¿Cuál es el mejor invento de la
humanidad? ¿El mando a distancia, la escoba, el GPS, el matasuegras, los Todo a
100 chinos, el tigretón, el whatsapp, la cinta aislante, el dolor de cabeza, la
faja reductora, la olla a presión, el plástico…?
Tamaña pregunta no augura una
respuesta fácil. Podríamos despojarnos de todo accesorio y valorar cuál
ausencia duele más. Personalmente me quedaría con el agua corriente. Siempre me
ha parecido fascinante que moviendo una palanca un océano de posibilidades hidratase
tu vida, regulando además, por el mismo precio, caudal y temperatura sin
derramar una gota fuera de su órgano de gestión residual.
Para los que no lo tengan tan
claro, y no les conquiste ninguna de las opciones del primer párrafo, siempre se
puede apostar sobre seguro en los últimos avances. La postmodernidad nos ha
traído cambios tremendamente sustanciales. Hablo de la revolución digital.
Piensen en todo tipo de material mutado mágicamente de lo físico a lo etéreo. Las
fotos, por ejemplo, eran un cartucho de 36 oportunidades para inmortalizar unas
vacaciones a precio de oro. Y la mitad de las veces resultaban movidas,
desenfocadas, oscuras, con huellas o contraluces. Llegó la cámara digital y el
vicio de inmortalizar escenas, retratos y paisajes se hizo compulsivo.
La música reventó también con el
nuevo formato. Se acabaron los cassettes, vinilos y CD’s. Ahora todo se
emepetriza y se almacena en ligeros dispositivos de audio, gigabíticas
computadoras y bolsillescos pen-drives. Las canciones se buitrean de Internet y
se comparten en emule, que es como una gigantesca orgía para archivos
liberales.
La del video es otra guerra
ganada por la digitalización. Los DVD’s parecen resistir el tirón, pero cuando
menos comparten escenario con los avis facilones y los mpgs ventajistas. El
mismo pen-drive o el disco duro han borrado de la faz de la tierra el soporte
físico, y los discos duros extraíbles sólo han agravado el problema. Ahora los
CD’s son a menudo posavasos o ahuyentamoscas.
Con todo, la revolución digital
más impactante y a la vez menos reconocida ha sido la textual. Hasta hace poco
los documentos escritos se fotocopiaban o redactaban sobre rudimentarias
máquinas de escribir, imposibilitando la edición, corrección, marginación,
tipología y manipulación de lo ya concebido. Hoy escribes con faltas y te las
marcan automáticamente. Si tienes el nivel de horterización necesario, puedes
poner la letra de Mickey Mouse y adjuntar imágenes vomitivas. El ordenador
todavía no censura.
Pero todo tiene un límite, y en
la comunicación lo hemos superado. Bien está que uno llame por móvil, se
oriente con GPS y cambie la biblioteca por el Google, pero la dependencia
digital se ha hecho tan acusada como innecesaria. Adictos al whatsapp me han
confesado que se pegan el día entero dándole a la tecla, y no es raro estar con
alguien que no está, cuyos cinco sentidos y diez dedos se han marchado a miles
de metros físicos, y a escasos segundos digitales. A mí, que me perdonen todos
los colgaos del android, pero un contacto digital nunca será mejor que uno
físico, salvo entre las piernas, donde viene a ser muy parecido.
Muy bien traído el final, je,je!
ResponderEliminarYo, sin duda, de todos los inventos que has mencionado,me quedo con el Tigretón, y si le pudieras poner un Bucanero y un Pantera Rosa, que desaparezcan todos los ordenadores. Aún recuerdo cuando en estos pastelitos regalaban diapositivas de monumentos del mundo. Daría una oreja por la del Taj Mahal.
ResponderEliminar¡El salmón ahumado! jajaj, y sí, la virtualidad y su relación con la realidad es complicada, que le pregunten a un tal Alonso Quijano ;) pero creo que el esp´ritu humano sabrá resistir..al menos las acometidas de Mickey Mouse...jejej, muy buen final
ResponderEliminarUn abrazo :)
Einstein fue el que dijo que “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de perdidos/desconectados”.
ResponderEliminarO eso he leído en internet (que ironía) y si no lo dijo Einstein, creo que debería haberlo dicho porque ha llegado ese momento en que la tecnología ha sobrepasado nuestra humanidad. Eso de estar tomando café con alguien y que ni te mire a la cara por el puto móvil... Me saca de mis casillas.
Abrazos.