sábado, 14 de febrero de 2009

Nunca acompañes a una mujer a comprar lencería

O hazlo si te gusta el fetiche y la seda. Pero que sepas dónde te metes. Si no te puede pasar que esperando en la fila de caja para cambiar unos euros por un pijama de Hello Kitty oigas todo lo que un hombre no está preparado para escuchar. Puede ser que la clienta de delante quiera comprar a su hija o nieta un precioso conjunto de ropa interior (precioso supongo). Tal vez la madre total haya escogido una combinación descuadrada: braga 36 y suje 85 C. Igual la pobre cría es tetona, aunque el hombre todavía no piensa en ello, sólo valora cuánto va a incidir esto en sus expectativas de abandono del local, con la compra hecha, claro. Pero no pasa nada. Si él aún no se encuentra fuera de sitio, entonces la dependienta desafortunada podría empezar su recital: “La ropa interior no se puede cambiar, cariño mío. Es mejor que le cojas la tallica grande de sujetador que como es algodón… Dices que tiene trece años, ¿verdad? Si eso ya se sabe, de repente hace ¡puff! y ya. Que además le hará ilusión llevar sujetador de los que se abren. Que todos hemos tenido trece años…”
Hay que admitir que la cajera estuvo sembrada. Ahora comprendo por qué no hay hombres acompañando a las mujeres a comprar lencería.

6 comentarios:

  1. también mola cuando las cajeras sacan la braguita de la bolsa y las estiran hasta que llegan a medir 2metros y medio y luego te dicen: ¿ves como da mucha tallica guapa?

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  3. Tienes toda la razón. Y eso que nunca he visto mujeres con semejantes caderas...

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  4. ¡Eres un poco exagerdo!

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  5. ¡Eres un poco exagerado!(Ahora si)

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  6. Pues a mi me parece excitante.

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