¿Ya saben qué similitud tenían el puto cuervo y el escritorio de los cojones del mad hatter? No me negarán que el sombrerero loco suena mucho mejor en inglés. ¿Y por qué se dice “estás más loco que un sombrerero / una liebre de marzo”?
A la primera pregunta aportaré otra respuesta absurda para sumarla a la cantidad de insulseces, ingeniosidades y gilipolleces que se han sugerido hasta la fecha. Lo gracioso es que hay quién incluso se lo ha tomado en serio, así como el que intenta darle sentido a “I’m the walrus” de Los Beatles. Vayamos por partes, que decía Jack el destripaputas: Cuando Carroll escribió el acertijo “en qué se parecen un cuervo y un escritorio” no tenía ni repajolera idea. Lo mismo le pasaba a John Lennon con su canción “Yo soy la morsa” que no tenía ni pies ni cabeza, pero cuya letra ideó porque estaba fumado y para que los analistas de canciones se estrujasen las meninges buscando sentido o simbolismo a algo que no lo tenía. Mi respuesta absurda al enigma sin solución es: el cuervo tiene el cerebro grande y el escritorio te lo agranda.
Ahora que ya he arreglado el mundo arrojaré un poco de luz sobre el sombrerero y la liebre, esta vez con un poco de criterio. Los sombrereros ingleses utilizaban altas dosis de mercurio al confeccionar sombreros, por lo que a menudo su cerebro se veía afectado. La liebre en marzo se vuelve alocada porque es la época de apareamiento.
Tras tan abusivo prolegómeno, hablemos de Alicia. Parece mucho más acertado “actualizar” el cuento y conferirle estatus de secuela que realizar un peligroso remake de la película de dibujos animados de Disney. Aquella cinta se grabó en la mente de varias generaciones y marcó al cine de animación para siempre. En cualquier caso es arriesgado retomar un clásico. Una vez hecho, lo primero que sorprende del largo de Tim Burton es que es menos burtoniano que nunca. La característica oscuridad, esa atmósfera sombría del director está más iluminada que de costumbre, por lo que lo único que nos recuerda quién maneja la cámara son los actores fetiche Depp y Bonham Carter como el sombrerero moñas y la reina chupa-chups. Si consigues superar el nuevo look del gato de Chesire, la marcada obesidad de Tweedledum y Tweedledee en plan guiño a la dieta americana, la aprensión que produce la reina roja y el incipiente protagonismo del sombrerero, entonces puedes bucear en el mundo onírico. La versión de Burton tampoco recorre muchas millas marinas de submundo, y las criaturas que nos enseña son poco menos que las justas para sacar adelante la película. En esto contrasta mucho con la versión de 1951, mucho más contemplativa y descriptiva de los múltiples seres y parajes del maravilloso país.
Ahora que ya he arreglado el mundo arrojaré un poco de luz sobre el sombrerero y la liebre, esta vez con un poco de criterio. Los sombrereros ingleses utilizaban altas dosis de mercurio al confeccionar sombreros, por lo que a menudo su cerebro se veía afectado. La liebre en marzo se vuelve alocada porque es la época de apareamiento.
Tras tan abusivo prolegómeno, hablemos de Alicia. Parece mucho más acertado “actualizar” el cuento y conferirle estatus de secuela que realizar un peligroso remake de la película de dibujos animados de Disney. Aquella cinta se grabó en la mente de varias generaciones y marcó al cine de animación para siempre. En cualquier caso es arriesgado retomar un clásico. Una vez hecho, lo primero que sorprende del largo de Tim Burton es que es menos burtoniano que nunca. La característica oscuridad, esa atmósfera sombría del director está más iluminada que de costumbre, por lo que lo único que nos recuerda quién maneja la cámara son los actores fetiche Depp y Bonham Carter como el sombrerero moñas y la reina chupa-chups. Si consigues superar el nuevo look del gato de Chesire, la marcada obesidad de Tweedledum y Tweedledee en plan guiño a la dieta americana, la aprensión que produce la reina roja y el incipiente protagonismo del sombrerero, entonces puedes bucear en el mundo onírico. La versión de Burton tampoco recorre muchas millas marinas de submundo, y las criaturas que nos enseña son poco menos que las justas para sacar adelante la película. En esto contrasta mucho con la versión de 1951, mucho más contemplativa y descriptiva de los múltiples seres y parajes del maravilloso país.
