Luis Mateo Sanjuanes –Cuadrícula de Excel– era el mejor agente de campo. Se conocía el código penal de memoria, la constitución en seis lenguas cooficiales y el reglamento de régimen interno con sus excepciones y variantes. Era el más rápido rellenando formularios y denuncias, el más avezado a la hora de vislumbrar soluciones legales y el más imaginativo para resolver casos presuntamente imposibles. No era extraño que Cuadrícula de Excel despertara en Más Largo que un Día sin Pan una contradictoria mezcla de admiración soberana y envidia latente. Descubrir que Cuadrícula de Excel se había dejado seducir por el lado oscuro suponía un mazazo anímico tremendo para el estirado. Largo sentía que su fe en la justicia y la verdad se tambaleaba; que su adoración y fervor por el policía legalista crecía y se corrompía a un tiempo; y que sus más profundos sentimientos hacia la policía más tierna, hermosa y bondadosa de Proteger y Servir afloraban presos de oscuros presagios y aterradores indicios tanáticos.
Aquella mañana los pantalones reglamentarios parecían más cortos que nunca. ¿Qué coño miras? y Bollitos Martínez le observaban desde su banco con una mezcla de fingida educación y risa contenida. Era difícil ver a ¿Qué Coño Miras? riéndose, por eso Más Largo que un Día sin Pan no se tomó a mal la burla a su uniforme descuajeringado. Decidió encasquetarse el cinturón por debajo del ombligo y tapar así seis centímetros más de tobillo. Largo descubrió que era mucho más cómodo llevar así los pantalones, por mucha hucha que su chaqueta al límite enseñara. Cuando salió del vestuario los dos agentes contemplaron el corte naciente de sus nalgas asomantes y estallaron de espontánea felicidad. Largo se volvió desafiante y Bollitos se asustó, pero ¿Qué Coño Miras? cambió la hilaridad por una expresión torva y desafiante mucho más acorde con su pseudónimo. No era frecuente ver a Largo tan agresivo y poco amistoso, pero el pulso se mantuvo durante incontables segundos. En poco tiempo se hizo un corrillo de policías hambrientos de barro: Vaya Marrón, Geriatriz, Gorra Torcida, Carapan con Sésamo, Pies Mogolluna, Merengona, Espeso pero Revenido y Tendencias.
La cosa no pasó a mayores. Sota de Espadas y Gordo pero que Manda Más que el Rey cortaron la esperada trifulca con el briefing de las 8. Los jefes sólo hablaron de casos habituales de botelloneros de once años los martes por la tarde y sustracciones de malvadas marujas en los chinos, pero remataron la mañana con una primicia tan inesperada como indigesta: Cuadrícula de Excel volvía a Proteger y Servir desde la Central. Los compañeros se levantaron a su paso y aplaudieron al funcionario a su paso. No es que les cayera especialmente bien un tipo meticuloso y legalista como Excel, pero gustaban de celebrar cualquier gilipollez y revestirla de acontecimiento histórico. Cuadrícula saludó someramente, dijo seis palabras estudiadas y vacías y se sentó en primera fila a escuchar el resto del discurso de Gordo. Día sin Pan tenía la mirada perdida en la nuca de Cuadrícula de Excel. No podía ver su cara, pero sentía que se reía malvadamente.
Cuando Largo se ajustaba la porra y las esposas en el cinturón como último escalón del ritual pre-ronda, atisbó en el escritorio de Excel una foto en blanco y negro de Guapo con Ganas. Se paró frente al perfeccionista agente de oficina y cruzaron fuerzas en un diálogo intenso.
–No te saldrás con la tuya –dijo el alto.
–No sé de qué me hablas –respondió el cuadriculado.
–Lo sabes muy bien. –Largo contempló la expresión coqueta de Guapo con Ganas, el agente presumido apuñalado por error en el cine Marlon. No sabía si su muerte había sido orquestada por Excel o simplemente aprovechaba la coyuntura para desconcertarle todavía más. –Sé que eres tú el oscuro malechor en la sombra.
–“El oscuro malechor en la sombra” –se burló Luis Mateo Sanjuanes–. Deberías oírte, Largo, te estás cursilizando desde que te asignaron a Elfo.
Día se abalanzó sobre Excel y lo agarró vehementemente de la camisa con tanta fuerza que la chapa policial se le clavó en los dedos hasta chupar sangre. La mirada la tenía perdida en desesperación y miedo a perder su ángel, y todo ello su enemigo lo sabía. Largo comenzó su amenaza pero nunca pudo terminarla.
–Como le pase algo a Ojos Almendr…
–Largo, largo de aquí –gritó Sota de Espadas–. Le recuerdo a usted que Excel es su superior. Se le abrirá expediente por esto. A ver si se echan un polvo de una vez la pava y usted, lo necesitan.
Día sin Pan tragó humillación, odio y rabia hasta ahogarse tres veces. Su rostro se encarnó hasta asfixiarse en frustración mientras varias locuras luchaban por captar el control de sus movimientos. Deseaba sacar la porra y metérsela en la boca a Sota de Espadas, lo cual suponía arresto de seis a doce meses y expulsión del cuerpo de por vida; también quería desenfundar el 38 y vaciar el cargador en las gafas de pasta de Cuadrícula, lo que implicaba de doce a veinticinco años de prisión; por último, se le ocurrió también coger a Sota, ¿Qué Coño miras? y Excel y enviarlos a las selvas de Colombia con el uniforme de las FARC para que Machote hiciera el trabajo y disfrutara con ello; para esto último no había nada legislado, pero era harto inviable.
