En los últimos tiempos hemos
asistido atónitos a la desintegración de los valores, o más concretamente, a la
repriorización de los mismos. Y en un mundo acelerado y en constante evolución,
caerse del monopatín vital es un resbalón inevitable a veces. Tropezar es parte
del desarrollo madurativo de las personas. Fracasar es hacer más meritorio el
triunfo venidero, un ritual obligado hacia la victoria. Pero heme aquí que
algunos no quieren darse la hostia, y prefieren llegar sin derramar una gota de
sudor. ¿Para qué competir en igualdad de condiciones si hay un truco que hará
más próxima la victoria?
Estos tipos, largos como ellos
solos aunque no lo parezcan –he ahí el secreto–, parasitan en todos los
estratos de la humanosfera. En la sociedad se llaman políticos. ¿Para qué ganar
mil de manera honesta si puede meterse la mano a la saca, que para eso la
maneja uno, y llevarse tres mil? ¿Qué se puede perder, el honor? Pues ya ves
tú. Mientras no toquen la cartera, las prebendas y los ceros… Pero todo puede
arreglarse: se puede untar también a los que vigilan. Si hay para todos. Bueno,
para algunos. Alguien tendrá que ponerlas honestamente. Para eso existe la
cleptocracia. ¿Para qué instaurar la endogamia delictiva habiendo gilipollas
con ideales?
En todo caso, veníamos aquí para
valorar a otro tipo de faustos. Pasar por el aro lo hacen muchos. Los músicos
cercenan sus melodías a golpe de talonario. Los escritores mutilan las letras
que exige la editorial. Los niños adoran a los Reyes Magos. Los futbolistas
juegan mejor con el cheque que con el pie. Hasta aquí todo es entendible. El
idealismo no paga facturas.
El problema está cuando se vende
el alma al diablo. Porque se puede renunciar a unos ideales más o menos
imberbes –de hecho, casi siempre se debe hacer–, pero el honor es
irrenunciable. La honorabilidad, esa tonta y sobrevalorada cualidad que nos
dice que hay fronteras que no se pueden cruzar por motivos éticos. Esos límites
se traspasan cuando se buscan justificaciones, se ocultan movimientos, se
disfrazan motivos. Cada uno lo hace a su nivel: los hombres se acuestan con
mujeres que no son suyas, los artistas plagian, los niños copian, las marujas
echan un paraguayo de más después de haber pesado la fruta y los jetas se
cuelan en la fila. Los deportistas amañan o se dopan. Y aquí queríamos llegar.
Recientemente se han atribuido
severos casos de dopaje a antiguos ciclistas de élite. La mayoría vencedores de
algo, abusones del Tour, buitres del sprint, motoristas de la montaña. El mal
resulta ya tan generalizado que ni sorprende; en todo caso, desilusiona. A día
de hoy no sé quién ganó el tour del 2003 ni los adyacentes. Conocí a un
potencial ciclista con futuro el cual argumentaba que no iba a hacerse
profesional porque todos se dopaban y sin sustancias no podía entrar en el
círculo. Sin duda jugaría en otra liga. Era un “desustanciado”.
Los tramposos en el ciclismo
profesional son multitud. Una vergüenza, sí. Y una decepción. Supongo que ahora
habrá que aplaudir al que se dope mejor sin que se le salga el corazón por la
boca. Literalmente hablaba, se entiende. No sé qué lleva a un hombre a vender
su alma. Imagino que rula mucha pasta en la élite, pero sólo si se gana. El
triunfo es demasiado goloso. Demasiados flashes, demasiados ceros, demasiadas
gargantas gritando que eres dios. Demasiado tentador. En todo caso, para hacer
trampas hay que valer. Escupir prejuicios y olvidarse del honor. Da igual que
uno sepa que es un fraude. Lo que importa es que no lo sepan los demás. Y
engañar hasta creerse las propias mentiras.
Muy bueno y oportuno post Dry. Cada día veo que nos quedamos mas solos los que todavía no hemos caído en este mundo retorcido. Políticos que son ladrones, la mayoría. Deportistas tramposos. Alimentos adulterados. Ya nada es limpio.
ResponderEliminarMira, un medico deportivo me dijo no hace mucho, en una entrevista, que ningún cuerpo humano aguanta día tras día el perfil del Tour. Y un ciclista de un equipo de aquí, de Euskadi y que tiende a desaparecer, me dijo que si tuvieran que correr sin "ayuda", el perfil del Tour daría risa. O sea ya ves, este es nuestro mundo Dry, un poquito mierda, no te parece?
Pero nosotros seguiremos aquí Dry, escribiendo sin doparnos, bueno, yo tengo aquí un vino rioja. Espero que no este en la lista negra.
Un abrazo txapeldún!!
Quiero denunciar a Arkaitz. Se dopa con vino Rioja para escribir. Es un delito doble. Seguro que es sustancia prohibida. Además no es autóctona.
EliminarNo me invento nada. Lo pone arriba.
Pienso como Arkaitz, tu post es oportuno y como siempre mordaz, auténtico y cierto.
ResponderEliminarUn abrazo Drywater
¿Alma? ¿Qué es eso?
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