jueves, 8 de abril de 2010

Pedid y se os dará

Los jetas carecen de muchas cosas. No saben trabajar, ni entienden de madrugones ni comulgan con las responsabilidades. En su favor, son expertos innatos en coger piedras y sacarles sustancia. Ponen su dignidad de rodillas o la abren de piernas o con el culo en pompa y sacan, producen beneficio donde los demás sólo vemos campos yermos y terrenos baldíos. A menudo se llenan la cabeza de pájaros y multiplican sus cántaros de leche o miel hasta especular con media costa del sol. Lo gracioso es que suelen partir de cero y llegan a cien allí donde los honestos hacen cincuenta después de ahorrar y picar con sacrificio y abnegación.
Gonzo Manchas Mácula es un licenciado de la vida. Ni tiene carrera ni la secundaria aprobada. Era demasiado vago para rematarla. Todo lo que hizo fue aceptar como regalo el primer ciclo a cambio de nada. Después vinieron trabajos de camarero en discotecas. Al principio pintaba bien, pues el sueldo le daba para el alquiler y para sus gastos. Una de sus ventajas es que siempre ha sabido ratear allí cuando los billetes escaseaban. Pero un buen día abrió tanto los ojos que se llenaron los sesos de posibilidades que no tenía. Y dijo que era actor y se puso el mundo por montera. Infructuosos meses después nuestro héroe volvió más pobre pero no más sabio, pues desoyó los consejos de los que le queríamos bien. “Busca un trabajo”, le decíamos. Pero él quería ser director de cine. Invirtió los dineros que no tenía acudiendo a su amigo Esquesino Mateos. Le prestó el dinero sabiendo que no lo recuperaría. Lo que hace la amistad (¿o es la debilidad?). Gonzo creó un largo de cierta gracia pero de excesivas pretensiones. Se pateó –poco- el circuito profesional y acabó por aparcar el proyecto ante la falta de posibilidades y de constancia. Llegaba el momento de ser cantante. Gonzo Manchas entonaba como el culo pero tenía demasiado carácter para que nadie le quisiera decir la verdad. El jamacuco le duró poco esta vez, y las pérdidas fueron menores. Después vino la venta de la colección de sellos de su padre. Gonzo lidió hábilmente con sus hermanas para rentabilizar los ingresos: Pagó la residencia de su padre y se quedó la mitad de las perras. Sus conformadas hermanas no hicieron mucho ruido, pese a que sus novios veían el dinero inclinarse hacia el mismo bolsillo. Así fue como Gonzo se echó novia, compró un cochazo y empezó a llevar un tren que no podía soportar, al menos económicamente. Como los malabares parecían pocos, nuestro vividor montó un bar con el dinero que les debía a sus desgraciadas hermanas. Pero era tan vago que se olvidaba de abrir o se apresuraba en cerrar: la noche era demasiado dura en el lado ingrato de la barra. El garrafón y las tapas pasadas sentenciaron el negocio. De hecho la sabiduría popular bautizó el local como la hierba de Atila: el que lo pisaba una vez nunca volvía a poner los pies en él. Gonzo mientras se montaba sus películas. Echaba la culpa a la conjunción virgo-piscis, a la orientación norte, al Imaginarium de la esquina y a la tienda de crucifijos de enfrente. Era incapaz de vislumbrar un mínimo fallo es su impecable gestión. De nuevo, nadie tuvimos valor para decirle que su bar era un asco y que por eso nunca teníamos sed, que lo de ser abstemio era sólo en ese lugar. Al final Gonzó chapó por culpa de los demás pero mantuvo su tren (y su cochazo). Su novia empezó a cansarse de darle dinero para que invirtiera en ranas del Brasil o en venta ambulante de cuadros de arena. Sus discusiones eran constantes, pero ya se sabe: mujer enamorada mujer doblada. Y así continuó madrugando para él, para seguir viajando ambos en ese AVE a toda velocidad. Pero el señor Manchas tenía un as en la manga: volvió a pedirle dineros a Esquesino. El desgraciadico no sabía decir no pero cada vez se incomodaba más de malvivir veinte años en la metalurgia como una hormiga para que Gonzo se llevara sus perras en billetes gordos. Sus proyectos eran ambiciosos y Esquesino sufría mucho. Al principio por su amigo, últimamente por su disminuidos ahorros. Pero Gonzo quería abrir una academia de baile, que sin duda era su gran vocación. Tampoco quería vender su cochazo, y mentía constantemente a sus hermanas, sabedor de que desaprobarían sus tejemanejes. Esquesino cayó en una profunda depresión. Su mujer le puso un ultimátum: “o cierras el grifo o me voy con el bombo, que tu hijo necesita un porvenir y tu amigo nos está desfalcando. Que si se muere de hambre puede venir aquí a comer, pero que trabaje como hacemos todos, que estoy cansada de hurgar coños para que este caradura dilapide lo que no está escrito.” Marta, ginecóloga ella, acabó cogiendo el bombo, el piso y la pensión alimenticia. Esquesino siguió salvando el culo de su gran colega, y metió el suyo en el fango hasta que se ahogó. Perdió la custodia, la casa del pueblo y siguió prestando a su vampírico amigo hasta que el juez le embargó el sueldo. Hoy en día he perdido la cuenta del dinero que Esquesino le habrá dado a Gonzo, pero podría rondar los siete millones de pesetas. Por lo menos su empresa de masajes naturales parece funcionar: sólo pierde 400 € al mes. Para tratarse de Gonzo, casi es ganar dinero.
Nunca me he atrevido a decirle a Gonzo que es un sinverguenza. Tampoco sabe que yo sé todo esto. Es Marta quién me lo ha confesado. Ella es relativamente feliz, pero perdió al hombre de su vida por culpa de un jeta vividor y destrozafamilias. Claro que Esquesino también tiene lo suyo. Era tan bueno que nuca supo cortarle los pies a la sanguijuela que le chupaba. Las hermanas de Gonzo ya no quieren saber nada de él. Dan el dinero por perdido y lo han borrado de su existencia. Han hecho muy bien. Y yo soy amigo del actor, director, bailarín, empresario, cantante, masajista y licenciado de la vida, pero hoy que sé hasta donde ha llegado su irresponsabilidad y voracidad, ganas me dan de no volver a hablarle hasta que no devuelva hasta el último chavo. Me temo que el mutismo sería eterno.