Ojos Almendrados de Elfo solucionó la incógnita agarrando a Largo por el brazo, con tierna firmeza, y secuestrándolo de su propia enajenación mental transitoria. Cuatro manzanas más abajo su fiel compañero se lo agradecería, pero de momento la impotencia se llevaba todos sus impulsos. Antes de irse pudo ver el brillo en los ojos de Excel. Sin decir nada, estaba confesando que él era el malo y que le llevaba dos o tres pasos de ventaja.
Aquella mañana los pantalones reglamentarios parecían más cortos que nunca. ¿Qué coño miras? y Bollitos Martínez le observaban desde su banco con una mezcla de fingida educación y risa contenida. Era difícil ver a ¿Qué Coño Miras? riéndose, por eso Más Largo que un Día sin Pan no se tomó a mal la burla a su uniforme descuajeringado. Decidió encasquetarse el cinturón por debajo del ombligo y tapar así seis centímetros más de tobillo. Largo descubrió que era mucho más cómodo llevar así los pantalones, por mucha hucha que su chaqueta al límite enseñara. Cuando salió del vestuario los dos agentes contemplaron el corte naciente de sus nalgas asomantes y estallaron de espontánea felicidad. Largo se volvió desafiante y Bollitos se asustó, pero ¿Qué Coño Miras? cambió la hilaridad por una expresión torva y desafiante mucho más acorde con su pseudónimo. No era frecuente ver a Largo tan agresivo y poco amistoso, pero el pulso se mantuvo durante incontables segundos. En poco tiempo se hizo un corrillo de policías hambrientos de barro: Vaya Marrón, Geriatriz, Gorra Torcida, Carapan con Sésamo, Pies Mogolluna, Merengona, Espeso pero Revenido y Tendencias.
La cosa no pasó a mayores. Sota de Espadas y Gordo pero que Manda Más que el Rey cortaron la esperada trifulca con el briefing de las 8. Los jefes sólo hablaron de casos habituales de botelloneros de once años los martes por la tarde y sustracciones de malvadas marujas en los chinos, pero remataron la mañana con una primicia tan inesperada como indigesta: Cuadrícula de Excel volvía a Proteger y Servir desde la Central. Los compañeros se levantaron a su paso y aplaudieron al funcionario a su paso. No es que les cayera especialmente bien un tipo meticuloso y legalista como Excel, pero gustaban de celebrar cualquier gilipollez y revestirla de acontecimiento histórico. Cuadrícula saludó someramente, dijo seis palabras estudiadas y vacías y se sentó en primera fila a escuchar el resto del discurso de Gordo. Día sin Pan tenía la mirada perdida en la nuca de Cuadrícula de Excel. No podía ver su cara, pero sentía que se reía malvadamente.
Cuando Largo se ajustaba la porra y las esposas en el cinturón como último escalón del ritual pre-ronda, atisbó en el escritorio de Excel una foto en blanco y negro de Guapo con Ganas. Se paró frente al perfeccionista agente de oficina y cruzaron fuerzas en un diálogo intenso.
–No te saldrás con la tuya –dijo el alto.
–No sé de qué me hablas –respondió el cuadriculado.
–Lo sabes muy bien. –Largo contempló la expresión coqueta de Guapo con Ganas, el agente presumido apuñalado por error en el cine Marlon. No sabía si su muerte había sido orquestada por Excel o simplemente aprovechaba la coyuntura para desconcertarle todavía más. –Sé que eres tú el oscuro malechor en la sombra.
–“El oscuro malechor en la sombra” –se burló Luis Mateo Sanjuanes–. Deberías oírte, Largo, te estás cursilizando desde que te asignaron a Elfo.
Día se abalanzó sobre Excel y lo agarró vehementemente de la camisa con tanta fuerza que la chapa policial se le clavó en los dedos hasta chupar sangre. La mirada la tenía perdida en desesperación y miedo a perder su ángel, y todo ello su enemigo lo sabía. Largo comenzó su amenaza pero nunca pudo terminarla.
–Como le pase algo a Ojos Almendr…
–Largo, largo de aquí –gritó Sota de Espadas–. Le recuerdo a usted que Excel es su superior. Se le abrirá expediente por esto. A ver si se echan un polvo de una vez la pava y usted, lo necesitan.
Día sin Pan tragó humillación, odio y rabia hasta ahogarse tres veces. Su rostro se encarnó hasta asfixiarse en frustración mientras varias locuras luchaban por captar el control de sus movimientos. Deseaba sacar la porra y metérsela en la boca a Sota de Espadas, lo cual suponía arresto de seis a doce meses y expulsión del cuerpo de por vida; también quería desenfundar el 38 y vaciar el cargador en las gafas de pasta de Cuadrícula, lo que implicaba de doce a veinticinco años de prisión; por último, se le ocurrió también coger a Sota, ¿Qué Coño miras? y Excel y enviarlos a las selvas de Colombia con el uniforme de las FARC para que Machote hiciera el trabajo y disfrutara con ello; para esto último no había nada legislado, pero era harto inviable.
Ojos Almendrados de Elfo solucionó la incógnita agarrando a Largo por el brazo, con tierna firmeza, y secuestrándolo de su propia enajenación mental transitoria. Cuatro manzanas más abajo su fiel compañero se lo agradecería, pero de momento la impotencia se llevaba todos sus impulsos. Antes de irse pudo ver el brillo en los ojos de Excel. Sin decir nada, estaba confesando que él era el malo y que le llevaba dos o tres pasos de ventaja.
El agente cuadriculado, el presumido, el que se aburre soberanamente, el chulo, el agresivo... Un repaso surrealista a los "cuerpos" de seguridad. Los sobrenombres, geniales.
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