualquiera mi estazión bizi eztá petada y me pego veinte minutoz buzcando un enganche libre por media margen izquierda. La hiztoria ze repite al viernez ziguiente y al otro y hazta un juevez. Ezto ya no eztá tan guay. Y luego eztán loz problemaz por defezto. Zi a vezez no puedo dejar la jodida bizi, en ocazionez veo muertoz. Muertoz loz aparcabiziz zin una zola máquina que llevarme al culo. Y azí, en lugar de llevar el culo a la bizi, tengo que buzcar la bizi de loz cojonez a tomar pol culo.

Finalmente eztán los faztuozoz carrilez bizi. Te llevan Ebro arriba Ebro abajo mil vezez máz rápido que el antez menzionado Ebro Buz. Pero no te llevan a ningún otro zitio. Zi acazo a La Alfranca, Cogullada o a donde Crizto perdió la alpargata, que debe zer el Mar Muerto o azí. Y claro, ¿quién no trabaja en El Puente del Milenio o el Cuarto Zinturón? Zi ya eztaba todo penzado. Zeguro que loz comerziantes del raztro cargan todo el género en la zezta de la bizi. Por zierto, ni una puta eztazión para dejar el caballo de ruedaz, cuya máxima autonomía zon doz horaz; luego te perziguen los Geoz y te llevan a la cárcel de Zuera…¡en Bizi!

Y no pretendaz ir al zentro en el vehículo ecológico ofizial de Zaragoza, porque eztaziones hay zezenta, pero camino verde o carril bizi ni un zentímetro. Y azí noz va. O te la juegaz con loz conduztorez zicópatas de la muy mortal, muy poco heróica y muy innoble ziudad automovilíztica de Zaragoza, que ziempre van a 70 km/h o máz, o invadez laz ezcazaz azeraz de la capital del Ebro en verano y zuz obraz, que parezen la M-30 de Madriz (zé que Madriz ez con “d” pero no lo he podido evitar). Loz peatonez te fulminan con la mirada, a vezez con razón. Otroz hazta intentan que te parez porque elloz tienen la prioridad y te obstaculizan zólo por joder. Claro que también hay mucho ziclizta kamikaze (yo no que zoy muy torpón y me doy con laz marquezinaz).

Luego eztá la lotería de la máquina. No ezperez una "ezpada" como la de Lanze Contador o Perico Induráin. Aquí te toca una con el manillar petao, el aziento desvenzijado, el cambio deztrozado, la luz zólo arroja zombraz, la rueda pinchada o pezo mucho, o lo mejor: todo funziona bien pero el enano brutuz de antez ha pretado tanto el tornillo que no hay dioz que lo afloje pa zubir el zillín, y te dejaz laz rodillaz y parezez un mono zubido a un triziclo de juguete.

Rezumiendo, que entre tanta bizi en mi devenir urbano y mi zobrino Jorge que zezea no puedo dejar de dezir todo con zeta. Pido mil perdonez.

