sábado, 17 de diciembre de 2011

La ira y la pinza

Hay gente que, bien por exceso, bien por defecto, no sabe enfadarse. Algunos no se sienten capaces de enojarse. Son seres huidizos frente al conflicto, incómodos con el no, derrotados antes que asertivos. Estas personas son a menudo pisadas porque prefieren sufrir en silencio a enfrentarse a un semejante. Padecen menos trabajando el doble que exigiendo al otro que haga su parte. La justicia no les compensa.
Luego están los contrarios. Los que no canalizan sus enfados; los que elevan cada pequeña rencilla a categoría de apuñalamiento familiar, espaldero y trasero; los que sacan en una disputa liviana los trapos sucios de años y años de desgaste y rencores; esos a los que ni el corazón les deja perdonar ni la memoria olvidar. Son personas apasionadas, directas, esclavas de sus impulsos y verdugos de sus palabras. Para ellos la ira todo lo puede, y en muchas ocasiones se les va la pinza, con o sin retorno a la cordura.
Es peligroso decir mucho más de lo que uno quería. Y la resta es exacta: todo aquello de lo te arrepientes tras el calentón es lo que sobraba. Y ya se sabe que una buena lengua desatada e incandescente es el más afilado de los cuchillos. ¡Cuántas cosas callaríamos si pudiéramos contenernos!
Un ser querido me enseñó una vez a discernir ira momentánea de odio irracional. Desde entonces es raro que diga más de lo que quiera decir, incluso a veces soy capaz de mostrar “ira optimista”. Porque es así. Que esté enfadadísimo contigo no significa que no te quiera, ni que desee tu muerte, ni que tu mal me hará feliz, porque ninguna de esas afirmaciones serían ciertas en condiciones normales. Y pasados diez minutos o dos días vas a volver a ser tan especial como antes. Es doloroso hacer un daño del que luego nos vamos a arrepentir los dos. Antes de hablar es mejor fumarse un porro de equilibrio, un cubata de coherencia y una pastilla de templanza: el colocón es de paz y amor en la primavera hippie.
En cualquier caso, que se te vaya la pinza verbalmente es algo que a todos nos ha sucedido alguna vez. Ya lo grave es cuando se te va físicamente. Cuando pasas del “ojalá te mueras” al “voy a hacer todo lo posible para que mueras”. Y aquí entramos en el desolador mundo de la violencia carnal en todas sus acepciones, desde la agresividad gestual hasta la tortura, agresión u homicidio. Esto ya no es que se te crucen los cables. Esto es una conducta penal, psicópata o esquizofrénica; una ráfaga de maldad estructural, un demonio empuñando el cuchillo por ti, una salvajada emocional. Hay una gran diferencia entre matar a alguien en un arrebato de violencia o hacerlo de modo (pre)meditado. Sin embargo, el resultado es igual de negativo. Al muerto poco le puede importar si eras un hijodeputa integral o es que te olvidaste la medicación. Las lágrimas poco entienden de salud mental o perversidad subyacente. Ambos casos responden a un fracaso de la magnífica sociedad de bienestar en la que dicen que vivimos –y morimos.

9 comentarios:

  1. ummmmm... Esto es para darle vueltas a la cabeza...
    Como te servimos tus MAS MEJORES niños de inspiración,¿no, Dry? ;)

    Un beso puerta de enfrente ^^

    PD: ¿“voy a hacer todo lo posible para que mueras”? No, solo lo suficiente para que te pidas la baja por depresión ajajajjaajajaja( No has hablado del dolor que causa el ataque psicológico...es lo que más duele a largo plazo, la verdad)

    ResponderEliminar
  2. Pero... ¿Y lo bien que se queda uno a veces?

    ResponderEliminar
  3. sir Dw, sé de buena tinta lo que narras.
    Creo que sobra un ''me siento identificada con la mayoría de lo que dices'' ( tranquilo, de momento no he matado a nadie, y... tampoco tengo intención)

    Un abrazo ,guante de seda y sometimes knife.

    pd, creo que no estaría de más buscarme reductor de ira... buscaré en la teletienda.

    ResponderEliminar
  4. Moody, no seas mala que tú no eres así. Déjale el papel a BN.
    Corpi, uno se queda bien con la descarga de ira. La ida de la pinza es desmedido, ¿no?
    Blanco, la parte violenta no hablaba de ti. La primera sí. Te he usado para cortar mi sequía creativa.
    Reductor de ira en la puerta de enfrente.

    ResponderEliminar
  5. Ya cantaba Amaral eso de "a veces te mataria y otras en cambio te quiero comer", que no dejan de ser momentos de "ida de pinza" más o menos contralada.

    Pensar (bien) lo que uno dice antes de que le salga por la boca es d elo más difícil que hay.

    Por eso escribir está tan bien ;)

    ResponderEliminar
  6. "Algunos no se sienten capaces de enojarse. Son seres huidizos frente al conflicto, incómodos con el no, derrotados antes que asertivos. Estas personas son a menudo pisadas porque prefieren sufrir en silencio a enfrentarse a un semejante. Padecen menos trabajando el doble que exigiendo al otro que haga su parte." , ¿ah, no?

    ResponderEliminar
  7. Sí, creo que es correcto. Antes, solía ser más irracional. Con el tiempo aprendes a diferenciar lo que uno es de lo que uno, a veces hace, porque somos imperfectos. Y luego está el hundimiento del valor de la vida humana, aunque quizá sea todo lo contrario, y por ello nos sentimos espantados ante los crímenes, mucho más que antes. En fin, es un tema para dejar reposar las ideas, y acabo de leer la entrada...jejeje.

    Un saludo :)

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  9. No sé, Alcorze. Todos metemos la pata al hablar. Yo lo hago con frecuencia, pero procuro no hablar ligeramente con ira.
    Lo siento, Moody, tú no eres de esos. Si lo fueras, no cuestionarías si se sufre menos tragando que enfadándose. Pero si te sientes identificada, y no te compensa ser pisada... ¡enójate! BN da clases a buen precio.
    Explorador, yo también creo que la experiencia da poso y cierto control sobre las propias palabras.

    ResponderEliminar