Escuché hace poco que los hombres se dividían
en tan curiosa dicotomía: o perdían el culo por un buen par de senos o se les
salía el pecho del alma ante un trasero de escándalo.
Pues faltaría más, que además de posicionarnos
ante café o té, Madrid o Barça, Beatles o Stones, encima o debajo, dulce o
salado, playa o montaña y baño o ducha, entre muchas otras cruciales e
infinitas cuestiones, de repente tuviéramos que decantarnos por las curvas más
prohibidas del universo femenino de modo tan definitivo.
Las tetas son tetas. En ellas se esconden
tantas formas y estados de ánimo como en cualquier análisis de personalidad.
Las hay grandes, diminutas, desproporcionadas, de galleta, de pera, de bombón, siliconadas,
estropeadas a golpe de tatuaje, recauchutadas, albinas, estriadas, rebosantes
de lactancia, rugosas, simpáticas, bizcas, necesitadas, engreídas, manidas, sin
estrenar, puntiagudas, morenas, turgentes, empitonadas, aburridas, increíbles,
gran reserva, decepcionantes, pretenciosas y vintage, entre otras. Créanme que
hay muchas. Casi me atrevería a decir, a riesgo de exagerar, que tantas como
mujeres.
Las mamas son tanto como sugieren. Un buen
escote es a buen seguro un pasaporte barra libre a la imaginación del
espectador. Un canalillo representa el umbral entre el erotismo y los dos
rombos, entre lo escondido y lo explícito, entre el sueño y la realidad.
Desde siempre se han usado los pechos por su
fuerza persuasiva. Los varones los han resaltado en sus musas más o menos artísticas;
las mujeres los han revestido de intenciones diversas, desde las más
narcisistas a las más cárnicas, sabiendo que apostaban a caballo ganador frente
a hombres, si bien aglutinarían de un plumazo toda la inquina femenina.
Los culos son culos. Comparten escote con los
senos, pero en este caso se dice “enseñar la hucha”. Aquí ya no vale el “cuanto
más grande, mejor”, porque se pasa del morbo al mórbido rápidamente. No todos
los traseros son iguales pero tampoco se llevan de la misma forma. Algunas lo pasean
como si sacaran al perro; otras lo oscilan cual péndulo; las latinas lo tensan
sobre elásticos dos tallas menores; las pudorosas lo pierden en pantalones
gigantes. En general, cumple la misma función estética que sus primas las
gemelas, pero su simbolismo fronterizo es todavía mucho más profundo. Su
ambigüedad es considerable, y lo mismo se emplea por sus cualidades sensuales que
por las disuasorias para misiones de muy diversa índole.
Los glúteos siempre vencerán en algo a los
pechos: en postura no forzada, un buen culo se deja ver sin ser visto. Pero esa
misma fortaleza es a su vez su debilidad: las tetas se revelan acompañadas de
rostros más o menos afortunados en el mismo plano. Quizá no puedan ser
observadas con la misma furtividad, pero el global es siempre más agradecido
que un trasero anónimo, a no ser que la dueña del pertrecho mire hacia atrás.
Acabo mi digresión sobre la segunda y la
tercera base, o lo que coño sea, que nunca me han gustado las películas
americanas de pérdida de virginidad estudiantil, apuntando que algo malo
debemos tener en la cabeza para asociar algo tan hermoso como un cuerpo desnudo
a algo tan sucio y ruin como la indecencia y la falta de decoro. Tal vez el que
inventó el pudor metió la pata hasta el fondo. Tal vez el sexo debería
enseñarse con la misma sencillez que todo lo demás, sin dramas ni impostaciones
excesivas. Pero eso, amigos, es otra historia.
Es natural la desnudez, el sexo, la sexualidad, la muerte....Son cosas naturales y la cultura las ha convertido en tabúes por no sé qué principios!...Te diré algo, jamás he ido a un espectáculo de boys, prefiero el espéctaculo del cuerpo desnudo de la mujer, es mucho más bello...Nuestras curvas en forma de tetas o culos nos dan ese toque de sensualidad que para mi gusto jamás lo dará un hombre desnudo, por muy bien formado que esté...¿Sabes? es eso que os cuelga y que hacen llamar pene lo que os afea, para mi gusto, la desnudez masculina no es tan estética ni bella...Conste que también hay mujeres y mujeres, y conste también que soy heterosexual y que sólo descarto el falo masculino como icono de belleza....
ResponderEliminarUn abrazo, me ha gustado tu entrada.
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