Son muchos los motivos, y ahora no van al caso, por los que de niño no me gustaba Mary Poppins, ni los repelentes niños, ni el destartalado de Bert, ni el ridículo padre banquero. Eso sí, la madre feminista tenía un punto morboso, aunque eso lo descubrí más tarde. El caso es que esta historia inmortal de la factoría de los sueños fue ganándome poco a poco, según apreciaba diferentes detalles de insignificancia y los cotejaba con mis subjetivas impresiones de la vida. Pronto me pareció que la película, como las obras maestras, se podía contemplar desde lugares muy diferentes, y percibir estratos vitales de distintiva profundidad, según los ojos del espectador.
La trama es más triste de lo que parece: Un ocupadísimo hombre de negocios descuida tanto a sus hijos que se vuelven tan bordes como pijos para gritar al mundo que quieren atención. Así que contratan a una bruja bajada del cielo a paraguazos para que resuelva el tema en plan supernanny. Como siempre, el problema educativo no estará en los vastaguillos de mala madre sino en sus irresponsables progenitores, demasiado ocupados en desahuciar morosos o manifestarse en contra del sujetador con aros oxidables. En ese sentido el filme es asombrosamente moderno y premonitorio.
Lo gracioso es que la niñera utiliza sus poderes sobrenaturales para camelarse a los chavales y luego les hace luz de gas aduciendo que lo que han presenciado es una broma de su imaginación. ¿Y si viéramos la situación como una fantasía de los nenes ante una pseudomadre diez que les presta atención, es equilibrada y pone límites, y todo el rollo de meterse en el cuadro y caminar por las nubes se lo montaban ellos en su psique? No sería muy diferente de Otra vuelta de tuerca, cambiando la inocencia de Pamela L. Travers por el terror de Henry James.
Pero eso parece excesivo. Creamos que Mary Poppins es un hada de verdad y hace magia. Desde luego es muy ventajista por su parte utilizar su poder para educar y boquiabiertar a los diablillos. Yo así también imparto, no te jode. Y el tema de que el padre acabe por darse cuenta de sus defectos y decida priorizar a su familia pasa en todas las comedias americanas, pero no ocurre nunca en la puta vida, porque además que no pueden descuidar su trabajo porque les botan, y más en tiempos de crisis, es que encima son ellos los que no quieren estar disponibles para aguantar a los plastas de sus hijos. Para eso pagan impuestos y academias de repaso.
Luego está Bert. A mí este hombre me da muchísima pena. Es un filósofo sin ningún tipo de estabilidad laboral. Un mal partido. No tiene nada que hacer con la bruja, a la que desde luego le gusta manejar (chelines). Decía que Bert es muy triste. Pinta cuadros por cuatro perras, limpia chimeneas a golpe de escobón, vende globos en la feria, toca veintisiete instrumentos ambulantes. Ni cotiza ni le retienen un duro. ¿Pero no ve que así no se va a ningún sitio? Muy bonito el arte, la felicidad y sonreír a todo quisque. Eres el último mono sentado en el último peldaño de la escalera social. No es de extrañar que Julie Andrews se buscara The sound of music / Sonrisas y lágrimas para pegar un buen braguetazo con los Von Trapp que iban con todo incluído: guita + hijos. Te quitas el currar y los embarazosos partos. Muy cuca, Mary. Sólo que la segunda guerra mundial cas le arruina el invento.
Pues eso, que cada vez me hace más gracia la historia esta, por sus estribillos facilones, por los paseos por los tejados del Londres post-industrial, por las muecas del deshollinador o por el delicado cinismo de la institutriz. Casi me estoy planteando irrumpir mañana en clase por la ventana con un miriñaque de colores y un paraguas que diga gilipolleces. Triunfo fijo.
