miércoles, 20 de octubre de 2010

Largo Vs. Patricio, agente de la $GA€ (1/2)

El arte no puede ser copiado; al menos gratis.

Ojos Almendrados de Elfo cambió la incómoda visión de las caderas perfectas que contrafuerteaban la granítica figura de su superiora Sota de Espadas y sus desafiantes y empitonados pezones por el culito respingón del agente Más Largo que un Día sin Pan. Nunca esperó la dulce agente de los ojos más bonitos de Proteger y Servir que salir corriendo de la furia desatada de la inspectzorra jefe en el vestuario de chicas le pudiera llevar a contemplar los cuartos traseros de su precioso Largo. Cierto era que había entrado al vestuario masculino sin llamar, pero es que Día sin Pan siempre estaba listo y puntual a las 6:00. Resolvieron el percance con kilos de sonrojo y vergüenza, y ambos tardaron más de tres horas en mirarse a los ojos. Largo estaba muerto de pudor y Ojos no podía quitarse las nalgas de su compañero de la mente, aunque una leve sonrisa delataba cierto disfrute dentro de su eterno rubor. El caso es que el larguirucho no le cogía el truco a sus bombachos talla 48 e intentaba reconfigurar cinturón, slip y pantalón, con tan mala fortuna que los ojos más tiernos de la comisaría perdieron de un vistazo parte de su sempiterna ingenuidad y se emborracharon de adolescente perversión hormonal. Su relación nunca sería la misma.
Sin embargo, la vida seguía y los casos se multiplicaban. Esta vez era Gordo pero que Mandas Más que el Rey el superior que demandaba sus servicios, saltándose a Sota de Espadas y todo el papeleo que conllevaba reclamar agentes para misiones especiales. Que los gatos de la calle Solans se estuvieran haciendo gigantescos no parecía un caso para que Gordo solicitase a Largo y Ojos. Sin embargo, dos matices convertían la anécdota en tragedia potencial: de un lado los gatos, auténticos tigres ya, habían dejado de comer filetes y restos de basura y habían empezado a tragarse personas; de otro lado, el suegro de Gordo pero que Manda más que el Rey residía al volver la esquina, y la señora del superintendente no estaba dispuesta a heredar antes de que sus tíos hubieran fallecido de viejos. En caso contrario, debería repartir los fastuosos bienes.
En tal tesitura los ojos más bonitos de la comisaría y la mente más aguda del Cuerpo cambiaron el menear de porra por los callejones por un buen reconocimiento de la zona cero. Sus primeras impresiones, sin embargo, fueron demasiado tranquilizadoras: la calle estaba limpia, no había restos humanos, ni de gatos, ni comida ni indicios de algún pasado festín. Llamaron a varias puertas. Nadie contestó. Vieron a una anciana cruzar la calle con celeridad, y se apresuraron a interrogarla. La mujer se negó a hablar, pero recomendó a los agentes que se marchasen antes de que fuera tarde. La cosa tomaba tintes de aldea transilvana. Se hicieron las nueve y el momento se detuvo. La luz solar se apagó. El sonido enmudeció. El aire cortó abruptamente su fúnebre silbo. Algo iba a pasar.

4 comentarios:

  1. Uolas este caso pinta de lo más emocionantes y si los dos policía terminan por dar rienda suelta a su pasión, todavía más ;P


    dirty saludos¡¡¡¡¡¡¡

    ResponderEliminar
  2. ¿y el de la sgae? ya tengo ganas de ver como le cobra por parecerse a starsky y hursch.

    salu2

    ResponderEliminar
  3. Muy pero que muy majo. En mi barrio también hay unos gatos que parecen tigres gracias a las abuelillas que les alimentan con todo tipo de exquisiteces...esperemos que no les de por comer personas!!! A veces te miran tan desafiantes...

    ResponderEliminar
  4. El agente de la $GA€ aparecerá en cuanto suene la musiquilla de Expediente X.

    He visto que has puesto también la segunda parte, genial xD
    La primera me ha dejado con las ganas de seguir leyendo.

    ResponderEliminar