miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Somos corrompibles?

La solución se la brindo rápido y no tienen ni que seguir leyendo: sí, absolutamente.
Potencialmente todos podemos caer en el lado oscuro de la fuerza a poco que nos tienten con unos oportunos, despreciables y asquerosos incentivos. Pero llevarlo a cabo… ah, amigo, eso es otra historia más chunga que vender bikinis en el Polo Norte.
Y ahí quería yo llegar –no al Polo, sino al delito de facto–. ¿Qué causa la perdición en unos y por qué no en otros? ¿Por qué algunos sucumben con facilidad y otros necesitan taza y media de tentación ofrecida por una exuberante demonia de cuernos operados y sonrisa fatal? ¿Acaso hay algo más aparte de nuestra conciencia para traspasar los límites de la moralidad?
En esta sociedad en crisis, con tanta gente regateando la pobreza con menor o peor fortuna, con tantos caudales acumulados en las mismas cajas fuertes, por motivos de estraperlo legal o mangoneo sumergido, que para el caso lo mismo da que se autoconcedan indemnizaciones millonarias o que se lleven la pasta a la brava y sin preguntar, en esta sociedad pútrida y ennegrecida como las relucientes tarjetas Black, decía, no se sabe si todos los corruptos lo son por enfermedad, vicio, oportunidad o impunidad. No es lo mismo tener poca conciencia que sensación de blindaje.
Las personas tienen un punto de incorruptibilidad que se supera con mayor o menor dificultad en cuanto las circunstancias acompañan y uno se siente amparado por su zona de confort. Hay fronteras que nunca cruzaremos, pero no se puede determinar hasta dónde manda la moral y cuándo empieza el temor a ser reprendido. En los exámenes escolares, por ejemplo, nadie deja de copiar por dilemas de conciencia. No. Lo único que mantiene a los zagales alejados de la corrupción es el mismo miedo a las seguras represalias. Garantizando un riesgo cero, todos copian hasta las erratas.
Si los políticos y los criminales cometen fraude, robo o cualquier otro hecho delictivo es porque tienen mayor hambre que prudencia, porque su ansia de acaparar les enloquece; o porque las medidas de control están fallando y se sienten más arropados que un roedor en un almacén de pieles. No. No existe la pureza. Si pudiéramos ser Mister Hyde y cometer mil atrocidades sin ser vistos, a buen seguro las haríamos. La conciencia no es más que un mini demonio disfrazado de ángel que te dice que seas bueno cuando lo que quiere es que no te juegues el cuello. La honestidad, casi siempre, es miedo a dañar nuestra imagen a los ojos de los demás.

3 comentarios:

  1. La pregunta es obvia

    Nuestro pais es un Pais lleno de ladrones incluida nuestra propia Monarquia

    Y que ocurre?

    Como siempre nada,,impotencia total,,Unos meses u años en la carcel y cuando salen fuera irán a recoger su dinero a los paises fiscales donde los han guardados y los españolitos de a pie pagando cada vez más

    Soy pacifista pero ya es demasiado!!!

    No sé si seguiremos aguantando..Ahora luchan y te ofrecen de todo para ver quien entra y sigue robando..
    No sé que decirte..Pienso de todo,,

    Gracias por compartir
    Con cariño Victoria

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  2. Dicen que todo el mundo tiene un precio...En esto va incluida la prostitución ética y moral, la avaricia, el afán de poder y el de enriquecerse...Todos tenemos un lado oscuro pero como bien dices, llevarlo a cabo es otra cosa.
    Lo que también comparto y no sabes de qué manera, es que ya veo en la honestidad el miedo a dañar nuestra imagen de cara a la galería y esto ¿sabes lo que significa?...Pues sí!, que ni tu ni yo apostamos nada por nuestra especie.

    Un abrazo!

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  3. Cuanta más sensación de impunidad, más valentía. Y si no mira lo de Aguirre, no tiene que ver con el dinero, pero igualmente, ella sabía perfectamente que no iba a pasar absolutamente nada; se empieza metiendo mano en la caja y se termina saltando por encima de cualquier ley o viceversa.

    Es triste, pero cuanto más dinero manejas más sencillo es que se vayan desviando fondos, una vez leí que todos somos corruptos, ¿quién no se ha llevado un boli por error? ¿quién no ha impreso alguna cosa personal en el trabajo? son pequeñas cosas, pero cada uno las que va teniendo a su alcance. Nosotros bolis, otros unos cuantos miles de euros.

    Tal vez es cuestión de educación, dicen, porque tampoco lo tengo nada claro, que en otros países robar un boli o colarse en el metro ocasiona un cargo de conciencia tan grande al que lo hace que al final decide no hacerlo, si desde esa base esto es así, puedo imaginar que a gran escala tampoco se roba como aquí.

    Supongo que todo es exponencial y que muchos de estos desfalcos los permitimos y hemos permitido nosotros con nuestra inactividad, pasotismo o llámalo como quieras. Cada día un nuevo caso de corrupción y aquí no dimite ni dios ni salimos como locos a exigir sus cabezas. Llámame pesimista, pero no veo solución alguna en un país que permite que le roben en la cara.

    Salud.

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