Soy un hedonista de la psique bajo los efectos de las sustancias y sus
revelaciones oníricas y alucinatorias. Vivo en un mundo que trasciende las
convenciones de éste.
Curioso mundo el
mío. No acaba de amanecer que los muchachos surgen como boletus de los más
insospechados rincones de la orografía urbana. Visten sus trapitos con
presunción, fuman más hacia fuera que hacia dentro, y completan sus extraños
rituales con bolsas de supermercado repletas de cristal y grados de alcohol.
Pueden estar todo el día emborrachando césped y granito en cualquier esquina
acogedora para la reunión, pero en cuanto el sol se estira, naranjea y filtra
entre cortinajes nubosos, cuando el crepúsculo acecha y el azul cielo se vuelve
rosa, naranja, gris, añil, marino o negro, entonces desaparecen impelidos de
una fuerza desconocida. No se sale por la noche. No mola, no tiene gracia,
pierde el encanto. Nadie lo hace. Sólo queda acurrucarse en la desesperación y
esperar una nueva y alcoholizada madrugada.
Uf, menudo puñetazo. No he pensado en ello. Amar la noche sin que tenga que ser necesariamente de fiesta es una gran cosa. La última frase es muy buena, me gusta en especial "acurrucarse en la desesperación". Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo :)