20 de diciembre de 2010. Las calles son tan frías e ingratas que sólo un vagabundo y la niebla impertérrita deambulan helados por las calles zaragozanas. El pobre está tan gélido que juega a fumarse un puro imaginario y echar un denso humo que el vaho se encarga de falsificar. Lo tiene muy borde. El albergue a tope. Los cajeros sin puerta para que puedan atracar mejor a los clientes. Las esquinas como rinconeras de hielo gasificado. Lo que daría por una ducha caliente y otro perro con el que calentarse. El último cogió una hipotermia aguda y decidió subirse a las nubes, que dicen que la temperatura es agradable y te dan queso Philadelphia con una sonrisa gilipollas.
No hay refugio. No hay techo. Y la calle Alfonso a reventar de luces y bombillitas. Hijosdeputa. Con una de esas campanas rojas de metro y medio se compraba una manta eléctrica para poder cagarse en todo de no tener dónde enchufarla. Al fondo se ve el Belén de El Pilar. Hijosdeputa otra vez. Con la de operarios y materiales que ha costado se alquilaba un hueco en un piso patera de por vida. Hasta le daría para compartir la cama sólo con dos africanos y derecho a agua –fría– corriente.
¿Y si se refugia en una de las casas del belén? Ahora el policía no está mirando. Adentro. El nacimiento no. No sería apropiado. Está demasiado abierto y no protege del frío este calahuesos y jodeentrañas. La casa del herrero tampoco. Seguro que la cuchara es de palo. Aquí. La casa de adobe. Tiene una pinta estupenda. Hay una figura de belén. Es una pastora de muy buen ver. De repente se dirige al sin techo y le interroga con cierta agresividad.
PASTORCILLA: –¿Qué estás haciendo aquí, haraposo?
SIN TECHO: –¿Quién ha hablado?
PASTORCILLA: –Ya lo sabes, piojoso. Yo, la pastora.
SIN TECHO: –Pero si eres una estatua.
PASTORCILLA: –¿Y?
SIN TECHO: –No tienes el don de la locuacidad. No estás animada.
PASTORCILLA: –“ No tienes el don de la locuacidad”. Serás memo. Y mira si estoy animada, andrajo.
SIN TECHO: –Y encima me está insultando. Esto es una cámara oculta.
PASTORCILLA: –Estúpido, muerto de hambre. No puedes hablar con esa cultura. Eres un vagabundo apestoso. ¿Hace cuánto que no te cambias de calzoncillos? ¡Ay, por favor, qué asco!
SIN TECHO: –¿Cultura? Antes tenía una librería, una carrera de biblioteconomía y un piso sencillo, pero todo se fue a pique. No sabes lo rápido que la tortilla se da la vuelta y acabas quemado o desparramado con los huevos sin cuajar.
PASTORCILLA: –Pero, ¿Qué me estás hablando con metáforas? Anda y lárgate, me estás atufando la casa y al raso tengo frío.
SIN TECHO: –Dímelo a mí, bonita.
PASTORCILLA: –No te atrevas a piropearme, sucio.
SIN TECHO: –Era una expresión irónica.
PASTORCILLA: –Me da igual. Fuera de mi casa.
SIN TECHO: –No me puedes echar, eres una figura de escayola mal pintada.
PASTORCILLA: –Y encima cuestiona mi maquillaje el guarro este que tiene comida seca en la barba esa asquerosa. ¡Fuera, fuera!
SIN TECHO: –No grites. Vendrá el guardia.
PASTORCILLA: –¿Ah, sí? ¡FUERA, FUERA!
SIN TECHO: –Puta figura cotilla e insolidaria. Ni los objetos me soportan.
Aparece el agente de la autoridad y la estatua se calla como una puta, cosa que ya le había llamado antes el sin techo. El policía pide explicaciones y el vagabundo le habla de figuras parlantes y maliciosas, egoístas y prepotentes.
POLICÍA: –Oiga, aquí no puede estar.
SIN TECHO: –Pero si no hago mal a nadie.