miércoles, 8 de julio de 2009

Malvada Suri

- Alberto, tenemos que hablar.
- Dime, cielo.
- Verás, es que tengo que decirte algo…
- ¿Y qué es?
- Me cuesta un poco empezar…
- ¡Dilo ya, cojones, que no me como a nadie!
- Es que… snif, snif
- Que no me llores, coño. A ver qué te pasa. ¡Suri!
- Mira, Alberto, es que yo no puedo seguir así.
- ¿Así como?
- Viviendo los tres juntos.
- Pero, ¿qué pasa?
- Pues que la convivencia con tu hermano es…
- ¡Qué pasa, que da problemas o qué?
- Si es muy buen chico y apenas hace trastorno, pero es que me siento un poco falta de intimidad.
- Pero, hombre, en algún sitio tendrá que dormir…
- Con sus padres, por ejemplo.
- ¡Pero Suri, cómo va a dormir con ellos si se ha ido de casa!
- Pues que vuelva.
- ¡Surikoyama Fikeshuku! ¡Cómo va a volver si está mosqueado con ellos!
- Sólo dices mi nombre completo cuando estás enfadado.
- No estoy enfadado, estoy decepcionado.
- No sé, Alberto, igual puede también irse a casa de su otro hermano, o dormir en el almacén que tiene cama y baño. También puede hacer las paces con tus padres y volver a casa. Es que es muy cómodo irse de casa cuando vas a la casa de otro.
- Pero que es mi hermano.
- Ya, pero también puede acudir a otros, ¿no? ¿O es que sólo puede vivir aquí?
- Ya te he dicho que no aguanta a los perros de Rubén y que el barrio de sus padrinos no le cae a mano.
- ¡A mano! Pues que vaya a un hotel.
- Pero si aquí no molesta.
- No te molestará a ti, pero a mi me causa un trastorno grave, sobre todo porque sé que no tiene mucha intención de ir a otro sitio.
- Joder, me estoy quedando flipao con lo que me estás diciendo. ¿De verdad crees que tiene que irse?
- Hombre, Alberto, tú sabrás, pero ahora no tenemos intimidad ni nada. Siempre tengo que estar pendiente y ya no puedo invitar a gente a casa, porque nunca sé cuando va a estar. Si por lo menos avisara…
- Me has decepcionado, Suri.
- Que te he decepcionado…
- No me esperaba esto de ti, estoy muy dolido.
- Que tampoco se hunde el mundo. Ya se lo digo yo si a ti te da reparo.
- No sabía que fueras así en realidad. Con lo que yo he hecho por ti…
- Oye, que tampoco estoy diciendo que no vuelva más, sólo que venga a turnos si no quiere volver a su casa.
- Suri, me siento muy herido por tus palabras. Creo que ya nada volverá a ser lo mismo entre nosotros. Me has fallado.
- Vaya por Dios. Pues ya lo siento, oye.
- Estoy muy unido a mi hermano. No te creía capaz de decirme esto en serio. Ahora me vas a crear un cisma con él. Considero que no te has portado bien, con todo lo que yo he hecho por ti.
- Ya es la segunda vez que dices eso. También yo he hecho cosas por ti y no voy por ahí sacando pecho.
- Ya estamos. Como tu ganas más dinero que yo tienes que dejar bien claro quién paga la hipoteca y el coche. Qué bajuno.
- ¿Pero he hablado yo de dinero? Yo sólo digo que la vida en pareja conlleva ciertos sacrificios por las dos partes y que yo también he tenido que hacer esfuerzos igual que los has hecho tú.
- Ah, vale. O sea que vivir conmigo es una vida de sacrificios. Qué poco me decías eso cuando estabas sola en Madrid y no tenías ni puta idea de dónde dormir, cómo hacerte entender o cuándo bajarte en la parada del metro. Y allí estaba yo para ayudarte cuando nadie lo hizo. Y ahora me dices esto.
- Pero si no te estoy diciendo nada, Alberto, estás sacando las cosas de quicio.
- ¡Que no me estás diciendo nada! Primero echas a Armando de nuestra casa y luego dices que vivir conmigo es un sacrificio, y que eres tú quién trabaja y quién paga el piso. ¡Qué retorcido, Surikoyama! Ya sabía yo que nadie da nada gratis, aunque nunca me lo hubiera esperado de ti.
- Alberto, coño, que no te he dicho más que que tu hermano debería buscarse otras alternativas.
- No es cierto. Le has rechazado sin ningún miramiento, y no has dejado de recordarme que como eres tú la que trabajas, eres tú la que mandas. Pues esto no funciona así, Suri. Una pareja se basa en la confianza y la generosidad, pero me parece que me he equivocado contigo. Mis amigos tenían razón.
