Hace unos meses tropecé con esta
pequeña joya de la música underground, indie y surrealista, y ya he escuchado
el disco lo suficiente como para hacerle un somero radiografiado. Pero aviso,
el esqueleto de
Kosmodermia no se
parece al de otros álbumes del mercado. En éste las canciones respiran
atmósferas de sueño y uno parece estar flotando en una irrealidad hermosa que
no acaba de comprender y siente que se está perdiendo parte de su inalcanzable belleza. Vamos pues, a desglosar cada uno de sus cortes, no sin
antes avisar de que el nombre del cantante suena muy –pero que muy– bien en
inglés, por si alguna vez quiere anglosajonizárselo: /fomainder/. Poco más que
añadir sobre el pseudónimo, salvo tal vez indicar que según las malas lenguas
un día
JFL abrió un sugus de piña y
dentro ponía
fominder y de repente
vio la luz. Pero esto sólo lo dice el mentidero youtubero, no hagan del todo
caso.
Respecto a las pistas, todas
ellas beben del mismo arroyo compositivo y se nota. Kosmodermia es un álbum conceptual de los que ya no se hacen. Te
podrá gustar más o menos pero no cabe duda de que está pensado como un todo que
se retroalimenta y fagocita a sí mismo.
Finalmente el libreto está
trabajado con mimo y cuidado para ofrecer un acabado muy profesional. Las
letras se leen bien sobre coloridos fondos, a excepción hecha de un par de
líneas de
Camino en Espiral, pero
nada de lo que escandalizarse.
Los mismísimos
Barricada en su libro biográfico
ElectriKaos tenían un puñao de páginas imposibles de desencriptar
por el abuso de fondos excesivamente tintados. Volviendo a
Kosmodermia, la portada envuelve los
campos monegrinos de unos filtros galácticos la mar de futuristas, y esa
sobreexposición y derroche de color nos acompaña sin solución hasta los últimos
acordes del disco. Una currada de obra y además bien hecha.
Les aconsejo que no sigan
leyendo. Al menos, no hasta haberse hecho con los once trozos de cosmos que Fominder nos regala en su ópera prima. Y
si no entienden nada, no se preocupen. Lo importante era sentir.
01 La Imaginación
Los primeros acordes del tema
rescatan cierto sabor a ingenuidad. El sonido es limpio, divertido y propenso a
universos oníricos. La voz de Fominder
entra suave, dulce e imaginativa. La canción no decae porque los teclados
sujetan las transiciones con sólidos andamios musicales y ritmo trepidante. La
temática romántica ensambla perfectamente en el carácter del corte: escapismo,
fantasía y búsqueda de ideales alternativos al materialismo esclavizante. Un
gran comienzo para darse un atracón de originalidad, pop futurista e ideas y
conceptos derretidos en formato electrosonoro.
02 Otra Piel
Las filigranas musicales del
primer tema dan paso a un medio tiempo un tanto minimalista, con marcado
regusto acústico sin muchas pretensiones. La letra es difícil y –algo
reiterativo en todo el disco– de ambigua interpretación. Tal vez evoque el
sentido primigenio de la vida, el milagro de la concepción o la dicotomía entre
el hedonismo y la perpetuación. En todo caso, se trata de algo inconexo,
inacabado y lejano. Es aventurado sacar conclusiones de algo tan abierto y tan
abstracto a la vez. El estribillo tal vez se estire más de lo necesario, pero
sin duda acompaña adecuadamente al resto de la composición tanto en armonías
como en conceptos.
03 Camino en Espiral
Y llegamos a uno de los tesoros
del álbum. Un clásico de manual dentro de la presumible larga carrera de
Fominder. Sonidos envolventes, teclados mesmerizantes y excesos petshopboyanos
son la base rítmica para una declamación nítida, casi rapeada, en absoluta
armonía. El conjunto es redondo, por eso constituye uno de los mejores temas.
Respecto a las letras, predominan las metáforas absurdas y las imágenes
oníricas y surrealistas. Cuando uno piensa que ya ha comprendido un poco el
significado genérico de la composición, el estribillo desubicado desmonta todas
las teorías simbólicas. El autor vuelve a timarnos con ese estilo personal tan
suyo de contar todo mediante la descripción de escenas contradictorias,
extrañas, ajenas a sí mismas, como si quisiera contarnos todo y nada a la vez.
Luego pasa lo que pasa, que los críticos no decimos más que barbaridades una
tras otra. No pasa nada.
John Lennon
hacía lo mismo.
04
El Club de las Buenas Costumbres
Absolutamente embelesador, épico,
enfermizamente nostálgico, el cuarto episodio kosmodérmico es un despliegue de sensibilidad y dulzura donde todo
está en su sitio, desde las guitarras hasta la voz susurrante como un sueño
hecho eco del alma. La estampa es una vez más onírica, delirante y
entumecedora, pero contenida y anhelante. La canción rezuma inocencia perdida,
tristeza y soledad. Parece un bildungsroman en formato musical con pequeñas
pinceladas peterpanescas. Y es que, en el fondo, las preguntas que se hace el
autor son las mismas que nos reconcomen a todos en un estadio u otro, desde la
rendición pragmática hasta la ensoñación adolescente o la candidez infantil. El
sabor que deja El Club de las Buenas
Costumbres es de profunda incomprensión sobre la naturaleza humana, de
incredulidad frente al inexorable camino hacia la temida madurez, y sobre todo
de confluencia de miles de soledades compartidas en un mismo destino vital.