10 comentarios:

  1. Vaya con Gonzo... morro le echa a la vida (demasiado), pero he de decir que, me parece un tio inteligente...porque sino ¿cómo es que todos acaban cediendo en sus locuras?

    Un Besito!!! (sigo con mi estudio)

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  2. Pobre del que tenga un Gonzo en su vida...

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  3. Si esto es verdad, no sé porque eres su amigo??

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  4. Bueno, cierto es que me ha decepcionado bastante, pero también lo es que a mí no me ha hecho nada, y que tal vez, además de no pedir Gonzo, Esquesino debería no dar.
    Es importante saber decir no. Con elegancia, con sentimiento culpable, pero saber cerrar el grifo.
    De todas maneras tienes razón. No sé por qué aún somos amigos. Supongo que los muchos años juntos pesan demasiado.
    Un saludo

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  5. Uy pues esos tipos al menos tienen una vida muy interesante de la que se pueden sacar muchas historias como la que nos cuentas... eso sí que no me pida dinero, que a parte no tengo ;P Me ha hecho mucha gracia su vida -incluso me he podido ver algo reflejado en su etapa de dire de cine-, salvo la parte del pobre Es que si no... se va a morir de hombre... qué bien que siga habiendo buenzos así aún hoy en día ;P

    dirty saludos¡¡¡¡¡¡¡

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  6. En este mundo hay gente que lo único que saben hacer es dinero, los pobres.

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  7. Pedid y se os dará....¡Aunque no sepáis por donde!

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  8. Pedid y se os dará....¡Aunque no sepáis por donde!

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  9. Siento que sea tu amigo, pero qué asco. No me lo presentes nunca

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  10. No te preocupes, no suelo recomendarlo. Hay enfermedades que es mejor no contagiar

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