Sería un error recomendar la película a todos los públicos porque no es para toda la familia. Un niño podrá sentirse hechizado por las flores que hablan o las orugas moradas que fuman e insultan a la vez, pero es difícil que comprenda lo que está pasando hasta que empiece el dragón a soltar flamígeros esputos. Definitivamente la versión es para todos aquellos que en un momento de su infancia sucumbieron a la original y quieren volver por dos horas a su añorada niñez. Pero Burton es cruel y recalca continuamente que el submundo de las reinas roja y blanca representa una proyección onírica de la cruda realidad decimonónica, y que el escapismo virtual dura sólo hasta que el sueño se evapora como el gato de Chesire y nos devuelve a los problemas cotidianos. Por eso los problemas en Wonderland no acaban con el filme, sino que suponen un aprendizaje y entrenamiento para los asuntos serios y maduros de la existencia tangible. Alicia se cansa de repetir que es su sueño y que pasa lo que ella dice. Quizá por ello el sombrerero se consume en su propia pena de saber que su integridad caduca con el despertador, y que su consciencia de existir es ilusoria a más no poder. Aún así, Burton nos invita a no dejar de soñar, revindica la absurdez de muchos de nuestros actos y revaloriza la infancia y la imaginación como elixir de la eterna juventud y de la felicidad más plena. Por todo ello, por los mensajes contemporáneos, los acertados efectos especiales, el equilibrio entre acción y trama, la paleta de colores imposibles, la ridícula comicidad de los malos, el catálogo de especies en peligro de digitalización o los diversos niveles estratificados de significación, Alicia en el país de las maravillas timburtonianas merece la pena ser visualizada. Incluso habrá alguno que le escriba una crítica y todo.
La vi el sábado... me encantó... una cosita quiero comentar... los que le dan el puntito bueno a la peli son la reina roja y el sombrerero (ni siquiera la propoa Alicia... supuesta proragonista...) y es que no se que es lo que tiene Johnny depp, que en muchas de sus pelis acaba siendo el centro de atención (vease la primera de la saga Piratas del caribe, que deja a un guapo Horlando bloom al margen...)
ResponderEliminarUn Besazo... y lo dicho, HAY QUE VERLA!!!!!
A mi también me gustó mucho. Johnny Depp lo mejor de la peli. Es verdad que no tiene esa atmósfera tan rarísima que envuelve a todas las pelis de Burton, pero me encantó. De todas formas lo de tener que aguantar a todos esos personajes y tener que matar a ese bichejo me parece mucho más estresante que la vida real.
ResponderEliminarYo creo que no defrauda en absoluto. Johnny Depp hace de Jhonny Depp y los demás lo que pide Burton. Hasta tiene su punto la liebre tirando cosas.
ResponderEliminarFumaos. El que escribió el cuento y el que ha hecho la peli. Esa es mi conclusión.
ResponderEliminarNo acabo de cogerle el punto a la peli. No me disgustó del todo porque no me aburrí en las dos horas y pico, pero tampoco me pareció el peliculón del siglo.
Yo seré de las que haga critica;P (estoy en ello)
Hola
ResponderEliminaryo tambien la he visto y creo que este tipo de pelis esta echando a perder la esencia de los cuentos que necesitan los niños para ser niños, estan haciendo esto con muchos cuentos.
Dejemos a los niños ser niños que ya tendran tiempo de perder la inocencia...
Siento decir esto pero hay muchos niños pequeños con mucha maldad humana.
Un saludo de ArenA
je je, muy bueno el final... Pues al principio había escuchado malas recomendaciones, y poco a poco, las últimas que he escuchado me la recomiendan, así que no sé si finalmente iré al cine a verla... Bueno, creo que sí que iré que el Burton se lo merece y Alicia siempre moló... ;P
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡
muy muy buena enseri qn no la ha visto se pierde de muchas cosas
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