miércoles, 23 de mayo de 2012

Antes

Antes podías abrazar a un niño sin despertar oscuros presagios de pederastia; comerlo a besos, jugar con él en la arena o sobre una alfombra de gravilla. Podías decirle “te quiero”, gastarle bromas, llevártelo al cine y retomar en sus ojos inocentes tu extinta niñez con pureza y complicidad.
Hace muchas lunas embarcarte en una vivienda era una ilusión pagadera en cinco o diez años; entonces el trabajo era algo preciado en su justa medida, no un tesoro al alcance de pocos idealizado hasta ser la mayor de las loterías. Laborar era un medio de ganarse la vida, y dejar de hacerlo siempre era una oportunidad para abrir otra de las muchas puertas que chirriaban tu nombre invitándote melosamente al éxito.
Antes los alimentos eran genuinos y saludables; no tenían aditamentos, no generaban toneladas de residuos plásticos; no había que hervirlos, colarlos o triturarlos; tampoco costaban un dineral. No existía la leche de continuación ni la de bebés. Los potitos no se categorizaban por edades y los juguetes no asfixiaban a nadie. Compraras lo que compraras, siempre acertabas y tu regalo no acabaría en el fondo del sofá a los cuatro minutos y medio anonimado entre montañas de otros artefactos lúdicos más caros u originales.
Las oposiciones se aprobaban con un esfuerzo razonable, a veces hasta amable, y había para todos. Algunos conseguían colocarse incluso después de acabar la carrera sin más mérito que firmando en el cuadro inferior. Podías elegir entre un extenso abanico de opciones y categorías, sabiendo que en todos los bombos había un puñado de bolas con tu nombre. Los sueldos eran importantes aunque no millonarios y la gente se alegraba sinceramente por ti y te daba la bienvenida al mundo laboral sin acritud o envidia sibilina alguna.
Entonces los niños no decían tacos, respetaban a los mayores, no bebían indiscriminadamente en parques y descampados; jugaban en la calle con las botas rotas y no se rompían; no los atropellaban ni violaban para luego reventarles la cabeza con un ladrillo; no eran hiperactivos porque no había maquinitas de gráficos acelerados que los activaran; el tuenti era un número en inglés británico y el móvil, el motivo del crimen en las pelis de asesinatos. Los padres estaban más tiempo en casa porque lo más importante era el tiempo con los chicos y no las gigas, caballos, metros cuadrados, píxeles o extraescolares que pudieran comprar trabajando más horas.
Hace años la televisión no estaba borracha y podías colocarla frente a un espejo: no se moría de asco y repulsión. Los rombos anunciaban programas para adultos que hoy en día darían risa ante realities, noticieros y comerciales. Las balas mataban y las espadas pinchaban, pero nadie se volvía loco. No había depresiones, ni estresados crónicos, odio segregacional, obesidad o anorexia.   
Antes los futbolistas cobraban sueldos razonables; los bancos prestaban sin demasiada avaricia y nadie se hacía rico por no hacer nada o por pegar braguetazos reales. Comprar y vender pisos era un medio de vida, no un agresivo ejercicio de voracidad y enriquecimiento deshonesto.
Antaño podías adoptar hijos con facilidad, y tenerlos en casa en pocos meses. Los países ofertantes eran numerosos y te recibían con las puertas abiertas. Los niños eran el bien más preciado para exportar a cambio de una oportunidad en la vida para ellos.
Entonces la música sonaba libre, melodiosa, imperfecta y memorable. Los vinilos eran tesoros surcados por los dedos celestiales de algún dios de la música y las canciones podían efectivamente conmover a las masas y cambiar el mundo. Todo tenía sentido entre notas, desde la más solitaria de las tristezas hasta la más desatada de las pasiones. El rubor era más inocente y el desamor más amargo. La más desafinada de las guitarras era más poderosa que el mejor sintetizador programado del mundo moderno.
Hace tiempo podías besar, acariciar y querer a una persona sin agarrar también un síndrome de inmuno deficiencia adquirida. Quererse a corazón abierto no era frecuente pero una enfermedad terminal no te condenaba a muerte por ello. La sexualidad era sutil, sincera, oculta, tímida y verdadera. No necesitaba megáfono ni aceptación. No era explícita. No había nada que explicar y nada que preguntar.
Antes la vida era más corta, pero más valiosa. La falta de comodidades exigía a los hombres la más receptiva de sus actitudes para disfrutar de lo poco que les ofrecía el destino. Eran simples, inocentes, soñadores y mucho más felices. No había angustia existencial, ni hastío emocional, estrés social, toxicidad digital o síndrome del presentismo. Había tan poco de todo que no se le podía hacer ascos a nada. La saturación y el empacho material era algo que ni siquiera podía llegar a imaginarse, mucho menos a maldecirse. Todo era preciado por escaso, lejano e inalcanzable. Ahora todo es exuberante, contiguo y palpable, y no vale nada. Como nuestros anhelos. Como nosotros.

6 comentarios:

  1. Bueno, al paso que vamos, y con lo que estamos retrocediendo seguro (espero) que esos viejos valores acaben volviendo.

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  2. Y de todo eso no hace tanto. Vamos demasiado aprisa lo que provoca que no podamos asimilar los cambios, no llegan a hacer poso y a reposar lo suficiente para que los aprovechemos al máximo.

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  3. En algunas cosas sería mejor y en muchas peor... Nos vamos haciendo viejos

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  4. Nos hacemos mayores. Si echas la mirada hacia atrás y luego la vuelves al presente, ves como esta el panorama y todavía se acentúa más esa diferencia. También los niños actuales son "niños" pero no como lo eramos nosotros, son "pequeños mayores" comparado con la inocencia de nuestra infancia. Nosotros eramos unos tontos comparado con un peque de 12 años de ahora. El otro día le escuche a un niño que no tendría mas de 10 años decir a su padre: ...hay que cambiar la contraseña actual de la cuenta principal de NCsoft y seguimos estas instrucciones. Iniciamos la sesión en Gestión de cuentas de NCsoft . Hacemos clic en el enlace Perfil de la cuenta y clic en actualizar, para luego..... Es entonces cuando piensas que teniendo 48 años y tu te creías joven, en realidad eres un viejo para todos esos niños, pero un verdadero anciano. Y no se te ocurra cogerle en brazos para achucharle en plan cariños que recibes como respuesta lo que tu Dry decías al comienzo, oye! cuidado no abuses de mi, eh! no me acoses. Terrible.

    Abrazos Dry

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  5. Nos hacemos mayores. Si echas la mirada hacia atrás y luego la vuelves al presente, ves como esta el panorama y todavía se acentúa más esa diferencia. También los niños actuales son "niños" pero no como lo eramos nosotros, son "pequeños mayores" comparado con la inocencia de nuestra infancia. Nosotros eramos unos tontos comparado con un peque de 12 años de ahora. El otro día le escuche a un niño que no tendría mas de 10 años decir a su padre: ...hay que cambiar la contraseña actual de la cuenta principal de NCsoft y seguimos estas instrucciones. Iniciamos la sesión en Gestión de cuentas de NCsoft . Hacemos clic en el enlace Perfil de la cuenta y clic en actualizar, para luego..... Es entonces cuando piensas que teniendo 48 años y tu te creías joven, en realidad eres un viejo para todos esos niños, pero un verdadero anciano. Y no se te ocurra cogerle en brazos para achucharle en plan cariños que recibes como respuesta lo que tu Dry decías al comienzo, oye! cuidado no abuses de mi, eh! no me acoses. Terrible.

    Abrazos Dry

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