![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdwp9TyCGb9xzPx0d5ByFKjrEB4K0tvc8RERM5mcD2Tz3f8LYJ1RrR4dof3gQqBGPIOdJh8kn_7PErc33Cn0tRqsX1hQxWMs8KIxSFRUiaVCbMmzYicZTZgBBye-Tx4X6BXozTcFtK_c6z/s1600/cvstin.jpg)
No siempre cumplo la norma, pero
al menos cuento historias breves, anécdotas rápidas y aventuras digeribles. La
tortura acaba pronto.
Otra cosa son los brasas. Lo
primero que los delata es su afán por monopolizar la tertulia hasta remozarla
en simple conferencia. Sin ruegos ni sugerencias. No hay silencios, no hay
preguntas. El pavo se encuentra en su salsa, se regala los oídos y se gusta
como si fuera el Barça ganando 6-0. El final de la charla sólo lo marca algún
motivo de fuerza mayor: suena el timbre, sacan el postre, empieza la peli, pasa
un taxi, se topa con otra víctima, da a luz su hija…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4QS5l799Rf_lvmp1kNbyLjgaUqt1RsVnRzlGFH5SC599N-7SvKdLTPMpHaYdfo5cyYXDw7dv0AKvZqe8rS75RTs1ApdY3XdxOEGclfn29x0hCu0Sno0ezT88BATML8ZMxWKkhA4ESfsY7/s1600/bb.jpg)
El brasas es egocéntrico. Que te
escuchen es un ejercicio de generosidad. Rara vez concede ese honor a los
demás. Verbalmente hablando, convierte el oro en paja. No se da cuenta de que a
todos, en un contexto cálido, les apetece relatar sus propias guerras. La gente
que habla demasiado es sistemáticamente esquivada y temida. Su alocución aburre
y los oyentes desean que se acabe rápido la reunión. La maldita educación
protege a los tiranos del parlamento.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHmdceT6mPD-v4bFs-IZ2V90MZzwbGH3-BRIZDgK5OymynXhWIm959KDD-VpI4l9CxScR1hTsyuli4FtGyZW50XNkFsArCi7GebrGnbgP-p3BFb2SmPZKaMByby5BOkbBHEC4CZOVqnX8j/s1600/blah.jpg)
Hay soluciones para no ser un
brasas de libro. Puedes escribir en un blog todas las gilipolleces que quieras
sin daño colateral. El que quiera leerte lo hará, y el que piense que hablar de
los pesados es un rollazo, pasará de largo. Y aquí paz y después gloria. Por
eso me gusta escribir. Porque se puede cascar y cascar y soltar miles de ideas,
pensamientos, sensaciones, curiosidades, reflexiones o sentimientos sin ahogar
a nadie en el tedio. Un escritor no se ofende. Un bloguero no se entera. Un
brasas no sabrá a veces ni dónde trabajas; y tú, si has desconectado, tampoco
sabrás las notas del colegio de sus hijos o el color de sus esputos.
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jajajajajajjaa, pues en mi familia está muy bien reaprtidos, uno en cada casa y en alguna incluso dos, la verdad es que todos podemos ser algo brasas en cualquier momento ;)
ResponderEliminarJa, ja, ja!!! En todas las familias hay un brasas!!!
ResponderEliminarMuy divertido y cierto...Siempre hay uno en todas las familias, y en la mía lo hay....
ResponderEliminarUn abrazo Drywater
Jajaja,,,tienes toda la razón Dry, pero te digo una cosa, para mi no existen diferencias. Ni blogs, ni libros, ni en carne y hueso. Lo mismo que puedo dejar de leer un libro o un blog, a un pelmazo se lo digo a la cara y le dejo con la palabra en la boca. En ese aspecto hay que ser sinceros, sino, te aguantas y aguantas el rollo y terminas con un ardor de estomago terrible. ¿No te ha ocurrido a ti nunca lo del ardor? Acojonante.
ResponderEliminar!!Abrazoss Dry!!!
Una lástima, sí, pero me identifico con el post, soy un brasas...
ResponderEliminarEn mi trabajo tengo que aguantar unos cuantos brasas de estos cada día...el problema es cuando se junta la característica "brasas" con la de "sabelotodo" dando lugar al temido brasasabelotodo, un cansino inaguantable que te dan ganas de taparle la boca con un calcetín sudado.
ResponderEliminarA veces creo que los brasas tienen una imaginación más grande que la Stephen King, no puedo crear que pasen tantas cosas interesantes en su vida como para contarlas durante horas.
¡Salud y ojalá no te cruces con un brasas hoy!