Segundo malabarismo grupal de Jorge, Sergio y Ernesto sobre la misma cuerda literaria, con la ventaja de los años de entrenamiento juntos o por separado y la confianza que dan las arrugas cuando salen en compañía de los amigos.
Para este segundo compilado de cuentos se han tomado un tiempo suficiente para evolucionar y pulir su estilo, apostando por el continuismo realista, los equilibrismos futuristas o la concreción introspectiva.
Leí o escuché en algún sitio acerca de la naturaleza fantástica del libro. Discrepo absolutamente. O mejor dicho, matizo: Ernesto Sierra es fantástico; ya no por sus cualidades literarias. El cielo me libre a un pobre diablo como yo de valorar los méritos literarios de estos tres escritores. Decía que Ernesto es quién sostiene la parte futurista del volumen, el que bucea entre neones del mañana y artilugios difícilmente imaginables para el lector de hoy. La ciencia-ficción es patrimonio casi exclusivo del “tímido” del grupo, como él mismo se autodefinió en la presentación del libro en Fnac, no sé si con fines autobiográficos o vocación irónica. Incluso en “Phenomena”, escrito entre los tres, se nota quién sacó la idea de la manga. Si no fue Ernesto, influyó mucho en sus compañeros para que se la inventaran en su lugar.
Si en “Triángulo escaleno” era Sergio Perales el que más se desmarcaba del estilo de sus compañeros con su universo onírico, sus personajes fronterizos entre la vida y la muerte y la abstracción total de símbolos e ideas, en “Dioses comiendo moscas” el papel de nota discordante –que no malsonante– la pone Ernesto. Los relatos de Jorge Biarge navegan entre un océano de cotidianidades llevadas al extremo y ligeros goteos históricos revestidos de humanidad y sentimientos encontrados. En el caso de Sergio Perales también se alternan los escenarios contemporáneos con alguna secuencia sacada del ayer. Contrasta especialmente en su caso el cambio de registro entre su estilo anterior, críptico, difícil, laberíntico, simbólico, con su nueva manera de plasmar las inclinaciones literarias: descripciones generosas, personajes borrachos de nostalgia, constreñidos por la pasión, desenlaces inequívocos y universos mucho más reconocibles para el lector de a pie. Jorge, por su parte, sigue fiel a un estilo único, engalanado, reflexivo, rico en vocablos y de ligera vocación ensayística. ¿Quién dijo que no se podía opinar desde la ficción?
Antes de pasar a desmenuzar cada uno de los cortes de este maravilloso disco narrativo, quiero mostrar mi falta de discernimiento sobre el orden de los mismos. Futurismo al principio, presentismo salteado en medio y ligeros guiños al pasado en el final. La secuencia, sin embargo, no es cronológica. Ahí sobresale “La sed de Ícaro” para desmontar mi teoría temporal invertida. Tampoco podemos acogernos a la autoría: todo Ernesto de primero y Jorge y Sergio alternándose el segundo plato y el postre. Ni la longitud ni la temática aglutinan los cuentos. Si el orden obedece a algún patrón establecido, se escapa a mi razonamiento.
Ah, el prólogo es de Luis López Nieves, prestigioso escritor portorriqueño dos veces ganador del Premio Nacional en su tierra; la portada es de Patricia Calvano y las ilustraciones de Ismael Blasco. Me he tomado la licencia de tomarlas para mi crítica. Si desean más información sobre la obra, pinchen sobre el enlace:
http://www.grupoajec.es/index.php?option=com_sobi2&sobi2Task=sobi2Details&sobi2Id=170&Itemid=
Les dejo con un escáner literario de unos esqueletos de letras muy bien plantados. Sus padres los criaron bien. Si en algún momento se aburren de tanta paraliteratura, abandonen estas líneas y empiecen a comer moscas, se transformarán en dioses.
Última estrella fugaz, de Ernesto Sierra
Cuidado con lo que deseas. Podría hacerse realidad.
Las personas fantaseamos con lo imposible. Nos gusta imaginar cómo serían las cosas si pudiéramos doblegarlas a nuestro antojo, pintarlas de horrendos colores con trazos anárquicos y rasgar después la chapuza cromática. Así somos los humanos. Caprichosos. Frívolos. Fallidos.
Los personajes del primer relato de Dioses comiendo moscas son seres de esta naturaleza. Viven y tropiezan en su microcosmos futurístico con la misma torpeza que nosotros en la actualidad. Es terrible que la tecnología rellene el mundo de metal y circuitos electrónicos. Una y otros son fríos, inanes, inteligentes pero deshumanizados, perfectos pero vacíos.
