Tienen la mirada perdida en el horizonte, y pueden enfocarte a los ojos y traspasarte visualmente, como si no les importaras un carajo, como si no hablaran contigo. Nunca sonríen, y no te regalaran una mueca amistosa por condescendencia, simpatía o bonachonchez.
Los hombres duros parecen sacados de una película de Clint Eatwood. Serios, graves, bañados en esa aureola de determinación y conocimiento supremo, son personas de economía gestual y antipatía social. No puedo con ellos. Me desmontan a cada saludo no devuelto, a cada respuesta seca, a cada mirada de tedio. Los hombres fríos tienen una cualidad que siempre envidiaré y nunca entenderé a la vez: no necesitan caer bien.
Caminan por el mundo provocando desplantes en los seres como yo, temerosos del silencio incómodo y del no saber qué hacer con las palabras vacías. Para ellos no hay cisma: si no tienes nada bueno que decir, cállate. A veces se produce un curioso pulso entre los que aguantan la soledad conversacional y los que morimos por la boca antes que enfrentarnos a ella. Los duros callan y otorgan –como siempre–, y esperan pacientes a que los bocachanclas rompamos la belleza del fujitsu con nuestras ordinarieces. Cuánto me gustaría decirles a estos individuos que son unos sotas y que no le caen bien a nadie, pero me parece que les daría igual. Supongo que lo notan en cada mirada despechada que les lanzamos, en los puñales que les dedicamos cuando llevamos tres “parece que refresca” y un “ya estamos aquí” sin feedback ni otras limosnas. Son unos sosos y unos rancios, pero cuánto me gustaría poder llenar el silencio incómodo de bellas ausencias sonoras como hacen ellos, revistiéndose de la pasta de los héroes peliculeros mientras nos dejan a los demás el papel de comparsa o de mejor amigo del bueno.
Pues que sepáis que no parecemos tan interesantes, ni misteriosos, ni levantamos tantas ampollas, pero les caemos mejor al vulgo que vosotros, Mourinhos de pega, Mejides de pacotilla. Además, cuando estoy rebotao, hago de borde mejor que vosotros. La pena es que el efecto me dura dos telediarios.
Caminan por el mundo provocando desplantes en los seres como yo, temerosos del silencio incómodo y del no saber qué hacer con las palabras vacías. Para ellos no hay cisma: si no tienes nada bueno que decir, cállate. A veces se produce un curioso pulso entre los que aguantan la soledad conversacional y los que morimos por la boca antes que enfrentarnos a ella. Los duros callan y otorgan –como siempre–, y esperan pacientes a que los bocachanclas rompamos la belleza del fujitsu con nuestras ordinarieces. Cuánto me gustaría decirles a estos individuos que son unos sotas y que no le caen bien a nadie, pero me parece que les daría igual. Supongo que lo notan en cada mirada despechada que les lanzamos, en los puñales que les dedicamos cuando llevamos tres “parece que refresca” y un “ya estamos aquí” sin feedback ni otras limosnas. Son unos sosos y unos rancios, pero cuánto me gustaría poder llenar el silencio incómodo de bellas ausencias sonoras como hacen ellos, revistiéndose de la pasta de los héroes peliculeros mientras nos dejan a los demás el papel de comparsa o de mejor amigo del bueno.
Pues que sepáis que no parecemos tan interesantes, ni misteriosos, ni levantamos tantas ampollas, pero les caemos mejor al vulgo que vosotros, Mourinhos de pega, Mejides de pacotilla. Además, cuando estoy rebotao, hago de borde mejor que vosotros. La pena es que el efecto me dura dos telediarios.
Jeje, un amigo mio es igual. Te puedes pasar horas tratando de romper el silencio incómodo hasta que te das cuenta de que estás hablando solo.
ResponderEliminarYo en el fondo soy algo parecido, menos borde, sí, pero callado y de mirada analizante...
Estos personajes tuvieron una infancia traumática... su madre los ponía en el cesto del perro... no conocen a su padre... sus hermanos lo usaban de balón... sus amigos, de mascota... por eso, mejor estar callado y estreñido.
ResponderEliminarMuy buen texto. Ya no me acordaba del hombre del Marlboro
ResponderEliminarBuff, estos tipos parece que están estreñidos, o que se han tragado un palo de escoba. A mi me parecen unos cretinos, bueno, si son así a posta, porque si no lo pueden evitar, entonces me dan pena.
ResponderEliminarQuizás en la pantalla gusten, den unos buenos planos sus miradas, pero en la vida real creo que en cuanto lleguen a sus casas, sus pulmones se vaciaran del aire contenido, sus reojos desaparecerán volviendo la mirada a su ser y la ceja tipo Zapatero se le caerá tomando su forma natural. Su cansancio tiene que ser terrible.
ResponderEliminarBuen articulo, si señor!
Abrazos Dry
Jajaja 'le caemos mejor al vulgo que vosotros', a mí la verdad es que me encantaría ser como Clint, uno de mis mayores referencias del cine y es que, como dices, ese modo que tienen de ser tan sumamente bordes creo que es la fórmula magistral para que les observemos con atención y busquemos con los 5 sentidos la pizca de humanidad que, los muy desgraciados, encima tienen. Jodidos cracks!!
ResponderEliminarUna buena entrada Dry y me gusta el nuevo diseño del blog ;)
Un abrazote!
Manu UC.
Jajaja Me ha molado mucho este post, estás sembrado.... a mí tampoco me van nada los silencios incómodos, pero tb envidio esa compostura a veces... Genial¡¡¡
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