Carmelo llegó sangrando abundantemente, con el labio inferior asimétricamente fragmentado en dos por el chorreo incesante de rojo coagulante. Sandra lo vio llegar y dio un grito de susto.
- Lo siento, cariño. Hoy he tenido mal día en el instituto.
- ¿Y eso?
- Nada, los de cuarto, que me han dado varias patadas. Uno me ha partido el labio.
- No puede ser, cielo, algo habrás hecho.
- Sí, Sandra. Resulta que no expliqué bien la generación del 98. En los apuntes que les di faltaba una obra de Blasco Ibáñez.
- Claro. Con razón te han pegado. Es que pareces tonto.
- Lo siento, cielo.
- Espera que se entere tu hijo. Te va a caer una buena.
- Lo sé. Ojalá no me golpee con el cinturón esta vez…
- Eres el profesor más tonto que he visto. ¿Por qué me habré casado contigo?
- No me grites más, Sandra, por favor. Tú no. Tú también eres un adulto.
- Anda calla, ya iré mañana al instituto y diré que fue culpa mía, que te saqué los apuntes de internet.
- No, Sandra, volverán a pegarte por mi culpa. Y ya abortaste una vez a causa de la paliza de los de segundo de bachillerato.
- ¿Y? Si no les explicas bien cómo hacer un comentario de texto es justo que saquen la mano. Si fui yo no fue por amor, sino porque aguanto mejor el dolor físico que tú. A ver si aprendes de una vez.
Carmelo Quinteros besó con amargura el algodón borracho de alcohol, y sus mágicos efluvios le llevaron a un tiempo en el que los profesores enseñaban y los alumnos callaban, los adultos gritaban y los niños pedían perdón, y la culpa, con docente vocacional o mercenario, siempre era del estudiante.
Joder
ResponderEliminaresperemos que no lleguemos a tal punto...
ResponderEliminarVaya drama. Supuran las heridas en la educación. Son tiempos en lo que ya no sólo corren ríos de tinta, desgraciadamente. La selva del aula es espesa, requiere destreza para poder avanzar, dicha y cierta vocación para seguir en ella y suerte para que la tormenta no se abra y provoque el rayo que la parta en dos: profesor vs. estudiante. Apuesten, por favor.
ResponderEliminarDicen que a veces la realidad supera a la ficción. Esperemos que ésta no sea una de ésas.
ResponderEliminarMe parece bastante exagerado.
ResponderEliminarUy,uy!!!! Cómo está el patio!!!
ResponderEliminarCada vez hay peores alumnos, pero también peores profesores. Pero como todo en la vida, un garbanzo negro pudre a los demás.
ResponderEliminarBueno, el patio aún no está así. Sólo estamos en camino. Los profesores, alumnos y padres estamos poniendo todo de nuestra parte para que nos salga un patio como el de 2028.
ResponderEliminarUn saludo