sábado, 22 de enero de 2011

¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pagar una multa!

El arte no puede ser copiado; al menos gratis.

Viajar de Madrid a Los ángeles puede suponer, para casi todo el mundo, doce tediosas horas de asiento y azafatas paseando, pero para Patricio implicaba zambullirse en un mundo apasionante de canguros albinos, ranas velocípedas y mariposas sin alas. Habiéndose aprovisionado de su reproductor de DVD y el material videográfico de National Geographic Etiqueta Negra que un agente de Proteger y Servir le regalara, el señor Márquez redescubrió el Parque Guell con toda su fauna de lagartos, gusanos, gatos y aves. Patricio se sentía entonces más afortunado que ningún otro ser sobre La Tierra, y mucho más de lo que se sentiría el burro de Shrek en cuanto fuera multado. Tras bajar del avión cogió un taxi hasta el barrio residencial de Glendale y se personó en la sede de Dreamworks. Encontrar el camerino del burro no fue difícil: siguió el rastro de zanahorias.

- Buenos días. ¿Es usted el burro de Shrek?
- No. Soy su mejor amigo. Burro.
- Bueno, da igual. Vengo a conminarle a pagar una indemnización al autor de esa cara.
- ¿Tengo que pagar a mi dibujante?
- No. Al original. Ha plagiado los rasgos faciales de un político famoso de España.
- Ah, España, México.
- No. España, Europa.
- Pero tendrá que pagar mi creador, no yo que soy un burro.
- No. Según la ley de propiedad intelectual será usted, como beneficiario de la operación, el que debe hacerse cargo de la cuantía de la multa.
- ¿Y si no quiero?
- Llame al ogro. Soy cinturón negro de lucha selvática y experto en llaves anaconda. Me duran ustedes dos telediarios de los de intermedio de partidos. No tienen nada que hacer. Abone, es lo más sensato.
- Muy bien. Que nadie se mueva. Tengo un dragón cargado, y no dudaré en usarlo. Soy un burro cabreado.

El ventanal circular a modo de rosetón del camerino de Burro se hizo añicos ante el vigoroso impacto de un par de fuertes alas membranosas. Un reptil gigante y alado se plantó en la estancia echando humo como un fósforo recién apagado. Patricio decidió que la mordida tigresca no disuadiría al dragón y aceptó irse sin cobrar. Se marchó cabizbajo al aeropuerto y tramitó la denuncia pagando el importe de su propio bolsillo. Más de 600 euros. Adiós al viaje a Kenia. Cuando pisó tierra firme en Barajas se quedó en la pista mientras los aviones despegaban y los pasajeros abrazaban a sus seres queridos. Miró al cielo y lanzó un juramento sagrado:


“A Dios pongo por testigo que no podrán eludirme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pagar una multa de la propiedad intelectual, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pagar una multa!”

6 comentarios:

  1. Pobre Patricio!! Es un incomprendido... pero si el sólo quiere cumplir con su trabajo...

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  2. Las leyes de la Sgae ya traspasan las fronteras, si es que ya les vale... no saliendo de España nos vamos a librar de ellos ;P

    dirty saludos¡¡¡¡¡¡

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  3. ¡A Dios pongo por testigo...! ¿no es eso un plagio? que pague, que pague otra multa...

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  4. Solo tego una frase: buenisimo XD!Es la mejor crítica social que leía en mucho tiempo, original cuanto menos...ya ves, todo se lo lleva el viento, el tiempo...o la SGAE XD!
    Un abrazo!!!
    Favole

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  5. ¡Pero hombre, Hell, que me estropeas el siguiente episodio con tu intuición supina!
    Esperemos que la Ley Sinde no afecte al pobre agente.
    Un saludo

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  6. debo ser de esos bocazas que los echan a mitad de la peli por sus impertinentes comentarios... quizás sea mas bien un poco de mala leche.

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