05 Don Alma de Muñeco
No es la primera vez que Fominder
tontea con figuras de vudú, y probablemente no sea la última. El falsete del
estribillo inicial parece engañarnos respecto a lo que nos espera. De nuevo,
las estrofas son más hermosas que los coros. Eso siempre es buena señal. Las
voces fluctúan desde el agudo inicial a un semisusurro tan sugerente como en
anteriores composiciones, contribuyendo al clima general de romanticismo
onírico, de atmósferas irreales, difusas y embriagadoras, como una resaca de
rosas. Don Alma de Muñeco parece una
búsqueda introspectiva del yo, un viaje al interior de uno mismo, un buen tema,
sin estridencias acústicas ni literarias. Simplemente belleza en formato de
ensueño.
06 Ntra. Sra. Del Perpetuo Videojuego
Canción compleja, confusa, de
curiosas estructuras sonoras, un tanto futurista y obsesiva. El teclado invade
y tiraniza con acierto el tema mientras ralentiza o acelera las letras cantadas
o rapeadas. Giros rítmicos y arquitecturas melódicas de corte tecnológico
completan la parte musical mientras Fominder
aparenta cargar contra el ocio computerizado cuando en realidad digresiona
sobre la alienación humana, la vacuidad existencial y la manipulación global a
la que nos someten diariamente los poderes fácticos. Para hacérselo mirar, pero
no el autor; Los demás.
07
La Suite del Derribo
Éste es quizá el tema más rockero
del álbum: machacón, repetitivo y contundente. El significado de la pieza, una
vez más, incomprensible. La densidad conceptual prima en cada verso y llega un
momento en que las hipótesis se multiplican exponencialmente y uno debe parar o
volverse loco en un sinfín de interpretaciones. La voz se subyuga a los
instrumentos pero cuando entra se adapta bien a los tiempos. Además se agradece
la alternancia de colores gracias a colaboraciones como la de El Dos.
08 Kosmodermia
Tema quasi-instrumental que da
título al álbum y sintetiza el espíritu del mismo con sencillez y concisión:
dibujos de guitarra y teclados fantasiosos sobre los cuales flota etérea la voz
de Fominder, un tanto robótica en
este corte, pero sin faltar en ella los rasgos distintivos que nos han ido acompañando
a lo largo de toda la aventura espacial: emotividad contenida, tono aséptico y
sugerente. No sé si el autor ha pretendido darle ese significado, pero la piel del cosmos parece ser la
traducción más acertada del término. Si es así, la intención está clara: pintar
con versos musicales un universo extraño, multicolor, al cual muchas veces no
podemos llegar a comprender, y realizar una excursión futurista por el lado más
desconocido del mundo en el que nos empeñamos en desesperar.
09
Indar
A medio camino entre la nana y la
canción de autor, Indar es sin duda
uno de los temas más flojos del disco. Los significados se esconden de nuevo en
una nebulosa borrosa de simbolismo evocador, de alegorías densas, a menudo
ininteligibles para el oyente, como si Fominder
no quisiera darse a entender demasiado. Un alma desnuda recubierta de
imágenes insondables. En todo caso, la música se crea para ser escuchada,
disfrutada y paladeada, no tiene por qué entenderse.
10 Ritmo 16
El siempre mágico corte diez de
un CD resulta en el caso de Kosmodermia
un derroche de instrumentación acertada, de juegos de sonido tecno pop
alternativo, y a su vez una sucesión de imágenes surrealistas en el mismo tono
del resto del disco. Declaraciones de intenciones, delirios de perdurabilidad,
caos existencial y angustia vital. Otra vez los momentos vocales acompañan la
melodía dotándola de mayor empaque, llenándola de contenido onírico sin salirse
de las constricciones armónicas de la composición. Brillante a veces, es sin
duda una de las mejores canciones.
11
Caleidoscopio
Por si no tuviéramos bastantes
juegos de luces, de reflejos y espejismos visuales, de atmósferas irreales
pergeñadas a golpe de tecla y susurro leve, Fominder
se despacha con un título que invita a pensar que las escenas van a acentuarse
tanto en la música como en la letra. Por el contrario, Caleidoscopio es un acústico dulce, sinfónico, donde se desnudan
muchos de los misterios anteriores, o al menos se intuyen en alusiones
mesiánicas y vínculos extraterrestres. Los significados son aquí un poco menos
crípticos y dejan un buen sabor de boca con ese estribillo coral de balada
terminal. De nuevo los instrumentos embellecen la sencillez de la melodía, y
aunque hacia el final el autor retorna a la complejidad conceptual, nos pasea
una última vez por esos paisajes imaginarios dibujados con sonidos y palabras.
Tal vez Fominder no sea el mejor
contador de historias del mundo, pero desde luego sabe crear universos
alternativos de gran plasticidad y belleza, y nos guía por ellos con la
precisión de un orfebre del sueño.