POLICÍA: –Lo siento. Tengo órdenes. Nadie puede entrar al belén fuera del horario de visita. Y mucho menos merodear por las casas. Ya no le digo nada pernoctar en una de ellas.
SIN TECHO: –Por lo menos me llama de usted, no como la estatua.
POLICÍA: –¿Estaba hablando con una de las figuras?
SIN TECHO: –Sí, con esta pastorzorra de aquí. Habla ahora si tienes cojones, mala puta perniciosa.
POLICÍA: –Oiga, que es de escayola. A ver, dónde está su compañero.
SIN TECHO: –¿Qué compañero?
POLICÍA: –Con el que estaba hablando, que he oído más voces y no creo que hablara solo.
SIN TECHO: –La soledad habla por sí sola, agente. No sabe cuánto.
POLICÍA: –Dónde está su compañero o…
SIN TECHO: –¿O qué? ¿Me va a arrestar? Venga. Arrésteme y métame en una de esas celdas con retrete y colchón, y duchas calientes por las mañanas. Mi compañero, el último que tuve, se murió hace cuatro meses de pulmonía o algo parecido. No le hicieron ni una puta autopsia.
POLICÍA: –Márchese, se lo pido por favor, o tendré que echarle.
SIN TECHO: –Y la pastorcilla ¿puede quedarse aquí bajo techo?
POLICÍA: –Es que la noche está muy húmeda y el agua y el frío estropea la pintura. Ya nos han dicho que todas las figuras bajo techo y a salvo de humedades y lluvias.
SIN TECHO: –O sea, que las estatuas tienen refugio y los hombres no, ¿no?
POLICÍA: – Hombre, tampoco hay que verlo así.
SIN TECHO: –¿Sí o no?
POLICÍA: –Mire, las estatuas se quedan aquí que es lo que ha mandado el concejal de cultura. Por el día en sus puestos sean cubiertos o al raso y por las noches todas las figuras sin excepción metidas en la casa más cercana.
SIN TECHO: –Si se le está riendo la puta de ella–. Señala a la pastorcilla.
POLICÍA: –¿Cómo? – Se vuelve y contempla a la estatua.
SIN TECHO: –Mala guarra. Da la cara y ríete ahora que te está mirando el guardia, cobarde, nociva, despreciable.
POLICÍA: –Oiga, creo que no se encuentra muy bien.
SIN TECHO: –Yo tampoco, no crea. No paro de toser y tengo tanto frío que hasta se me ha olvidado el hambre y el olor decrépito de mis ropas.
POLICÍA: –¿Por qué no se va a otro sitio? Piense que si no me buscaré un lío.
SIN TECHO: –Ya me voy, no se preocupe. A ver si me encuentro a unos niñatos skin-heads y acabamos de una vez con esto. Eso sí sería un golpe de suerte.
POLICÍA. –Por favor, no diga eso ni en broma.
SIN TECHO: –No estaba bromeando. Adiós. No volveré a molestarle.
El vagabundo se va lentamente custodiado por el agente de servicio que está deseando quitárselo de encima para calentarse a la calefacción del coche patrulla. Al llegar a la esquina, el sin techo se vuelve y puede atisbar la sonrisa vencedora de la pastorcilla clasista. Se marcha a echar los huesos en otro congelador mientras piensa que ésta es una vida ingrata y desigual, donde hasta las figuras de belén tienen más privilegios que los muertos de hambre y frío, y a veces hasta menos valores.
¿Y si se refugia en una de las casas del belén? Ahora el policía no está mirando. Adentro. El nacimiento no. No sería apropiado. Está demasiado abierto y no protege del frío este calahuesos y jodeentrañas. La casa del herrero tampoco. Seguro que la cuchara es de palo. Aquí. La casa de adobe. Tiene una pinta estupenda. Hay una figura de belén. Es una pastora de muy buen ver. De repente se dirige al sin techo y le interroga con cierta agresividad.