Lo gracioso es que la niñera utiliza sus poderes sobrenaturales para camelarse a los chavales y luego les hace luz de gas aduciendo que lo que han presenciado es una broma de su imaginación. ¿Y si viéramos la situación como una fantasía de los nenes ante una pseudomadre diez que les presta atención, es equilibrada y pone límites, y todo el rollo de meterse en el cuadro y caminar por las nubes se lo montaban ellos en su psique? No sería muy diferente de Otra vuelta de tuerca, cambiando la inocencia de Pamela L. Travers por el terror de Henry James.
Pero eso parece excesivo. Creamos que Mary Poppins es un hada de verdad y hace magia. Desde luego es muy ventajista por su parte utilizar su poder para educar y boquiabiertar a los diablillos. Yo así también imparto, no te jode. Y el tema de que el padre acabe por darse cuenta de sus defectos y decida priorizar a su familia pasa en todas las comedias americanas, pero no ocurre nunca en la puta vida, porque además que no pueden descuidar su trabajo porque les botan, y más en tiempos de crisis, es que encima son ellos los que no quieren estar disponibles para aguantar a los plastas de sus hijos. Para eso pagan impuestos y academias de repaso.
Luego está Bert. A mí este hombre me da muchísima pena. Es un filósofo sin ningún tipo de estabilidad laboral. Un mal partido. No tiene nada que hacer con la bruja, a la que desde luego le gusta manejar (chelines). Decía que Bert es muy triste. Pinta cuadros por cuatro perras, limpia chimeneas a golpe de escobón, vende globos en la feria, toca veintisiete instrumentos ambulantes. Ni cotiza ni le retienen un duro. ¿Pero no ve que así no se va a ningún sitio? Muy bonito el arte, la felicidad y sonreír a todo quisque. Eres el último mono sentado en el último peldaño de la escalera social. No es de extrañar que Julie Andrews se buscara The sound of music / Sonrisas y lágrimas para pegar un buen braguetazo con los Von Trapp que iban con todo incluído: guita + hijos. Te quitas el currar y los embarazosos partos. Muy cuca, Mary. Sólo que la segunda guerra mundial cas le arruina el invento.
Pues eso, que cada vez me hace más gracia la historia esta, por sus estribillos facilones, por los paseos por los tejados del Londres post-industrial, por las muecas del deshollinador o por el delicado cinismo de la institutriz. Casi me estoy planteando irrumpir mañana en clase por la ventana con un miriñaque de colores y un paraguas que diga gilipolleces. Triunfo fijo.
Jo, Mary Poppins¡¡¡¡¡ Qué recuerdos¡¡¡¡ Cuando la estrenaron en el cine yo era muy pequeña y no me quisieron llevar porque iba a malgastar la entrada ya que siempre me quedaba dormida. Después no recuerdo cuando la vi por primera vez, pero se que me gustó y a la vez se me hizo laaaaarrrrgaaaaaa. Luego, he ido viendo trozos cada Navidad (nunca entera) y los personajes me dejan fascinada. La verdad, no me había parado tanto a pensar en ellos como Drywater. Eso si, Mary Poppins siempre me ha parecido demasiado fría. Y Bert... bueno, no estaba nada mal....
ResponderEliminarPues ahora tengo que ver Mary Poppins de nuevo!
ResponderEliminarNo la recuerdo como favorita, ni siquiera que me hubiera gustado...pero después de este análisis voy decidida a observar a los personajes.
Saludos.
Ya sé: lo que me ponía algo nerviosa era el supercalifragilísticoespiralidoso, creo.
A mí esta película nunca me ha dicho nada. Ni siquera recuerdo cómo empieza ni cómo acaba. Y seguro que en mi niñez la debí de ver unas cuantas veces. Otra más del montón.
ResponderEliminarPues a mí si que me gustaba, pero después de tus palabras no la voy a volver a ver igual ;P
ResponderEliminardirty saludos y buen finde¡¡¡
Pues venga, que la Navidad está encima y la "Mary Poppins" pronto estará de vuelta en nuestras pantallas...a analizarla.
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