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En cualquier caso, lo importante no fue que Aznar hubiera apoyado el golpe de Estado, ni que Chávez se lo recriminara al presidente actual en la Cumbre Iberoamericana, saltándose su turno de uso de la palabra e interrumpiéndole cansinamente. Lo que chocó y descolocó a la audiencia universal fue la reacción verbal del rey con ese magnífico “¿y por qué no te callas?”. Tres fueron las causas por las que sorprendió y maravilló tal comentario. Primero, por el desplante en sí, mucho tomate para una cumbre de hermanamiento. Segundo, no fue un político cualquiera, sino uno de los nuestros, nuestra proyección diplomática, nuestro símbolo personificado. Y tercero, no hablamos de un presidente cualquiera, de esos que votamos cuando al otro le estallan bombas o le salpican escándalos de corrupción; era nuestro rey, el de siempre, el bonachón que parece incapaz de decir una palabra más alta que otra (nunca te puedes fiar), ése que lleva tres décadas guardando el protocolo, y que lo perdió cuando tampoco iba con él la fiesta.
Lo mejor es que ahora el gesto ha resultado una especie de super hazaña patriótica. Ya me veo a millones de españoles vestidos de superman en rojo y amarillo y con la cabeza del rey en el pecho, en lugar de la “S”. ¿Nos hemos vuelto todos locos?
Lo de Hugo Chaves no tiene nombre.
ResponderEliminarEse hombre cada vez se cubre más de gloria...o de mierda...
ResponderEliminarBueno, bueno, no hay que exagerar. Yo creo que se queda en una anécdota más.
ResponderEliminarYa nadie habla del tema...
ResponderEliminarQué simpático el rey.
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