Los chupasangres literarios, y no me refiero a los editores, llevan unas cuantas décadas sobreviviendo a modas, crisis y gustos. Está claro que Drácula ya no podría presentarse ante los lectores de hoy con su capa roja y las entradas de la frente dibujando un amenazador triángulo de áspero cabello peinado hacia atrás. Las yugulares más afectadas en la actualidad por la hambruna vampiresca son jugosas y tiernas: rara vez superan los veinte años de experiencias vitales. ¿Por qué los adolescentes están tan enganchados a la literatura succionacuellos? ¿Qué extraña hormona les conduce directos a los colmillos de los no-muertos? ¿Acaso les va la marcha? Pues parece que sí. La lectura draculesca reúne atractivos focos de interés para los jovenzanos. De un lado nos encontramos con historias románticas de amor imposible: humana-vampiro, bicho bueno-hombre malo o demás combinaciones licántropo-vampirescas. El paradigma de la femme fatale se invierte. Ahora el oscuro objeto de deseo que lleva a la perdición lo representa el chico encantador pero con voracidad por los leucocitos. El nene vampiro tiene un corazón de oro, pero el hambre es el hambre. El rollo este caníbal-sexual le va mucho a las muchachas perdidas en sus múltiples fantasías onírico-sensuales.
Luego está el tema sobrenatural. Los caballeros del zodiaco y los superhéroes en coloridos leotardos bajo el calzoncillo de látex suena a infantil y ridículo a la vez. ¿Qué mejor que contar con un ejército de superguapos de piel lánguida, ojos penetrantes, colmillos fálicos y excepcionales facultades físicas? ¿Que lo mismo se transforman en perro que batean sus murcialescas membranas interdigitales? ¿Que se emborrachan con sangre humana en lugar de red bull con ginebra y que son débiles ante crucifijos, amaneceres, ajos e iglesias? ¿Que no mueren fácilmente y que tienen que ser malos por naturaleza, por mera supervivencia? No hay mejor manera de mezclar romanticismo gótico con superhéroes vestidos decorosamente. Por todo ello, por la relación maldita, el terror de la noche, la atracción prohibida, la maldad contenida y las contradicciones vitales, el inframundo sobrenatural refleja el universo adolescente donde los amores son imposibles; la belleza, fugaz; los ideales, engañosos; y las propias facultades, insondables para inocentes niños y desfasados padres.
Los libros de vampiros están más de moda que nunca. Antes no era así.
ResponderEliminar..como cambian los tiempos. Con lo que me gustaba de peque ver peliculas de vampiros y luego echaba ajos por todas partes y hoy solo lo utilizo para el refrito del besugo. Es una pena. ;)
ResponderEliminarMe ha gustado esta entrada Drywater.
Abrazos
A mi antes me gustaban las pelis de dracula y ahora me parecen muy simples supongo que con las novelas pasara igual un saludo
ResponderEliminarTiene que ser una putada ser vampiro (por lo del ajo) a no ser que seas Victoria Beckham, claro
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