En Última estrella fugaz la humanidad se muestra como una secuencia cíclica. Las preocupaciones que nos ahogan desde hace milenios siguen torturando nuestro devenir con las mismas posibilidades, pero con más recursos. Ernesto Sierra nos demuestra que la ciencia ficción, el progreso y los neones, sin cordura ni sensatez, son poco menos que pistolas cargadas en manos de niños de gatillo fácil. Pero no dejen que lo profundo de la moraleja les aparte de la belleza descriptiva del cuento. Imaginar un futuro próximo y pintarlo de palabras es un ejercicio de gran plasticidad. ¿Quién necesita pincel teniendo tan colorido repertorio? Para dibujar no siempre hace falta una paleta de ricas texturas.
Daguerrotipo, de Ernesto Sierra
Louis Daguerre creó en 1839 el primer aparato de exposición fotográfica, y Ernesto Sierra tituló a su segundo relato en Dioses comiendo moscas de esta guisa después de someter a sus personajes a abusivas ingestas de nostalgia y memoria con la eterna juventud como efecto secundario.
No se puede engañar a la muerte. Pero puede inyectársele botox hasta reventar. Lo malo es que a veces te queda la cara echa un cristo y las cuencas de la calavera rebosan toxina botulínica por todos los poros.
El protagonista del cuento decide parar el reloj biológico y estirar la existencia como si fuera un chicle boomer. Hasta aquí todo parece inquietantemente tentador. Pero Mary Shelley ya nos enseñó en El moderno Prometeo que jugar a ser Dios sólo puede salir de dos maneras: mal y peor. No queda muy claro si el destino del narrador es incierto o de una certeza desoladora, pero en todo caso su existencia queda cristalizada en un cuerpo que no envejece y una mente que se satura de memorias y pasados relucientes. El hombre dura lo que dura, poco, y si no supera el centenar de abriles tal vez sea porque nos han programado así, o porque la única fuerza capaz de alimentar un cuerpo marchito no son implantes milagrosos de nanotecnología avanzada, sino el más puro e intenso de los sentimientos, ése que aguanta hasta que la muerte nos separe y a veces incluso más. Como dijeron Farrokh Bursala, Brian Blessed y Christopher Lambert, “¿Quién quiere vivir para siempre?”
Phenomena, de Jorge Biarge, Sergio Perales, Ernesto Sierra
Jugar con cruceros de lujo en el tiempo es algo que todo futurista alucinado sueña, pero nunca antes habíamos presenciado el viaje como un ejercicio de introspección nostálgica y batalla de egos personales. Jorge, Sergio y Ernesto se embarcan en la difícil aventura de aderezar todos los condicionantes de tan manida receta dándole un toque personal y original. El yo se desdobla entre el hoy y el mañana del protagonista, en continua lucha por la supremacía del ser.
“Regreso al futuro” como nunca lo habíamos visto. Tal vez porque el retorno al pasado se desgaja desde una perspectiva novedosa, tomando el punto de vista del otro yo y no el propio, burlando el egocentrismo narrativo y propinándole unas buenas patadas en la autoestima. No hay nada más catárquico que recordarse uno mismo cuarenta años antes, o imaginarse cómo será ocho lustros después. A veces uno no tiene nada que ver con la sombra de lo que fue. El desenlace de la historia, para viajeros intrépidos y curiosos. Aquí no vamos a abrir más latas de spoiler.
Vaya parece interesante, además AJEC suele publicar buenas cosas. Ya he visto que lo tienen en tajmahal y en algún sitio más. Le echaré un ojo.
ResponderEliminarChapeau!!!
ResponderEliminarUn festival de la palabra! Apetece leerlo
ResponderEliminarTiene buena pinta, no tenía ni idea. Muchas gracias, me informaré sobre ello.
ResponderEliminarUn saludo :)
Hola, Drywater.
ResponderEliminarJo, me quedo impresionado por la profundidad de tus análisis, y el tiempo que te has tomado. Me gusta el tono literario de las propias críticas, cómo las empiezas ambientando y mimando el estilo.
Respecto al orden de nuestros cuentos,que por cierto, me parece muy acertado, propusimos al editor el inverso a Triángulo Escaleno (es decir, primero todos los relatos de Ernesto, luego los de Sergio y por último los míos) y lo respetó parcialmente, mezclándolos yo creo que con criterios de enlace y equilibrio.
Me dijo Sergio que querías hacernos preguntas que quedaron en el tintero, así que ¡dispara cuando quieras!
Admirado Jorge:
ResponderEliminarQuise preguntar, por ejemplo, qué evolución había entre TE y DCM, pero quedé satisfecho tras la lectura del volumen.
También sobre el orden de los textos, pero ya me lo has contestado. A Sergio no le pude preguntar después, pues me tuve que ir antes de acabar.
Un abrazo
Pues te confesaré una cosa, hace años que me quedé sin TEs (cosas de prestarlos a gentes olvidadizas). Hoy, gracias a un envío conjunto pedido por Ernesto, Sergio y yo, espero volver a pillar uno por banda.
ResponderEliminarLa evolución es inevitable, y en este caso, tremendamente positiva. Creo que hemos madurado los tres (sobre todo mis compis, yo era más precoz, y ahora me están pillando, en mi opinión).
Gracias por tu trilogía crítica. Un abrazo.