Tal vez sea una nueva materia a impartir en los centros educativos españoles después del vengativo mandoble pepero contra la ciudadanía, la única asignatura de la que todo bobo habla con pretensión y no conoce en absoluto. Y es que hace falta valor para tenerle ojeriza a algo sin saber qué forma tiene, cómo se expresa y qué persigue, aunque en España –un país donde se culpa a Manuel Pelegrini y se idolatra a los comparsas del Sálvame– ya no resulta extraño cometer atrocidades ideológicas sin criterio ni equilibrio alguno.
Educación para la ciudadanía era una asignatura que intentaba ahondar en las cosas verdaderamente importantes, en los valores, el
respeto, las leyes, los grandes conflictos modernos como la desigualdad, la pobreza, la violencia de género, la homofobia… al menos en la teoría, escalón que muchos no se han molestado en pisar. Sin embargo oigo acusaciones de adoctrinamiento, dictadura ética, obligatoriedad de pensamiento y otras barbaridades conceptuales.
La religión católica, opción por la que no siento animadversión alguna, pero que entiendo que debería sacarse de los centros laicos, permanece inalterable en el currículo, imperceptible a los hechos objetivos que nos hablan de un tercio de alumnado –o incluso mucho menos– que la cursan de manera voluntaria o parento-obligada. Cierto es que se la está demonizando hasta el punto de suprimir el consabido Festival de Navidad o renombrarlo a Fiesta de Fin de Trimestre, burdo y despechado ataque contra la tradición mucho más que contra la religión. ¿Es que a nadie se le ha ocurrido atacar la fiesta de Halloween? ¿Y no sería mucho más enriquecedor conocer todas las tradiciones de origen religioso que han trascendido su carácter sacro para abordar su dimensión cultural?
¿No puedo asistir a una ceremonia budista desde el respeto y la curiosidad del mismo modo que la gente se interesa por el rito balinés? ¿Esto no consiste en conocer y respetar? ¿Por qué la gente odia el cristianismo con tanta vehemencia? ¿Tanta mano les metía el cura?
Volviendo a la ciudadanía, y aceptando que el lugar de las ideologías religiosas no debería caber en las limitaciones de la educación “neutra”, me sigue pareciendo increíble que se cargue contra la asignatura por “adoctrinar”. ¿De qué estamos hablando? ¿De la discriminación social, sexual, racial y religiosa? ¿De los problemas globales, los documentos legislativos –organizaciones internacionales, derechos humanos, constitución ibérica–, el consumo responsable, la educación vial, cuidado del entorno, los medios de comunicación y su poderoso manto, o el nuevo modelo social predominante? ¿Dónde está el lavado de cerebro? ¿En la xenofobia, la homosexualidad, la pluralidad religiosa, en aprender a no correr con el coche o cruzar en verde?
¿Y no será todo esto una gilipollez más de esos padres gilipollas y estupendos que aparcan a sus hijos treinta horas semanales en la guardería de menores de edad para no tener que educarlos, pero que tampoco consienten que les den lecciones de civismo a los nenes ni a ellos mismos, que desconfían de los profesionales con un sesgo de entrenador de la vida fracasado y amateur, que sólo entienden de arrogancia y conceptos absolutos, que no conocen a sus hijos ni los quieren conocer, que hablan sin saber y temen lo que ignoran –o sea, todo?
¿Y no comprenden que la educación en valores no es una asignatura, es un vehículo de aprendizaje, común a todas las materias, heredera directa de las relaciones profesor-alumno, que los que convivimos con vuestros hijos ya les inculcamos nuestras ideologías éticas y ciudadanas en cada mirada, en cada gesto, en cada resolución de conflictos, con cada charla, cada arenga, cada pequeño detalle que nos acerca a ellos y nos aleja de vosotros?
¿No veis que ya tenemos que ser educadores de la vida, que la tutoría es la asignatura más importante, que nos jugamos su futuro en cada vez menos horas lectivas, y que vosotros, papis estupendos, hace tiempo que os picáis vuestras clases con ellos argumentando horas extra, compra semanal, pedicura, padel, madrid-barsa, plancha, escuela de idiomas, gimnasio, o mediante acceso ilimitado a Internet, x-boxes, extraescolares, equipo de futbito, whatsappes y demás biberones tecnológicos para no darles de mamar paternidad?
Para los que sí leen antes de hablar, incluyo el párrafo inicial de los criterios de evaluación de Educación para la ciudadanía para 1º, 2º y 3º de ESO en Aragón (Orden de 9 de mayo de 2007, del Currículo de ESO en Aragón). Miren si somos malvados y lavacerebros.
Criterios de evaluación Educación para la Ciudadanía (1º-3º ESO)
1. Identificar y rechazar, a partir del análisis de hechos reales o figurados, las situaciones de discriminación injusta hacia personas de diferente origen, género, ideología, religión, orientación afectivo-sexual y otras, respetando las diferencias personales y mostrando autonomía de criterio.
2. Participar en la vida del centro y del entorno y practicar el diálogo para superar los conflictos en las relaciones escolares y familiares.
3. Utilizar diferentes fuentes de información y considerar las distintas posiciones y alternativas existentes en los debates que se planteen sobre problemas y situaciones de carácter local o global.
4. Identificar los principios básicos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su evolución, distinguir situaciones de violación de los mismos y reconocer y rechazar las desigualdades de hecho y de derecho, en particular las que afectan a las mujeres.
5. Reconocer los principios democráticos y las instituciones fundamentales que establece la Constitución española y los Estatutos de Autonomía y describir la organización, funciones y forma de elección de algunos órganos de gobierno municipales, autonómicos y estatales, atendiendo también al carácter democrático de las instituciones aragonesas (Ayuntamientos, Cortes de Aragón, Gobierno de Aragón y Justicia de Aragón).
6. Identificar los principales servicios públicos que deben garantizar las administraciones, reconocerlos como un derecho ciudadano, valorar la contribución de todos en su mantenimiento y mostrar, ante situaciones de la vida cotidiana, actitudes cívicas relativas al cuidado del entorno, la seguridad vial, la protección civil y el consumo responsable.
7. Identificar algunos de los rasgos de las sociedades actuales (desigualdad, pluralidad cultural, compleja convivencia urbana, etc.) y desarrollar actitudes responsables que contribuyan a su mejora.
8. Identificar las características de la globalización y el papel que juegan en ella los medios de comunicación, reconocer las relaciones que existen entre la sociedad en la que se vive y la vida de las personas de otras partes del mundo.
9. Reconocer la existencia de conflictos y el papel que desempeñan en los mismos las organizaciones internacionales y las fuerzas de pacificación. Valorar la importancia de las leyes y la participación humanitaria para paliar las consecuencias de los conflictos.