![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFl4W5OBnsfdEu2tMGGCyDM2mojnjUh3RNGMHlHyKEk6jeGMpHc41Kk0YRMKRnxA7w6qSfmQTntyh0GqVMdoysysWbSok4sFZyd3FCqoIyc363ddlqvzkr6pK0A0_d1lBEYJIfFpfXzywW/s1600/fffex.jpg)
El yogur en cuestión, que me he
documentado, es leche sin fermento, ni cuajo, ni concentrado, ni condensación o
deshidratación. Vamos, leche sólida para los que no la toman líquida, y pensada
además para los niños que se amorran antes a la coca-cola que al grifo de la
vaca.
Parece ser que la campaña se
lanzó con un más inocuo “La leche que se come”. Que también tiene lo suyo, lo
sé, y que cualquiera que desee desbarrar con la frasecita lo tiene a huevo.
Pero no contentos con eso, o esperando petarlo, se han decidido por algo mucho
más categórico.
Tal vez no en la dirección que quisieran las madres, pero desde
luego de un indudable valor de escandalización.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiE-AyIU85XdgyeZwZAJk6eVJw6IC55FgdyDe5wCKaSUExs7qTLV1cAxk0jdolgVbxbQPc5Rt-4nEgJd9LqKeh2qCGarNIUEk-WMnX_kfC9hjGeg5ztXHT3lEiGOEl93cP5TmYT3lPOlCqz/s1600/cvcvcv.jpg)
La maniobra publicitaria,
obviamente, resulta irrebatible. Se ciñe al valor literal dándole un extra de
mala uva al sentido figurado con la evocación a elementos irremediablemente
pornográficos. Una de las metáforas más evidentes del universo erótico es la
identificación de los fuegos artificiales con el lácteo universal. Y los
imperativos le añaden un punto de perversión meridianamente asociado a las
variantes de dominación y sumisión. No cabe duda que la orden es de una
contundencia sexual tremenda, y por mucho que queramos revestirla de inocente,
no hay persona mayor de doce años –perdón, quise decir diez– que no la asocie a
las alternativas eclosionantes de un buen trabajo de felación.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJuOErizV4n707sHHxGx7LGe6_DvGEN052fqDOWc_SbKOkgmjdYNAYV8ensU76XgO48UdI0xNJeFHYNlM_4WauMNJYzBFl5NJXmSpzLRGFQX_ZHaNjq7HG3NEuASnqCxtlm57nAoHNou3y/s1600/acll.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXrsTrY39PXEG28M64G0I70MAo6XAMowd3c3ES_rMxDrus1NWswR1Y4sHm918Z-USKo-PGz5sLtas68SEwCzRJYp5tusOCZeDFtHhUQHxe0xNKzOaXs1nCdlKIvW4isIuix2GBvRbQQALS/s1600/gg.jpg)
Yo de niño no le encontraría la
vuelta a Pascual ni de lejos, pero en las últimas décadas la sociedad se ha
pervertido exponencialmente; la infancia se ha recortado drásticamente; y la
adolescencia se ha adelantado peligrosamente. Por eso los dibujos animados son
cada vez más anoréxicos, las niñas más curvilíneas y los niños más cachas. Por
eso los nuevos pitufos parecen hombres viejos y no bebotes regordetes. La
inocencia se ha hecho adolescente y no hay quien la soporte –ni siquiera se
aguanta a sí misma.
No puedo estar más de acuerdo...Ahora los ciclos vitales se adelantan y realmente no sé porqué tanta prisa, cada edad tiene lo suyo pero desde luego con la dinámica actual las cosas ya no son lo que eran. Y la cuestión es que al final, el que llegue a viejo va a desear igualmente irse cuanto antes, así que por lo menos nos quedan textos como el tuyo para divertirnos irónica y plácidamente, y eso ya es bastante.
ResponderEliminarUn abrazo
No había pensado en lo de los pitufos pero es cierto, parecen chulitos de gimnasio.
ResponderEliminarTodos los días veo niños que ni me llegan a la cintura y ya van con sus smartphones última generación y niñas pintadas y maquilladas hasta la médula. Parece que hay demasiada prisa por crecer, la infancia está pasando a ser algo efímero.
Abrazos.
Jope Dry....empiezas metiéndote con el anuncio de Pascual y acabas metiéndote con los Pitufos...menudo caracter más crítico el tuyo.
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