viernes, 28 de enero de 2011

Pornografía y Prostitución

Desde tiempos inmemoriales se ha acudido a las profesionales del sexo para recibir cariño, especialmente en sitios muy concretos, y su consideración social no ha mejorado con los años (la de ellas, se entiende). Sin embargo, las nuevas tecnologías del ayer nos trajeron flamantes documentos gráficos o videográficos de modelos y actrices de sexo explícito repartiendo camboya de la buena. No eran prostitutas, pero en cierto modo también eran profesionales del amor. Y sin embargo, el reconocimiento de unas y otras dista mucho de ser similar.
Ya de entrada, la pornografía está penada y estigmatizada como si fuera el peor de los pecados capitales. Curiosamente, los cambios sociales han fosilizado el desprecio y gravedad con la que se baraja el tema mientras otros comportamientos de dudoso gusto han disparado sus niveles de aceptación en la sociedad. Pienso, por ejemplo, en la última película que vi en el cine donde le destrozaban la cara a puñetazos a Jessica Alba. Salí con mal cuerpo de la sala, jurando que antes llevaría a un menor a visualizar una secuencia de porno duro que semejante monumento a la gratuidad y exaltación de la violencia enfermiza. Inexplicablemente, la cinta sólo estaba no recomendada a menores de 16 años. Y la espiral de agresividad y dolor no acaba allí. Basta con echar un vistazo por cualquier cadena de televisión que no sea Disney Channel o por cientos de juegos de consola para alimentarse de nuestra dosis necesaria de sadismo sensorial.
Frente a la impunidad de la violencia, el acto sexual está perseguido como el más execrable de los crímenes. Y sin embargo, en los documentales de La 2 los bichos copulan con toda la naturalidad del mundo. Tal vez la pornografía no debería considerarse un hecho delictivo, inmoral y de graves consecuencias psíquicas para individuos no maduros. Pero esa es otra historia. La de hoy es ¿Por qué las actrices porno caen bien y las putas son lo peor del mundo? Si lo analizamos fríamente ambos colectivos cohabitan por dinero, aunque a las actrices se les suele atribuir un componente de disfrute personal y a las meretrices de necesidad básica. No en vano se tiende a asociar prostitución con situaciones desesperadas relacionadas con la adicción a las drogas, el mantenimiento de familias desestructuradas o las dificultades de inmigración legítima. Todo esto está muy bien, pero sigue sin responder a mi cuestión: ¿Por qué las pornstars son estupendas y nos caen genial y las rameras son ciudadanos de segunda a las que hay que pagar e infravalorar? Al fin y al cabo, una cortesana realiza su trabajo en la intimidad, con el baboso que paga y el tiempo que toca. Una actriz, al contrario, tiene un abanico de clientes mucho más escogido, y normalmente son varones –o mujeres– de buen ver, que han pasado miles de controles de enfermedades infecciosas. Estas últimas, sin embargo, lo hacen para ser vistas. Cómo mínimo, añaden un componente de vouyerismo universal y otro de reconocimiento y popularidad sexual. Una prostituta, si no es de calle, garantiza su anonimato más allá de su centenar de clientes. A la que hace películas se le permite todo: que trague, que se lo haga con mandingos, ancianos, grupos, por aquí, por allá, por acullá, así, asá. Las posibilidades son tan infinitas como la fantasía del consumidor de pornografía. Y cuanto más liberada, mejor nos parece. Cae bien, es simpática y acepta su falta de privacidad sexual como parte de su trabajo igual que lo es fingir orgasmos o sonreír mientras la ponen perdida. La otra en cambio es una zorra. Jode por dinero, es sucia y se le paga para humillarla. Es un desecho de la sociedad ínfimo y evitable. Extrañamente no parece disfrutar con su trabajo, y sólo está ahí de manera eventual para sacar dinero rápido.
Personalmente nunca he entendido por qué a una se la endiosa y a la otra se le denigra, pero vender el cuerpo no es lo peor que se me ocurre que pueda hacer una persona. Encuentro mucho más repulsiva la gente que sale en la telebasura a vender su alma, su moral y su intimidad. Eso sí es prostitución. Lo del francés, búlgaro, griego, birmano y demás idiomas sólo me parece un servicio mutuo que se hacen dos personas con necesidades económicas y afectivo-sexuales.

10 comentarios:

  1. Yo quiero ser la de la penúltima foto vaya maromo por Dios!!!!!!!

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  2. Jope! Qué razón tienes! Yo pienso que hay muchas formas de prostituirse, y que deberían ser mucho más "despreciadas" por la sociedad, sin embargo nos encantan. Basta echar un vistacito por la tele y ver que cuentan algunos personajes...por ejemplo.

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  3. RAZON NO TE FALTA.¡LA CANTIDAD DE FORMAS QUE HAY DE PROSTITUIRSE. UN SALUDO

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  4. jope! entre foto y foto algo he pillado... es la pantalla de la tele la que nos protege de la realidad, puesto que la realidad nos gusta poco. Por eso idealizamos iconos virtuales y despreciamos a los reales, por que lo real duele y, por lo menos a mí, no me resulta agradable el dolor...

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  5. ejem! ejem!...ya me disculparas Dry, pero en esta ocasión no puedo ser objetivo. Ocurre que me has puesto semejantes jamonas en las fotos que sinceramente no puedo ver el texto, no me concentro.
    jaja..es broma hombre!!..como siempre muy bueno.
    Abrazos!

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  6. Menos violencia y programas del corazón y más sexo... verdaderamente no me había planteado la cuestión de este post, a mi sinceramente me caen igual de bien o mal la puta que la porno star...

    dirty saludos¡¡¡¡¡

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  7. Interesante reflexión Drywater, no había caído en cuenta de esta diferenciación que solemos hacer entre la pornstar y la puta de barrio.

    ¿No sucede lo mismo con otros oficios?
    Puedes ser un friki informático o puedes ser el dueño de Facebook, puedes ser un futbolista de tercera o puedes ser un jugador de primera, no los vemos de la misma forma... ser mediático es la diferencia creo.

    Estoy de acuerdo en que la violencia es más aceptada, digerida y bendecida que el porno.

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  8. Dry, no te falta razón... Es más, no es que yo tenga amigas prostitutas (Ni amigos, que también los hay por cierto) pero la verdad, si conociera a alguna/o de ellos más de cerca seguro que ni apestan ni se drogan o incluso ni se desesperan. Simplemente es un sector de gente condicionada a nuestro sistema capitalista emergente de EEUU, que si bien es un sistema que a priori puede no funcionar bien del todo, tiene sus fallas y la DOBLE MORAL es sin duda una de las más evidentes.... ¿Pues no está en Hollywood el mayor negocio del porno?

    Aprendamos a mirar con más perspectiva justo como tú has hecho en esta entrada.

    Un abrazo!
    Manu UC.

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