Hay superficies neuronales que se
empapan rápido y bien de mensajes propagandísticos. Algunos las tienen más
grandes y otros más pequeñas, pero todos sentimos que nuestra materia gris se
moja de información que no hemos pedido y que probablemente no necesitábamos,
por mucho que después prioricemos su querencia por encima de las verdaderas
urgencias primarias o existenciales.
El cuarto poder –los medios de
comunicación– se ha corrompido hasta ser mero transmisor de los mecenas, los
que las ponen para salir en la foto. Así, del mismo modo que los bancos
subvencionan y nutren a los partidos políticos a cambio de legislación blanda
que les favorezca fiscalmente, las grandes marcas emborrachan los medios de
publicidad subliminal o descarada –ya lo mismo da que te la claven de frente
que torcida. Nos han hecho pensar que las cosas, las noticias, los videos son
gratis, pero no lo son. En el mejor de los casos, nos roban nuestro valioso
tiempo. Nadie puede ver una película sin indigestarse de una ensalada de
anuncios que no encargó. Y no pongas un video en youtube: la previa puede ser
más larga que la canción, el gol de chilena o la caída en plató. Un blog con
anunciantes se hace eterno de cargar. Un periódico no viviría ni dos días sin
el patronazgo interesado de particulares, empresas y tiendas. Una emisora sin
puritos ni cognac no sería lo mismo. Probablemente ni sería. Si ya hasta los
presentadores te saltan del gol de Ronaldo a la venta de televisores sin más
paréntesis que un plano en negro y unos rótulos diminutos que te advierten de
que te estás tragando la publicidad de telefucken, por simular un ejemplo. Y no
seas deportista de élite y lleves el coche, la moto, la camiseta, la muñequera
o los gayumbos sin anunciantes. Lo primero, no verás un duro; lo segundo, te
tomarán por loco y tus prendas parecerán de saldo y no de verdad.
Quiero acabar mi alegato
anti-propaganda con una reflexión crítica sobre los informativos televisivos.
Yo entiendo que hay que pagar al cámara, al corresponsal en Tombuctú que le va
el barro y a la novia de Iker Casillas, pero colar como información las
estrellas Michelín o el nuevo disco de Alejandro Sanz no se lo creen ni ellos.
Un nuevo best-seller o una peli de estreno no son noticias; son propaganda
barata, aunque imagino que pagada a precio de oro. El tiro de gracia
informativa me lo dio la CNN
exhibiendo juegos de videoconsolas en un telediario.
En fin, que ya sabemos todos que lo que no se conoce no existe. Mucho menos se compra. Pero con toda esta bazofia nos estamos alejando de lo verdaderamente importante. El mundo que nos enseñan por la ventana solo se orienta al Toys ‘r’ us o al Corte Inglés, a Almodóvar o Playstation. La verdad os hará libres, dicen. Por eso somos todos esclavos, porque no la echan por la tele.
En fin, que ya sabemos todos que lo que no se conoce no existe. Mucho menos se compra. Pero con toda esta bazofia nos estamos alejando de lo verdaderamente importante. El mundo que nos enseñan por la ventana solo se orienta al Toys ‘r’ us o al Corte Inglés, a Almodóvar o Playstation. La verdad os hará libres, dicen. Por eso somos todos esclavos, porque no la echan por la tele.