sábado, 3 de septiembre de 2011

La tristeza ni perdona ni olvida

Pero guarda mucho rencor. Resquemor de aquellos tiempos en los que la cresta de las olas alfombraban los propios pasos, cuando uno estaba viviendo momentos únicos sin paladearlos, tragándolos con sed y muriendo de borrachera después. Esa tristeza memoriona de la que hablo se llama nostalgia. Lo recuerda todo y nada del ayer le parece baldío. Al menos ahora. Entonces sólo eran desperdicios del minutero, insolencia del presentismo, caladas de vida sin tragar el humo.
Así es mi amiga nostalgia: malgastando el presente por culpa de un pasado glorioso, y quejosa mañana de no haber valorado el hoy. A todos nos invade, nos come el alma con la voracidad de un cáncer emocional y se instala para siempre en nuestros remordimientos. A veces revienta de pena y supura por los ojos, por mucho que uno pretenda fingir que las lentillas nuevas le producen alergia. Vamos, drywater, nunca has llevado lentes. Ves demasiado bien, piensas más de la cuenta y recuerdas por encima del umbral de la felicidad. No pasa nada. No serás el primero que malgasta su verano idealizando la primavera hasta que el otoño le despierta a un nuevo nivel de infelicidad. Prefiero no imaginar qué oscuros episodios me traerá el invierno cuando aprecie en la distancia la belleza de los árboles desnudos y el suelo enmoquetado de ocres texturas y tonos marrones.
La vida es un camino irreversible hacia la soledad, hacia la indiferencia ambiental, hacia el suicidio de las emociones que de pequeños nos parecían capaces de destrozarnos el pecho. Vivir es perder, decepcionarse y aprender que las cosas sólo pueden ir a peor. La amargura puede reinventarse y superarse a cada instante. Nada quita su sabor, sólo el siguiente trago todavía más duro y tosco que hace añorar el chupito anterior. Tal vez estemos alcoholizados de tanto beber la vida, y ni siquiera amorrarse a la botella nos conduzca a la borrachera de olvido y resaca. Para eso vale existir, para comenzar a dejar de hacerlo, para recrearse en el dolor y agigantarlo a puñetazos, para sentir que los años pasan y se llevan recuerdos imborrables, esos que nunca se olvidan, pero que jamás se repiten. Eso es la nostalgia, perder a alguien que ha alimentado tu alma, y que las circunstancias te lo roban, te lo violan o te lo lesionan de por vida. Así las gasta la muy cabrona, acechando a lo más nutrido de tus sonrisas espirituales y llenándolas de horrorosas caries. No la subestimes, cuando más feliz te sientas, donde más verdes crezcan tus verduras, ahí aparecerá ella con su cráneo desnudo y su larga e inexorable guadaña. Todo lo que tengas lo cortará de cuajo y ya no valdrá para nada, sólo para rellenar tus presentes de penas y tus pasados de instantes mágicos por los que nunca volverás a cabalgar en tus desoladores futuros.
Es malo tener demasiada memoria. Les recomiendo un poco de amnesia selectiva. De otro modo clasificarán su felicidad por fascículos y los mejores números serán siempre los primeros mientras que los nuevos carecerán del más mínimo interés. Al menos, hasta el próximo ejemplar.

7 comentarios:

  1. Amnesia selectiva, buena expresión y buen consejo. Un saludo!

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  2. Este artículo es muy triste. También me apunto lo de amnesia selectiva.

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  3. ¡qué me vas a decir a mi de la memoria, Dry! Quiera o no por defecto (o virtud) genético poseo una gran memoria tanto para lo bueno como para lo malo y a veces me asaltan recuerdos como una lluvia ácida, en el momento menos idóneo. Pero, ¿sabes qué? deberías seguir el ejemplo de alguien que conozco(que por lo general suele dar buenos consejos) y al que, lamentablemente, no hice caso durante mucho tiempo: "No pienses tanto, no serás feliz" Empieza a embriagarte con el dulce sabor de un recuerdo feliz en el fondo del vaso y así conseguirás ahuyentar las penas.

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  4. una de amnesia selectiva para la joven,por favor! me apunto a la barra libre de melancolía, supongo que esto será temporal...

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  5. ¿Amnesia selectiva? ¿De qué estáis hablando?
    Seguro que quien te recomendó pensar menos no sabe hacerlo.
    La borrachera al fondo de la memoria. Dejad los abrigos en la esquina y coged los tubos. Ya os llevo un par de lingotazos de ventaja. Y esperaos a la resaca. Es cabezona, cabezona.

    Un brindis para todos

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  6. Dry, procuro beber de la fuente de los recuerdos felices, que casi siempre coincide cuando la vida te sonríe. Cuando ésta se pone seria -si sera cabrona- ella misma se encarga de traerte los peores recuerdos.
    Abrazos Dry, espero te asalten felices recuerdos.

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  7. No sé si me viene muy bien a ver leído tu entrada recién llegado de las vacaciones... en fin, está bien recordar el pasado si lo hemos pasado bien pero hay que intentar vivir el presente... Ja¡ a ver si me aplico el cuento... ;P

    dirty saludos¡¡¡¡¡

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