¿Se han fijado en que los domingos las personas no
existen? ¿Que, a lo sumo, las sacan a pasear a la hora del vermouth y si te he
visto no me acuerdo? ¿Y a qué se debe semejante anomalía sociológica?
Argumentos se han barajado sobre el tapete de las
explicaciones hasta marear el mazo de las respuestas. Y seguro que alguno se
guarda todavía un as de excusas en la manga. Para empezar, el domingo es el día
del Señor. Según la tradición católica, Dios trabajó seis días y el séptimo descansó.
Este ejemplo le viene muy bien al jefe cuando quiere que los empleados vengan a
currar el sábado, porque no hay dios que trabaje un domingo, pero sí la jornada
anterior. Y a ser posible sin verlas, porque “Gómez, tienes que implicarte en
la empresa”. De este modo los festivos no se currela y punto, porque lo dice
Rouco Varela y porque si no, los lunes no tendrían sentido –serían como un
martes cualquiera pero sin partido de Champions–. Es de suponer pues que los
parroquianos se pasan la fecha en el templo de la oración o en el altar del
descanso, alimentando el alma o dejándola que ronque a pierna suelta. Y tanto
peso tiene esta ley que está marcada en rojo en el calendario.
Para el que no le guste dormir o no se levante muy
católico, que sea más de Ronaldo que de Cristiano, que prefiera las internadas
de Messi a la llegada del Mesías, siempre existirá el opio del pueblo: el
fútbol. No resulta extraño patear las calles desiertas como si hubieran
electrificado el asfalto y contemplar simultáneamente a los conciudadanos atestados
en bares, entregados en cuerpo y alma al televisor donde un puñado de ninis
ejecutan arquitectura balompédica con pericia y aparente facilidad.
Efectivamente, el deporte rey ha conseguido copar el día del recogimiento y
volverlo un auténtico carrusel deportivo. Con esto arreglas las tardes. Para
las mañanas, ¿quién no tiene un hijo, nieto, sobrino, hermano o amiguito
especial que reparta leña y deportividad a partes iguales en el deporte base?
¿Y quién no ha insultado al central del equipo contrario, por muy niño que sea,
por hacerle una entrada a su Zutanito?
No crees en Dios. No te gusta el fútbol. No pasa
nada. Todavía tenemos la zorrera de la madrugada anterior. Todo el mundo sale
los sábados. O te bebes la noche o la trabajas, en cuyo caso acabará el turno y
brindarás por ello. De un modo u otro, la borrachera es lo que convierte a los
sábados en vísperas de resaca. Y ya se sabe, no hay nada mejor que hacer un
festivo que dormir la mona hasta que tu madre o esposa te comunique que se
enfría el cocido. O que llegáis tarde a misa. O que el partido del crío empezó
hace seis minutos y te espera en el coche con las medias por los tobillos y
muchos nervios.
Si no te
convence nada de lo anterior, puedes elegir irte al pueblo. Claro, si
tienes la fortuna de haber nacido en los derredores de uno. O tus padres. O los
abuelos. No importa. Los pueblos sólo existen los fines de semana. De lunes a
viernes los desmontan. A las agüelas las deshinchan y los maizales del camino
los enrollan. Total, si nadie va a pasar por ahí hasta el sábado, sabadete.
Dicen que si vas corriendo con el coche un viernes a media mañana los pillas a
todos montando el tinglado y se ven todos los andamios a medio poner.
También puedes irte el finde fuera, pero por variopintos
y misteriosos motivos, nadie vendrá. Debe ser que arrastran las carreteras
fuera de la ciudad hasta urbes tan hinchables como los pueblecitos del párrafo
anterior. Y así se llevan ellos las perras del turismo.
Pero nada de esto me parece convincente. Yo creo que
los domingos los marcianos no están echando hormigón espacial a la
Vía Láctea ni construyendo astronaves en
las cadenas de montaje interestelar, y aprovechan la coyuntura para abducir
humanos e inyectarles vacunas contra la alergia al polvo de estrellas, y para
que no se note los devuelven al lunes siguiente con una manifiesta reacción
nefasta ante la idea de madrugar y trabajar.
Pues mire usted que tengo que disentir. Yo que voy al pueblo laborables y fiestas de guardar he de decir que, entre semana, algunos figurantes se ven. Con el tractor o la cosechadora estrechando las ya de por sí enjutas carreteras.
ResponderEliminarY qué bonita es Daroca, grandes recuerdos de ella, y de Langa.
Jajajaja, todo es posible Dry, yo nunca los he pillado montando el pueblo pero alguien tiene que hacerlo. Para mi los domingos rara vez empiezan antes de las 12 de la mañana, creo que antes simplemente no existe ni la vida, alguien debe darle al stand by.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy buena esta entrada, hoy necesitaba reír con ganas, entre otras cosas porque es domingo, y lo he conseguido leyéndote Drywater...No me gustan los domingos, pero intento aprovecharlos.
ResponderEliminarUn abrazo