domingo, 10 de febrero de 2013

Corrupción en las aulas

Me decía un compañero, a propósito de las apropiaciones indebidas en el trabajo, que el que puede sisar algo lo hace: el conserje un paquete de folios, el pizzero un frasco de alcaparras y el ministro una escapadita romántica.
Casi nadie es legalista al cien por cien. Y algunas prebendas se presuponen del cargo. No veo yo a los guardias civiles pagando las multas que les han puesto de paisano, ni al acomodador de sala pagando el cine.
Dando pues por sentada tamaña generalidad, surge la gran pregunta: ¿Hace trampas el que puede o el que quiere? Partiendo de que muchos privilegios se asumen como legales  –¿se imaginan al Príncipe Felipe pagando entrada en la final de la Copa del Rey?–, hay acciones que bucean en la inmoralidad y otras que flotan livianamente sobre ella.
En los institutos, como en todas partes, hay chanchullos más o menos “lícitos”. Los profesores eligen los libros de texto y las editoriales lo saben. Una decisión relativamente arbitraria supone cuantiosas ganancias. ¿Por qué no “convencer” a los docentes con pequeños obsequios personales? La crisis ha limitado la oferta al mínimo, pero hasta hace poco pen-drives, fundas, pósters, agendas, bolis, calefactores, charlas de nativos, condones comerciales, diccionarios, hasta portátiles eran regalos frecuentes. Un abanico cuestionable. Otra cosa es el material escolar para docentes, que siempre ha sido y será gratuito (faltaría más). La legitimidad entre unos y otros la dejo a criterio del lector.
Pero hay una frontera que no se puede cruzar. Y pese a ello, hace poco vi como se atraviesa. Les pongo en harina. Una sobreestimación monetaria supuso recaudar de los alumnos más dinero del necesario para una actividad escolar. La cantidad no era significativa, pero mi estimada jefa –nefasta y chunga donde las haya– decidió que, aprovechando la enésima reunión vespertina, lo más justo era irnos a comer con dicho remanente, y lo justificó hablando de la injusticia de la educación, del aumento de carga lectiva, reducción de salario y misma e injusta (des)consideración social.
El estupor inicial dio paso a una lúdica confusión, peticiones personales como pen-drives, etc y las bromas ocultaron un hecho impepinable: nadie quería aprovecharse de ese dinero. Lo comentamos a posteriori y nos negamos a participar de aquello. El cerebro de la trama se desmarcó enseguida de su culpa: que si todo se había sacado de contexto, que si era una broma inocente, que si no tenía importancia… Pero sabemos que no le hizo ni puta gracia. Quiere el corrupto compinches tan untados como él y así asegurarse que no le traicionarán.  En un arrebato de fingida dignidad se negó a soluciones intermedias –guardar el dinero para la próxima actividad, comprar materiales, sortear cuatro chuminadas–. Ya solo valía, no sé si por un ataque de honestidad o por simples ganas de joder, sino devolver cada céntimo a su legítimo propietario. Todos nos sentimos mejor así. Todos menos ella. Ahora ya sé dónde nace la corrupción. Tampoco me sorprendió encontrarla allí donde escaseaban muchas otras virtudes. A perro flaco todos son pulgas.
PD: Lo de los condones era broma. Eso o tienen la publicidad en la última vuelta.

6 comentarios:

  1. De la honestidad hemos estado hablando esta mañana en el bar. A ver, tú estás en el PP y ves que tus compañeros se van llevando "sobrecitos" de manera continuada durante años y no pasa nada. ¿De verdad tendrás la fuerza de voluntad suficiente para no aceptar tú tambien un "sobrecito"?La carne es débil.

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  2. Me alegra ver que pese a estar en una sociedad donde el que no mete la mano es tachado de "pringao" todavía queda gente honesta.

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  3. Es muy molesto tener compeñeros de trabajo que aprovechan la mínima ocasión para "rapiñar" hasta un boli...y encima buscan la complicidad de otros para sentir que lo están haciendo bien. El dicho al revés: no solo hay que parecer bueno, sino serlo.

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  4. Gran entrada Drywater, de nuevo tus verdades como puños certeros!...

    Un abrazo

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  5. Luego lo justificamos todo con era una broma y listo. Pagaría por ver la cara se le quedó cuando el resto (menos mal que sigue quedando gente honesta) no se sumó a su vil iniciativa.

    un abrazo¡¡¡¡¡

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  6. Jajaja me quedo más tranquilo sabiendo que no regalan condones al profesorado...

    La corrupción existe en casi cualquier sitio, siempre a la escala que está al alcance de cada mano y se hace grande cuando muchos siguen el juego y encubren porque si todos ríen la gracia nadie tiene en la conciencia que está haciendo algo que no se debe.

    En fin, esta entrada me dio para recapacitar.

    Un abrazo.

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