Lo primero que notó Largo al despertar es que un ruido seco es peor que un reloj de alarma. Lo segundo fue que la chapa de policía local de Elfo se le había marcado en la mejilla, lo que equivalía a haber dormido sobre sus pechos de ensueño y no haberse dado cuenta de nada. Lo último que percibió es que la sangre se le había subido a una parte muy especial de su anatomía. Volvió de Morfeolandia entonces la rubia más bonita con uniforme y se levantó medio dormida. Largo se puso también de pie un tanto raro por la situación y marcó una pronunciada erección en el tejido de sus pantalones reglamentarios. Elfo lo notó y no sabía que decir.
- Vaya. Qué corte, ¿no? –dijo la chica asesinada en rubor.
- No, oye, espera, que no es lo que parece –balbuceaba Día tapándose el argumento delator–, que, que esto n-no, no, no significa e-e-eso. Que esto pasa cuando los hombres se despiertan, es muy común. Es para purgar la poll…la sangre. Dios, que incomodidad.
- Dímelo a mí, Romeo.
La conversación de besugos podía haber durado siete u ocho sonrojos más, pero un nuevo ruido captó su atención. Algo se cocía ahí fuera. Elfo quería salir pistola en mano pero Largo le suplicó que esperase, que no podía apuntar a alguien con las dos pipas a la vez. Se moría de vergüenza de estar empalmado, pero le parecía mucho más surrealista detener a alguien con semejante oda a la viagra. Optaron pues por avanzar sigilosamente y en silencio. Los sonidos les llevaron hasta la puerta de servicio, donde el guarda de seguridad metía varias prendas de vestir en un plástico gigante y luego, aprovechando el ángulo muerto de la cámara de vigilancia, introducía el paquetón en el contenedor de residuos. Después echó la persiana y volvió a conectar la alarma. Nada más darse la vuelta topó con Elfo y Día sin Pan. No intentó escapar ni ofreció resistencia. Simplemente rompió a llorar. Largo agradeció la respuesta, pues aún se encontraba en modo morcillón y pasaba apuro. Ojos le echaba miradas disimuladas. Desde luego estaba bien dotado.
Daniel Zarzolé llevaba diez años como vigilante nocturno en los almacenes RYC. Su trabajo era tranquilo porque se desarrollaba en el interior aunque no dejaba mucho sueldo. Es por ello que desde hacía dos años y medio se dedicaba a alquilar clandestinamente por horas la ropa de la planta de caballero, siempre en horario nocturno. Él sacaba las prendas solicitadas al dar las once y se las devolvían antes de las 8 de la mañana. Su socio estaba en paro y era el que se encargaba de entregar el género y cobrar el alquiler. No era mucho dinero, pero conseguían sacar 800 euros mensuales por cabeza. Dani tenía un listado hecho a mano, pero muy completo, con todos los clientes y los artículos prestados. El abrigo adobado lo había pagado un tal “aspa verde”. Los dos agentes cerraron el servicio de alquiler y las pesquisas esa misma noche. Cuando apareció el socio Largo sacó de su bolsillo un fajo de fotografías atrapadas por una goma. Ahí estaban Vaya Marrón, Más Largo que un Día sin Pan , Gorra Torcida, Sota de Espadas, Cuadrícula de Excel, Ojos Almendrados de Elfo, Gordo pero que Manda Más que el Rey, el fallecido en acto de servicio Guapo con Ganas, Machote, Bollitos Martínez, Carapán Consésamo, Jovellana Violácea Flores, Geriatriz, ¿Qué Coño Miras?, y muchos otros. El socio no era muy listo pero sí buen fisonomista. De entre todas las fotos de policías de la ciudad reconoció a uno de ellos como “aspa verde”.
Elfo y un cariacontecido Largo cerraron el negocio de Dani guarda de seguridad, pero no le detuvieron ni dieron parte. A las dos semanas el vigilante y su amigo encontraron otro medio de sacar dinero: Dani se dedicó a escanear libros para que la gente se los pudiera descargar en Internet. El socio directamente los copiaba en Word, pero por eso le pagaban menos y llevaba mucho más tiempo.
Durante tres días la fotografía del policía señalado por el socio fisonomista se grabó a fuego en la mente de Largo. Todavía no le había revelado a Ojos Almendrados de Elfo la identidad del adobador. Si antes temía por la seguridad de su amiga, compañera y tal vez algo más en un futuro lejano, en esos momentos estaba absolutamente derrotado. El agente señalado era Cuadrícula de Excel.