PASTORCILLA: –¿Qué estás haciendo aquí, haraposo?
SIN TECHO: –¿Quién ha hablado?
PASTORCILLA: –Ya lo sabes, piojoso. Yo, la pastora.
SIN TECHO: –Pero si eres una estatua.
PASTORCILLA: –¿Y?
SIN TECHO: –No tienes el don de la locuacidad. No estás animada.
PASTORCILLA: –“ No tienes el don de la locuacidad”. Serás memo. Y mira si estoy animada, andrajo.
SIN TECHO: –Y encima me está insultando. Esto es una cámara oculta.
PASTORCILLA: –Estúpido, muerto de hambre. No puedes hablar con esa cultura. Eres un vagabundo apestoso. ¿Hace cuánto que no te cambias de calzoncillos? ¡Ay, por favor, qué asco!
SIN TECHO: –¿Cultura? Antes tenía una librería, una carrera de biblioteconomía y un piso sencillo, pero todo se fue a pique. No sabes lo rápido que la tortilla se da la vuelta y acabas quemado o desparramado con los huevos sin cuajar.
PASTORCILLA: –Pero, ¿Qué me estás hablando con metáforas? Anda y lárgate, me estás atufando la casa y al raso tengo frío.
SIN TECHO: –Dímelo a mí, bonita.
PASTORCILLA: –No te atrevas a piropearme, sucio.
SIN TECHO: –Era una expresión irónica.
PASTORCILLA: –Me da igual. Fuera de mi casa.
SIN TECHO: –No me puedes echar, eres una figura de escayola mal pintada.
PASTORCILLA: –Y encima cuestiona mi maquillaje el guarro este que tiene comida seca en la barba esa asquerosa. ¡Fuera, fuera!
SIN TECHO: –No grites. Vendrá el guardia.
PASTORCILLA: –¿Ah, sí? ¡FUERA, FUERA!
SIN TECHO: –Puta figura cotilla e insolidaria. Ni los objetos me soportan.
Aparece el agente de la autoridad y la estatua se calla como una puta, cosa que ya le había llamado antes el sin techo. El policía pide explicaciones y el vagabundo le habla de figuras parlantes y maliciosas, egoístas y prepotentes.
POLICÍA: –Oiga, aquí no puede estar.
SIN TECHO: –Pero si no hago mal a nadie.
POLICÍA: –Lo siento. Tengo órdenes. Nadie puede entrar al belén fuera del horario de visita. Y mucho menos merodear por las casas. Ya no le digo nada pernoctar en una de ellas.
SIN TECHO: –Por lo menos me llama de usted, no como la estatua.
POLICÍA: –¿Estaba hablando con una de las figuras?
SIN TECHO: –Sí, con esta pastorzorra de aquí. Habla ahora si tienes cojones, mala puta perniciosa.
POLICÍA: –Oiga, que es de escayola. A ver, dónde está su compañero.
SIN TECHO: –¿Qué compañero?
POLICÍA: –Con el que estaba hablando, que he oído más voces y no creo que hablara solo.
SIN TECHO: –La soledad habla por sí sola, agente. No sabe cuánto.
POLICÍA: –Dónde está su compañero o…
SIN TECHO: –¿O qué? ¿Me va a arrestar? Venga. Arrésteme y métame en una de esas celdas con retrete y colchón, y duchas calientes por las mañanas. Mi compañero, el último que tuve, se murió hace cuatro meses de pulmonía o algo parecido. No le hicieron ni una puta autopsia.
POLICÍA: –Márchese, se lo pido por favor, o tendré que echarle.
SIN TECHO: –Y la pastorcilla ¿puede quedarse aquí bajo techo?
POLICÍA: –Es que la noche está muy húmeda y el agua y el frío estropea la pintura. Ya nos han dicho que todas las figuras bajo techo y a salvo de humedades y lluvias.
SIN TECHO: –O sea, que las estatuas tienen refugio y los hombres no, ¿no?
POLICÍA: – Hombre, tampoco hay que verlo así.
