lunes, 15 de febrero de 2010

Sacad los penes…

…y ponedlos encima de la mesa. Por más que la presentación adivinara rocambolescas jornadas orgiásticas o púberes comparaciones de miembros viriles, lo único que yo pretendía con tamaña ambigüedad era solicitar de mis compañeros de cena un soporte informático para volcar las ceremoniosas instantáneas digitales que recogían el enlace de dos de los comensales. ¿O acaso tenía que haber dicho “sacad los pen-drives” o los “penes drives”? Lo más aparente hubiera sido apelar a los “pens” y ya, pero entonces ni tenía coña ni artículo de blog.
Los extranjerismos se comportan de dos maneras predominantes: O se españolizan hasta el corvejón o se anglosajonan de cabo a rabo. Dado que la mayoría son términos ingleses pues parece razonable mantener sus sufijos de género y número. Pero de todo hay. Desde los que se atiborran de guisqui porque están burnaos a los no tienen penes sino pinchos. Claro que para consumir whisky, estar quemao o burnt out y usar memorias usb portátiles no hace falta saber idiomas. Por eso grabamos cds o cedés, tomamos gin-tonic, hacemos mitings o mítines, le damos al play, nos hacemos unos liftings, acudimos al spa o al club, escribimos en el blog, usamos bluetooth y nos meten cuatro desde el corner. Tal vez un buen catering con sándwiches de bacon (o panceta) para hippies y yuppies y camareras en top less nos shakespearice el rumbo a la lengua inglesa. El problema es ¿quién nos cervantinizará el camino hacia el castellano?

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