El arte no puede ser copiado; al menos gratis.
Faltaban cuarenta y cinco minutos para que enviudaran las vacas, y el agente más metódico y cuadriculado de la $GA€ decidió cumplir con la ley antes que con la fiesta nacional. Apareció en la Monumental con fotos de toros en las manos y cabras montesas saltando como locas en la mente. National Geographic apuntaba en el especial de esa noche que la presunta locura de los cábridos no era sino la abusiva ingesta de una determinada hierba, de efectos similares a la marihuana. Patricio estaba que no meaba por ver el episodio de ese día. Tan solo esperaba que la vida no le diera más cornás aquel jueves de verano.
- Buenos días. ¿Es usted Pringado?
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Ya lo sabía: Tengo su foto y su identificación coincide. Queda detenido.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Bueno, tiene usted razón. No tengo autoridad para arrestarle. Pero dese por multado aquí y ahora, cornudo plagiador.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- No me venga con excusas. Usted ha copiado a Avispado, que salió en las revistas.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Según leo en “Basuras”, usted empitonó hace tres semanas a Pijín de la Coste en la femoral y luego se dio a la fuga por las gradas en lugar de caer con dignidad en el ruedo. Tuvo suerte de que lo guardasen para hoy; nunca se hace.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Avispado en Pozoblanco, Francisco Rivera, Paquirri, 1984. Lo último no lo he cogido. Es que habla usted muy nasal, señor mío.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Lo que está claro es que esa cogida ya estaba inventada, y mi organización trabaja para garantizar los derechos de todos los autores, sin discriminación de raza, sexo, religión o especie. Ha vulnerado usted los derechos de autor de otro más avispado que usted que cuenta con nuestra detectivesca ayuda, aunque esté muerto.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- ¿Cómo que para qué vale? Pues para que su vaca y sus terneros vivan de puta madre a costa de aquella magnífica enganchada. ¡Qué escorzo, qué patetismo, qué saña! Avispado es casi mi héroe.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Discúlpeme, es que me he venido arriba.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- 554 €.
-i¡Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!
- ¿Y qué quiere? ¿No ve que todo dios está viviendo de aquella tarde?
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
Patricio Márquez volvió a casa sin resolver el cobro. El infractor estaba entre la espada y la pared y ganó la espada, como siempre. Para rematar el día estúpido, las cabras montesas no estaban locas por culpa de la hierba, era que la primavera jugueteaba con su celo y las alborotaba hasta rebajarlas a la hormonosidad de los chiquillos de trece años.
Faltaban cuarenta y cinco minutos para que enviudaran las vacas, y el agente más metódico y cuadriculado de la $GA€ decidió cumplir con la ley antes que con la fiesta nacional. Apareció en la Monumental con fotos de toros en las manos y cabras montesas saltando como locas en la mente. National Geographic apuntaba en el especial de esa noche que la presunta locura de los cábridos no era sino la abusiva ingesta de una determinada hierba, de efectos similares a la marihuana. Patricio estaba que no meaba por ver el episodio de ese día. Tan solo esperaba que la vida no le diera más cornás aquel jueves de verano.
- Buenos días. ¿Es usted Pringado?
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Ya lo sabía: Tengo su foto y su identificación coincide. Queda detenido.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Bueno, tiene usted razón. No tengo autoridad para arrestarle. Pero dese por multado aquí y ahora, cornudo plagiador.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- No me venga con excusas. Usted ha copiado a Avispado, que salió en las revistas.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Según leo en “Basuras”, usted empitonó hace tres semanas a Pijín de la Coste en la femoral y luego se dio a la fuga por las gradas en lugar de caer con dignidad en el ruedo. Tuvo suerte de que lo guardasen para hoy; nunca se hace.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Avispado en Pozoblanco, Francisco Rivera, Paquirri, 1984. Lo último no lo he cogido. Es que habla usted muy nasal, señor mío.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Lo que está claro es que esa cogida ya estaba inventada, y mi organización trabaja para garantizar los derechos de todos los autores, sin discriminación de raza, sexo, religión o especie. Ha vulnerado usted los derechos de autor de otro más avispado que usted que cuenta con nuestra detectivesca ayuda, aunque esté muerto.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- ¿Cómo que para qué vale? Pues para que su vaca y sus terneros vivan de puta madre a costa de aquella magnífica enganchada. ¡Qué escorzo, qué patetismo, qué saña! Avispado es casi mi héroe.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- Discúlpeme, es que me he venido arriba.
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
- 554 €.
-i¡Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!
- ¿Y qué quiere? ¿No ve que todo dios está viviendo de aquella tarde?
- ¡Muuuuuuuuuuuuuuuu!
Patricio Márquez volvió a casa sin resolver el cobro. El infractor estaba entre la espada y la pared y ganó la espada, como siempre. Para rematar el día estúpido, las cabras montesas no estaban locas por culpa de la hierba, era que la primavera jugueteaba con su celo y las alborotaba hasta rebajarlas a la hormonosidad de los chiquillos de trece años.
¡Pobre toro! Estos de la SGAE....
ResponderEliminarqué ingenio!
ResponderEliminarUna "corná" le tenía que haber dado.
ResponderEliminarTe veo ultimamente muy antitaurino, y eso que no me gustan a mi tampoco los toros
ResponderEliminarMuuuuu.... estos de la SGAE están en todo, ya no saben a donde mandar a sus hombres para recaudar cobros ;P
ResponderEliminarY qué preparados que están, que ya hablan hasta el lenguaje de los toros ;P
Muy divertido...
dirty saludos¡¡¡¡
¿Cuál será la próxima fechoría de Patricio?
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