viernes, 23 de agosto de 2013

Queridos amigos de la fauna ibérica

Nos encontramos hoy por tierras viguesas en busca de una especie autóctona de nini pontevedrés. Estamos apostados en nuestro refugio y repentinamente percibimos una manada en la noche. Son las 4:55. En efecto. En la terraza del bar de abajo cuatro ejemplares de macho vigués comienzan el ritual de apareamiento frente a la hembra que les acompaña expectante.
El macho Delta y el Gamma se mantienen a la espera, sabiendo que la hora de la cópula está lejos para ellos. La hembra exhibe sus encantos estratégicamente posicionada sobre la silla de plástico mientras tontea insinuante con un botellín de quinto. Todo esto, queridos teleespectadores, es una suposición. No llevamos los prismáticos y la planta sexta del hotel de dos estrellas sin aire acondicionado donde nos alojamos está muy lejos del escenario del apareamiento.

En este momento comienza el ritual. El macho Alfa tiene las piernas apoyadas en señal de dominio sobre la silla del macho Beta. Alfa desea la confrontación con Beta para comenzar el cortejo y conseguir, a la vez, ratificar su posición como líder de la manada. Alfa provoca a Beta verbalmente hasta que éste último salta. Se pone de pie de un brinco y golpea a Alfa en las piernas. El líder de la jauría se levanta dispuesto a aceptar el desafío de Beta. Comienzan la ceremonia con una serie de estudiadas maniobras taekwondesas. El aspirante, ante su manifiesta inferioridad, intenta exhibirse con una patada voladora con giro. Demasiado aparatosa. El macho Alfa la intercepta y humilla a Beta. Cuando la pelea ya está concluida, en un burdo y poco honorable intento de luchar por la hembra, el perdedor ataca a traición. Alfa le sacude e inmoviliza con facilidad. Cuando parece que el odio entre ambos contendientes ha llegado al límite, y el cámara de la expedición teme por la suerte del cachorro, los dos machos se dan la mano como colegas. Ésta es una costumbre muy frecuente del nini común: primero matarse a hostias gratuitas y luego arreglarlo todo con un apretón de manos.
En ese momento la hembra –que también a buenas horas, mangas verdes– dice: “Va, dejadlo ya, va”. Pero Beta, una vez aceptada su posición de sumisión una vez más, recurre a una maniobra artera: sabiendo que Alfa está en equilibrio, arrastra la pata de su silla y el líder de la manada da con sus huesos en el suelo, ante las risas de Gamma y Delta.
Termina el ritual y los amigos de la fauna ibérica podemos volvernos a la cama. Debido a la actividad nocturna en la periferia próxima, que nos ha tenido en vela media madrugada, el avistamiento de aves en las islas Cíes será muy duro. Lo mismo hay que meterle horas a la playa.

2 comentarios:

  1. Félix Rodríguez de la Fuente no habría narrado mejor esta ceremonia del nini poligoneris. Yo he estado cerca de Ferrol, pero en una vivienda de turismo rural en medio del bosque. Lo cierto es que, en algunos momentos, había hasta demasiada tranquilidad ;) ¡Pasadlo bien!

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  2. Entre "cos", chonis, ninis... vaya panorama.

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