SIN TECHO: –¿Sí o no?
POLICÍA: –Mire, las estatuas se quedan aquí que es lo que ha mandado el concejal de cultura. Por el día en sus puestos sean cubiertos o al raso y por las noches todas las figuras sin excepción metidas en la casa más cercana.
SIN TECHO: –Si se le está riendo la puta de ella–. Señala a la pastorcilla.
POLICÍA: –¿Cómo? – Se vuelve y contempla a la estatua.
SIN TECHO: –Mala guarra. Da la cara y ríete ahora que te está mirando el guardia, cobarde, nociva, despreciable.
POLICÍA: –Oiga, creo que no se encuentra muy bien.
SIN TECHO: –Yo tampoco, no crea. No paro de toser y tengo tanto frío que hasta se me ha olvidado el hambre y el olor decrépito de mis ropas.
POLICÍA: –¿Por qué no se va a otro sitio? Piense que si no me buscaré un lío.
SIN TECHO: –Ya me voy, no se preocupe. A ver si me encuentro a unos niñatos skin-heads y acabamos de una vez con esto. Eso sí sería un golpe de suerte.
POLICÍA. –Por favor, no diga eso ni en broma.
SIN TECHO: –No estaba bromeando. Adiós. No volveré a molestarle.
El vagabundo se va lentamente custodiado por el agente de servicio que está deseando quitárselo de encima para calentarse a la calefacción del coche patrulla. Al llegar a la esquina, el sin techo se vuelve y puede atisbar la sonrisa vencedora de la pastorcilla clasista. Se marcha a echar los huesos en otro congelador mientras piensa que ésta es una vida ingrata y desigual, donde hasta las figuras de belén tienen más privilegios que los muertos de hambre y frío, y a veces hasta menos valores.
Jodo!!! Cómo está el patio!!
ResponderEliminarPor un momento me he imaginado que iba a tener el mismo final que el cuento de la vendedora de fósforos...
Genial como siempre.
Una entrada debastadora!!! Me ha encantado, me he reído y mucho jajajaja!!!
ResponderEliminarDe la ironía de la vida, de la verdad que planteas. La manera de describir la situación a convertido este escrito en auténtico, y en uno de mis favoritos :)
Cuanta razón tienes, y dejando de lado el humor, cuan vergonzoso resulta todo...
Un abrazo enorme!!!
Favole
Voy a ir esta tarde a pasearme por el belén de la plaza del Pilar...como vea a esa pastorcilla que se prepare...je,je!
ResponderEliminarjajajaja cada vez mejor! para cuando un libro publicado con ilustraciones super chulis?
ResponderEliminary las fotos en blanco y negro le dan mucha más expresividad a tus relatos
ResponderEliminarUn relato divertido que nos clama a gritos una realidad que a veces no queremos ver.
ResponderEliminarMuy bueno ^^
Si es que algún día se nos tiran al cuello y en lugar de violar a nuestras mujeres, se las comen. La cosa está muy mala.
ResponderEliminarLibro con ilustraciones, si Dios quiere, que ya veremos si quiere o no, será después de Navidad.
Un abrazo a todos
Epa! Epa!!
ResponderEliminarFelicitaciones por el cambio estético del blog. Créeme que recién ahora me doy cuenta de tu trabajo con el blanco y negro en los posts.
MAGNIFICO :D!
PD: Si haces un gif transparente para el título del blog se verá mejor con el skin. A no ser que el efecto actual sea adrede ^^
Muchas gracias, Yamete!, pero no me quiero complicar más. Ya sabes la de tiempo que quitan estas cosillas...
ResponderEliminarUn abrazo
Me encanta joder, qué bueno. Trabajo en un albergue con personas sin hogar, la vida me trajo hasta aquí y dos años llevo. Vienen tiempos difíciles pocos recursos, poco dinero y mucha más gente en la calle. Me ha gustado mucho de veras y las fotos geniales.
ResponderEliminarUn saludo
Es una entrada brutal, me ha encantado.
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