- Tus amigos nunca me han soportado porque trabajo de ingeniera en una multinacional y cobro dos mil quinientos euros netos. Sólo ven la nómina. No ven los siete años de licenciatura y master, ni el tener que venirme a España porque en Japón el mercado está saturado. Tampoco ven que trabajo catorce horas diarias mientras ellos se pasan siete y media en el almacén moviendo las palas del toro y tocándose los huevos lo más posible. Eso en Japón se llama puta envidia.
- Ya estamos. Todo el mundo le tiene envidia a Suri. Pobre Suri, nadie la comprende. Pobre japonesita desamparada que nadie la entiende.
- Como vuelvas a hacer un sarcasmo me cojo la puerta y me voy.
- Oh, ya se ha ofendido. Malo, malo Alberto, que estás atacando a la pobre ingenierita que ha venido de fuera.
- Mira, Alberto, esto no está pasando. Vamos a olvidarnos de esta conversación y mañana volvemos a buscar una solución para lo de Armando.
- Pues ahora no me parece bien, mira. Tú has empezado el tema y hay que acabarlo. Si quieres que Armando se vaya, pues se lo dices y ya está, pero que sepas que yo voy a dejar bien claro que es tu opinión y no la mía. Y eso sí, no vuelvas a hablarme en tu vida.
- Pero Alberto…
- No, no, no, ahora ya no quiero hablar. Me has decepcionado, Suri.
- No me digas eso.
- ¡Que no te diga eso! ¿Sabes la de cosas que no te he dicho nunca por no hacerte daño? ¿Sabes lo que he tenido que aguantar?
- A ver, qué.
- Pues mira, lo primero, nunca me ha parecido bien que llames a tus padres los jueves, que es el único día que vienes antes de las diez.
- Sabes que por el cambio horario es el momento menos intempestivo, y aún así tienen que levantarse a las seis de la mañana para coger el teléfono.
- Claro, y así soy yo el que se tiene que joder. Yo siempre soy lo último. Y además te pegas todo el día en la oficina trabajando, que parece que yo tenga la peste china.
- Como comprenderás no voy a trabajar cuando yo quiera, sino cuando haga falta.
- Sí, sí, sí, por supuesto, Suri, sólo cuando hace falta. Creo que no me quieres. Me tienes cariño, pero nada más.
- Eso no es cierto, amor.
- Sí que lo es. Cuando te conviene te pones triste y ya está. No se te puede decir nada. Eso es chantaje emocional. Manipulas mis sentimientos. “O me quieres o me deprimo”.
- Pero eso no es justo, Alberto. Yo nunca te he manipulado.
- Sí que lo haces. Continuamente. No lo dices, pero lo haces. Además has hecho muchas cosas que me han dolido pero que nunca te he dicho, pero ahora que estamos en plan sincero pues te las voy a decir.
- Hala pues.
- Pues por ejemplo nunca me ha gustado que tu hermana tenga llaves de nuestro piso.
- Eso es ridículo, Alberto. El piso está a mi nombre y al suyo, entre otras cosas, porque las dos pagamos la hipoteca. Y jamás se ha presentado sin llamar con dos o tres semanas de antelación.
- Sí, pero mira, como el piso es suyo ya puede venir si quiere y no se le puede decir que no. El que yo viva aquí no importa.
- Pues hombre, Alberto, si te hubieras dignado al menos a pagar la luz y el agua, así como detalle.
- ¿Qué? O sea que sí es por dinero. Qué sucio, Suri. Si sabes que no encuentro curro.
- Bueno es que a lo mejor no hace falta que trabajes de director financiero, por mucho que lo hicieras en la empresa de tu padre antes de quebrar. Hay otros trabajos en el mundo. Y sigues cobrando paro.
- ¿Me estás diciendo que yo llevé a la empresa a la quiebra?
- No, cielo.
- ¿Qué has dicho, japonesa?
- He dicho que no, Alberto.
- Ahora no me llores, joder, que te voy a dar un hostión al final.
- Da igual, Alberto. Le diré a mi hermana que no venga más.
- Eso ya está mejor.
- De todas formas había venido dos veces en cuatro años, tampoco era tanto.
- Para ti. Pero bien que a mi hermano hay que largarlo porque a la emperadora de Japón le molesta en su gran palacio.
- Se dice emperatriz.
- ¿Qué?
- Es emperatriz. Emperadora no existe.
- Japonesa de mierda. Puta ingeniera elitista.
- Pero si yo no…
- Que te calles. Ya no quiero hablar más de esto. Armando se quedará porque me sale a mí de los santos huevos.
- Como tú digas, cielo.
- Y no llores, coño, que pareces una loca.

