El amigo verdadero no siente
envidia por los logros ajenos. Se alegra por ellos, y sabe aceptar el éxito de
sus queridos con felicidad sincera. Si acaso siente un ligero hilo de celos
gotear por sus comisuras labiales, asume su naturaleza mezquina con entereza y
arrincona los sentimientos negativos en el cuarto oscuro de la irracionalidad y
la pasión primigenia, permitiendo a su cabeza prevalecer sobre su corazón
infantil.
El amigo de verdad esconderá su
tristeza por su propio fracaso en el fondo de su desdicha, y ofrecerá al
triunfador la mejor de sus sonrisas, franca y llena de orgullo fraterno, filial
o paternal. No entiende de comparaciones odiosas ni delirios de grandeza.
Comprende perfectamente que no es su fiesta y nunca arruinará el cumpleaños
fingiendo dolor de cabeza o una repentina indigestión. Sabe que todos somos
protagonistas en nuestra historia y comparsas en las películas de los demás.
Asume su rol con propiedad y busca siempre el bien común, cumpliendo lo que se
espera de él para que la maquinaria esté engrasada y funcione. Prefiere que el
motor ruja limpio antes que chirríe aunque lo conduzca otro. Sabe estar y ser.
No entiende de reproches, no persigue la fama, no se pone la medalla de mejor
amigo. No lo necesita.
El amigo a muerte discutirá
contigo si debe hacerlo. Será respetuoso, aunque tal vez borde, y sus enfados
dolerán más que las palabras bonitas de los hipócritas. Y siempre pensará en ti
antes que en sí mismo, porque en cierto modo ya eres una extensión de él. No te
agobiará con sufrimiento innecesario, ahorrándotelo si puede, aunque sabe que
en caso de necesidad aparecerás con el pack de cervezas y las orejas
receptivas; lo mismo que haría él si se terciase. Te abrazará si tiemblas, te
besará si te acongojas, te reprenderá si desatinas, te aconsejará si te nublas,
te guiará si te pierdes, te lavará si te ensucias. Y nunca te exigirá nada a
cambio. Ni siquiera lo mismo en caso contrario.
El amigo honesto se equivocará
por miedo, cobardía, convicción o exceso de celo, pero nunca por egoísmo.
Callará lo que te dañe gratuitamente, dirá lo que te duela curando, te dará
patadas en el alma si estás podrido, y buscará la mejor versión de ti sólo si
tu felicidad lo necesita. Para él, el más cutre de tus prototipos será un tesoro
inmerecido, y sólo entenderás lo mucho que te quería cuando las circunstancias
lo maten en el universo de tu vida. Sé el mejor amigo de alguien y serás único
aunque te hundas en tu propia mierda.
Precioso. De nuevo se vuelve a notar un halo de tristeza en este artículo...
ResponderEliminarMás que un buen amigo, eso es un ser humano de verdad, como los que ya no quedan.
ResponderEliminarLa última frase es demoledora. Mucho ánimo, a quien brilla con luz propia se le acaba reconociendo.
Un abrazo
Ehse
Cuantísima verdad hay en tus letras...qué difícil resulta cumplir todas estas características, aunque siermpre se puede aspirar alto, a ser fiel y a estar ahí cuando el prójimo lo necesita. Un abrazo.
ResponderEliminarUn verdadero amigo es díficil de encontrar pero creo que cumple punto por punto todo lo que has especificado y, aunque se hunda en su propia mierda siempre estará ahí para ayudarte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Oski.
La gente ya no tiene tiempo para aprender a domesticar amigos, como decía un animal sabio ;)
ResponderEliminarUn saludo :)
¿Halos de tristeza? ¿Dónde?
ResponderEliminarExplorador, eres un zorro.
Un abrazo a todos
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