Aquí vas otra vez con tu cara de palo. Regalando felicidad, soltando mierda con la mirada y desecho por la boca. No puedes evitarlo. Te ha podido el mundo y sientes que cualquiera está mejor que tú. Tienes envidia del que pasa, del que no pasa y del que no tiene piernas. Por eso te amargas. Pero eres generosa y quieres compartir tu malsabor con los demás. Lo consigues con tus ojos torvos y tus frases desafectadas. Provocas duda o resquemor con tu apabullante agresividad verbal, con tus miradas despectivas, con tus explicaciones impacientes, corridas y desganadas. Tu vida es un asco y quieres colaborar en arruinar las ajenas. Ni siquiera te das cuenta de que eres una sota emborrachada de vinagre y limón. Sólo te lo planteas cuando una sota más avinagrada te contesta mal, dejando tu grosería habitual en quejido infantil. Y aún te preguntas por qué está tan amargada. Igual solamente hablabas con el espejo. Tal vez ya nadie quiere verte, ni escucharte, ni estar cerca de tu cara de pasa. Tal vez tengas motivos. Todos los tenemos. El mundo y las sotas como tú aún no nos habéis quitado la sonrisa de la cara y, a algunos, nunca lo haréis.
yo conozco muchos de esos, estan por todas partes y no me gustan nada
ResponderEliminartampoco vas a estar todo el día riendo como si estuvieras fumao, no?
ResponderEliminarLa risa es ese sexto sinsentido que da sentido al resto de los sentidos. Por eso, profanarla en cara ajena no es más que la desdicha del que anhela poseerla. Pero la sota lleva sotana casi siempre.
ResponderEliminarTan malo es ser una persona sota, como una persona de esas falsas e hipócritas que te sonríen como si se les fuese a desencajar la mandíbula y luego te dan una puñalada por la espalda.
ResponderEliminarLa hipocresía parece peor...
ResponderEliminarEstoy contigo. La gente amargada da asco. Que tomen allbran
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