*******************************************************************

(Qué equivocada estaba. Y pensar que le dije a papá que me venía a Europa porque Japón era una cultura muy machista. Pero ahora no puedo volver. Tengo que seguir sufriendo. Además, creo que le quiero de veras. Ojalá fuera como antes. Era tan dulce).

(Puta asiática trepa. En cuanto consiga curro le doy carpetazo a esta zorra. Te vas a enterar. Tenemos todo a gananciales. La mitad del piso, el BMW, el chalet, todo es mío. Si te aguanto es por no quedarme con el culo al aire. Pero cuando me contesten de Mego Consulting me largo con Marta, que lleva mucho esperándome. Y este piso será para Armando, así no tendrá que tragar como yo he tragado).

domingo, 5 de julio de 2009

Cómo escribir una poesía de amor enlatada

1- Utilizar un tema muy recurrente: el amor; o mejor, el desamor

2- Para no complicarse con rimas imposibles de casar, métrica libre.

3- El tiempo verbal adecuado es el pretérito perfecto simple o el imperfecto. Así da idea de situación irreparable sin ninguna solución.

4- Un par de metáforas para dar tono poético: cabello de trigo ondeante; ella me robó el crepúsculo

5- Te inventas alguna palabra, así como sentando cátedra: malcuraron

6- Un poco de anáfora también le da sabor a la historia: Quizá tímida, quizá compasiva Quizá temerosa de ser engullida.

7- Contrastes y tal: pasamos muchas tardes de brisa y muchas noches de fuego mañanas de resaca y sobremesas de besos.

8- Argumento. No escatimes en guión. Cuanto más enrevesado, mejor. La gente no se va a enterar si mientes o no, lo que quiere es carnaza.

9- Unos adjetivos contundentes o cultismos alevosos y ya tienes tu poesía de amor enlatada: trance, insignificancia, prendado, abrupto, imberbe, ambrosía, desgarrador


Cabello de trigo

Era alta, bella y suave

Sus ojos colmaban el mar

Y su cabello de trigo ondeante

Germinaba pasiones incontenibles.

Nada de esto atrapó mi insignificancia

Tanto como su mirada perdida

Atravesando a las personas

Como si pudiera ver más allá de ellas.

La primera vez que la miré prendado

Pareció esquivar el trance

Quizá tímida, quizá compasiva

Quizá temerosa de ser engullida.

Pasamos muchas tardes de brisa

Y muchas noches de fuego

Mañanas de resaca

Y sobremesas de besos.

Nunca adiviné qué pensaba

Cuando proyectaba el mar

Lejos hacia un horizonte abrupto

Roto, recalentado o extinto.

Al fin un día apareció sin noche

Y supe que ella no volvería

Y contemplando el rojo atardecer

Comprendí que ella me robó el crepúsculo.

Después de aquel día sin luna

El cielo volvió a oscurecerse

Y los ocasos dejaron de tener sentido

Nada de ella quedó en mí.

Muchos inviernos después

Alguien me habló de ella

Con el mismo dolor que yo cargaba,

Y la misma imberbe incredulidad.

Aquella madrugada compartimos recuerdos

Ojos de mar, tragos de ginebra y cabellos de trigo

Y aunque ambos nos hicimos grandes amigos

Nunca comprendimos a dónde miraba.

Ahora somos maduros e inconsistentes

Mi amigo y yo nunca nos repusimos de su mirada

Pero nuestras almas heridas malcuraron juntas

Hasta hoy.

Apareció por el umbral de mi vida

Los mismos ojos de inmensidad

Trigo en las trenzas

La vista perdida en mí

La belleza, madura pero entera.

Confesó incontables pecados

Vertió su mar colmado

Sobre las mejillas de ambrosía

Y me pidió perdón mil veces.

Se marchó por amor

A un pasado imposible

Y volvió hoy al reconocer

desgarrador nuestro vínculo.

Por un momento pensé en mi amigo

Abandonarlo ahora, en la madurez

Por la mujer de nuestra vida

Sería causarle la muerte.

La amistad es eterna

Generosa, y valiente

Sabía que me perdonaría

Que su sueño se haría verdad en mí.

Antes de que pudiera decir sí

Al sueño de mis últimos veinte años

Una voz rugiente y apasionada

Lo dijo por mí.

Mi amigo apareció de mi nuca

Avanzó firme, besó a la chica

Y se marchó con ella para siempre

Nunca volví a verlos.