- Vaya. Qué corte, ¿no? –dijo la chica asesinada en rubor.
- No, oye, espera, que no es lo que parece –balbuceaba Día tapándose el argumento delator–, que, que esto n-no, no, no significa e-e-eso. Que esto pasa cuando los hombres se despiertan, es muy común. Es para purgar la poll…la sangre. Dios, que incomodidad.
- Dímelo a mí, Romeo.
La conversación de besugos podía haber durado siete u ocho sonrojos más, pero un nuevo ruido captó su atención. Algo se cocía ahí fuera. Elfo quería salir pistola en mano pero Largo le suplicó que esperase, que no podía apuntar a alguien con las dos pipas a la vez. Se moría de vergüenza de estar empalmado, pero le parecía mucho más surrealista detener a alguien con semejante oda a la viagra. Optaron pues por avanzar sigilosamente y en silencio. Los sonidos les llevaron hasta la puerta de servicio, donde el guarda de seguridad metía varias prendas de vestir en un plástico gigante y luego, aprovechando el ángulo muerto de la cámara de vigilancia, introducía el paquetón en el contenedor de residuos. Después echó la persiana y volvió a conectar la alarma. Nada más darse la vuelta topó con Elfo y Día sin Pan. No intentó escapar ni ofreció resistencia. Simplemente rompió a llorar. Largo agradeció la respuesta, pues aún se encontraba en modo morcillón y pasaba apuro. Ojos le echaba miradas disimuladas. Desde luego estaba bien dotado.
Daniel Zarzolé llevaba diez años como vigilante nocturno en los almacenes RYC. Su trabajo era tranquilo porque se desarrollaba en el interior aunque no dejaba mucho sueldo. Es por ello que desde hacía dos años y medio se dedicaba a alquilar clandestinamente por horas la ropa de la planta de caballero, siempre en horario nocturno. Él sacaba las prendas solicitadas al dar las once y se las devolvían antes de las 8 de la mañana. Su socio estaba en paro y era el que se encargaba de entregar el género y cobrar el alquiler. No era mucho dinero, pero conseguían sacar 800 euros mensuales por cabeza. Dani tenía un listado hecho a mano, pero muy completo, con todos los clientes y los artículos prestados. El abrigo adobado lo había pagado un tal “aspa verde”. Los dos agentes cerraron el servicio de alquiler y las pesquisas esa misma noche. Cuando apareció el socio Largo sacó de su bolsillo un fajo de fotografías atrapadas por una goma. Ahí estaban Vaya Marrón, Más Largo que un Día sin Pan , Gorra Torcida, Sota de Espadas, Cuadrícula de Excel, Ojos Almendrados de Elfo, Gordo pero que Manda Más que el Rey, el fallecido en acto de servicio Guapo con Ganas, Machote, Bollitos Martínez, Carapán Consésamo, Jovellana Violácea Flores, Geriatriz, ¿Qué Coño Miras?, y muchos otros. El socio no era muy listo pero sí buen fisonomista. De entre todas las fotos de policías de la ciudad reconoció a uno de ellos como “aspa verde”.
Elfo y un cariacontecido Largo cerraron el negocio de Dani guarda de seguridad, pero no le detuvieron ni dieron parte. A las dos semanas el vigilante y su amigo encontraron otro medio de sacar dinero: Dani se dedicó a escanear libros para que la gente se los pudiera descargar en Internet. El socio directamente los copiaba en Word, pero por eso le pagaban menos y llevaba mucho más tiempo.
Durante tres días la fotografía del policía señalado por el socio fisonomista se grabó a fuego en la mente de Largo. Todavía no le había revelado a Ojos Almendrados de Elfo la identidad del adobador. Si antes temía por la seguridad de su amiga, compañera y tal vez algo más en un futuro lejano, en esos momentos estaba absolutamente derrotado. El agente señalado era Cuadrícula de Excel.
Vaya con cuadrícula de excell y vaya con los 800 euracos que se sacaba el guarda como quien no quiere la cosa, que bien nos vendrían a más de uno... ;P
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
era Cuadrícula de Excel!"
ResponderEliminarCuadricula de Excel!!!!!!! Claro!!!!
ResponderEliminargolden goose
ResponderEliminaroffwhite
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