jueves, 16 de junio de 2011

El huerto de pimientos

No recuerdo bien si alguna vez les he hablado de mi trabajo. Soy un campesino sin tierra, un labrador sin campo. Trabajo el terruño de otros a cambio de un puñado de euros. No soy Lobezno, pero soy bueno en mi trabajo.
Cada otoño pruebo suerte como temporero. Suelo conseguir tajo pues estoy bien considerado. Hay gente con mayor caché que labra peor. Incluso algunos agricultores con terreno propio son a veces pésimos con la azada o el tractor. También conozco campesinos más diestros a los que no se les hace justicia.
Esta temporada me contrataron en un campo de hortalizas prestadas. Los dueños traen la semillas y se las ceden al patrón para que de ellas saque hermosos frutos y lozanas verduras. El cliente siempre paga por la siembra, cultivo y recolección, tanto si han salido espléndidos como si se han podrido a mitad de camino.
El caso es que llegué para hacerme cargo de cinco huertos: dos de sandías, dos de pimientos y uno de melones. Tenía que cuidar a turnos cuatro de ellos, y responsabilizarme totalmente del quinto, uno de pimientos. Desde el principio me vendieron que mi huerto de pimientos era una maravilla. Las piezas eran robustas y lozanas, y aglutinaban exóticas variedades: de Padrón, verde, amarillo, rojo, de piquillo, jalapeño, ñora, chile, choricero, jalapeño, tabasco, guindilla, morrón… así hasta 24.
Pero pronto surgieron las dificultades. Algunos estaban mal asentados, otros no acababan de madurar, uno incluso ni siquiera era pimiento, sino pepino extraviado. Tuvimos que trasplantarlo rápidamente al huerto de pepinos.
Pasaron los meses y me acostumbré a mis pimientos. Los regaba por el día y los acunaba por las noches. Los dueños los visitaban con frecuencia, y salieran bonitos o feos, siempre reconocían mi esfuerzo. El duro invierno se cobró otra de mis piezas, un chile guajillo de estupendas semillas pero extraño desarrollo. Se lo llevaron a un suelo más acorde a sus características sin que aquí supiéramos hacer nada más por él. Casi al final de la temporada me sembraron otro pimiento, tipo ñora y poco acostumbrado a estas latitudes.
En primavera contemplé cómo muchos de mis vegetales se arrugaban o marchitaban. Estaban verdes como bambú de tres semanas y no parecían madurar lo suficiente. Los jefes estaban preocupados. Los dueños, más todavía.
Yo, sin embargo, no perdí la fe en mis pimientos. Recé por ellos, vertí sobré sus rabos la mejor y más fresca de las aguas de riego, peiné sus hojas al viento, moví su tierra cuando había que echar buenas raíces y me preocupé de que pudieran crecer con la lluvia y brillar con el sol.
El verano cierra la temporada de pimientos y mi contrato con el campo de hortalizas finaliza en un par de semanas. Muchos de los jalapeños, guindillas, verdes, piquillos y chiles han crecido bien. La próxima temporada los llevarán a un huerto superior para que acaben de madurar y se conviertan en excelentes ingredientes, frituras, acompañamientos y ensaladas. Algún que otro choricero, morrón y tabasco tendrá que quedarse un año más en el sitio para nutrirse adecuadamente. No tengo muy claro que su aprovechamiento de la madre tierra sea mejor de lo que ha sido este año, pero eso ya es otra historia.
Lo único seguro es que un campesino sin tierra amarrará su hato, recogerá su paga en el morral y se marchará con el sol, pensando en que aquel huerto de pimientos era el más bonito que nunca tuvo entre sus manos. Tal vez se dé la vuelta antes de partir. Es posible que murmulle algo al viento del atardecer. Si ustedes pueden darle al zoom de la estampa y leer los labios del labrador deshuertalizado tal vez puedan interpretar en ellos un juramento que diga “volveré”.
Pero si no volviera, porque el que no posee tierra propia no siempre puede decidir por dónde pisa, el labriego nómada de seguro imaginará que sus pimientos se harán gordos y relucientes, y serán la envidia de coles y tomates. Al final, poco importa la siembra o el sembrador. Lo importante eran las hortalizas.

11 comentarios:

  1. Dry, todos hemos cuidado de nuestro peculiar huerto de pimientos alguna vez, conforme he empezado a leer tu relato pensaba comentarte alguna coña del tipo 'Mientras alejes tus pepinos de Alemania y de la política todo te irá bien y no habrá que preocuparse tanto' pero, según he avanzado en la lectura me he dado cuenta de que lo que siembras con tu relato no son sandías, melones o pimientos... Sino una sabia lección.

    Un abrazo enorme,

    Manu UC.

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  2. Creo haber entendido bien tu relato, que como bien dice Manuel esperaba alguna coñas de las tuyas... bueno, no sé si será un descanso estival y si te veremos a la nueva temporada de cultivo, en cualquier caso puedes estar orgulloso de tu siembra...

    un abrazo amigo¡¡¡

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  3. Lucas desde aqui un pimiento te dice que muchas gracias por este año, y por habernos cultivado tan bieeeeenn :D
    Se feliiiiiz.

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  4. ¡Socorro! Bob Esponja revelando mi identidad secreta.
    A los demás qué os voy a decir: mucho pimiento para tan poco labrador.
    Por cierto, Manu, los melones sí eran melones, pero de los gordos :) Y tú layki no te chives de este comentario.

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  5. ¡Segundo pimiento en comentar! Y digo lo mismo que Laikiri: gracias por este año y… siempre han dicho que las segundas partes nunca fueron buenas, pero, si por mi fuera, volverías solo para ser la excepción que confirma la regla ;)

    Que te vaya bonito acabes donde acabes 

    PD: si Laikiri no se chiva lo haré yo ( si me acuerdo) … muahahahahahá!

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Que mala es la mooody... Bueno, aqui el pimiento amarillo que espero volver a verte, por que gracias a ti tuve un año escelente. Pero si no te vemos a ver esperamos que vengas a visitarno, se feliz donde estes y que enseñes mucho mas.
    PD: Si las dos pimientos no lo dicen yo lo hace Muahahahah!!X2

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  8. El pimiento amarillo fijo que es alargado y juega al baloncesto.
    Muchas gracias por vuestras palabras. Me siento como un enfermo terminal :)
    Un abrazo de camiseta mojada

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  9. Al habla otro pimiento! un poco tardano, me estaba terminando de sembrar. Bueno Lucas, como ya te dije en su momento en persona que creo que vale mucho mas que por aqui, un placer haberte tenido como tutor, y que no espero tener otro tutor el año que viene que no seas tu (: Cuidate mucho y espero que hasta el año que viene.

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  10. Resulta que el pimiento amarillo no era de pelos, sino una estupenda variedad asiática de las buenas. Respecto al pimiento tardano, que con ese apellido no tengo muy claro quién pueda ser, de seguro será gordo y lustroso.
    Con estas cosas uno ya tiene ganas de coger la azada de nuevo, pero sólo a ratos. Luego se pasan.
    Un abrazo

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