Soy un anciano decrépito

Traicionado en el amor

Y apuñalado en la amistad

Escéptico de todo, creyente de nada,

Hasta hoy.

Mi amigo imposible ha vuelto

Arrugado, triste y abandonado

La mirada de ella seguía mirando al frente

Atravesando a mi amigo una vez más.

Siempre creyó que yo lo entendería

Cogió a mi chica y se marchó

A realizar mi sueño con ella

Y me robó la aurora.

Ha acabado su discurso tembloroso

Esperando perdón anacrónico

Buscando complicidad de comisuras

Muriendo de tedio en mi pausa.

No he dicho nada, no he arqueado el gesto

Tan sólo le he atravesado con mis ojos gastados

Como mirando más allá

Y me he vuelto buscando a otro tras de mí.



viernes, 3 de julio de 2009

Michael Jackson era realmente Peter Pan

O al menos ese enfermizo síndrome se apoderó de él cuando no pudo ser niño de pequeño y no dejó de ser infantil de mayor. El rey del pop no fue distinto al resto de mortales: ¿Quién no ha deseado alguna vez –o muchas– tener doce años, con ese esplendor atlético, esa vitalidad y descaro, una eterna sonrisa de pilluelo y una lista inconclusa de travesuras a medio tachar entre las “ya conseguidas” y las “aún no intentadas”? Tontear con ser un hombre pero seguir comportándose como crío. No asumir responsabilidades, no tomar decisiones siempre erróneas, no pagar un crudo peaje por caminar autopistas del infierno. Y jugar. Siempre jugar. Correr, chinchar, besar niñas entre la inocencia y el flirteo, volar al cielo y hacer el indio por siempre jamás (en Nunca Jamás). Y reunirse con trescientos amigos, tan inocentemente perversos como uno mismo, y hacer de cada día el sueño de una noche de verano shakespeariana, como cuando acaba el cole y tienes por delante ochenta días de diversión o más, y lo que más disfrutas no es el momento en sí, sino la sensación de que por muy lejos que mires no ves el final de las vacaciones de verano, ese paréntesis de todo que dividía los años como si fueran episodios, y que todos perdemos con más pena que cuando el polo de hielo empieza a tener regusto a madera.
Michael Jackson no era pederasta. Tan sólo era un ser incompleto que no maduró. Por eso durmió en alguna ocasión con niños, para retener su ternura e insuflarse un poco de la misma cuando la suya propia se la llevaban las obligaciones, los conciertos, las manías egomaníacas, las operaciones de estética y el mundo rugiendo en torno al monstruo Michael Jackson. Nunca debió jugar con niños ajenos como si fueran propios, pero no tengo duda alguna de que la pederastia y los impulsos sexuales nunca deformaron sus ajustados leotardos verdes. Por eso los padres de los “abusados” nunca llegaban hasta el final en los juicios, porque lo que realmente querían era vampirizar al artista aprovechando una debilidad infantiloide, perdonable en un niño, injustificada en un hombre. Un padre normal nunca cambiaría dinero por una condena al pederasta; claro que tampoco debían ser muy normales los que prestaban a sus pequeños para jugar con el inmortal Michael. Seguro que los ojos tintineaban con dólares pensando en excesivos regalos del excéntrico cantante o multimillonarias exclusivas sobre los cuadros de su salón, o denuncias por el mal gusto de su anfitrión.
Y es que el rey del rock nunca fue lo que realmente quería. Él deseaba ser niño, el héroe de todos, y recibir, en cada moonwalking el cariño incondicional del planeta entero. También quería ser blanco, y de liso pelo, estilizado, con respingona nariz y hoyuelo de Kirk Douglas. Por eso se autofinanció miles de operaciones imposibles de cirugía plástica, para ser Víctor Frankenstein y su destartalada creación de un solo bisturazo. Su ambición estética le deformó la vida, y el cuerpo, y transformó una vida de juguetes para niños mayores en defunción atípica de megalómano de Nunca Jamás. Ese parece el precio de la fama, una infancia difícil, una vida aparentemente fácil, y la obsesión de ser el mensajero de la fantasía en un mundo real que sólo cree en arrobas y dólares.
@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$@$