domingo, 23 de agosto de 2009

Las ONG’s me acosan

Y no lo hacen para arañar mis ingentes dineros. Más bien se trata de una práctica común eso de asaltar por el centro de la ciudad a los peatones que llevan forjado en la frente el gesto de “no, a mí no” entre los que me incluyo, muy a mi pesar, por mi expresión huidiza cuando los veo. No sólo los esquivo a ellos, también a los de ING, a las firmas para la abolición de Telecinco y a los vendedores de pañuelos de papel en los semáforos.
No cabe duda de que los intereses de cada acosador son variopintos: Desde el lucro a la necesidad tanto personal como ajena, aderezado con un polémico tapiz de valores éticos según la actividad al uso. Yo aquí ni entro ni salgo, solo revindico mi libertad para hacerme socio de la cuenta naranja o de los amigos de la petanca de cristal de bohemia sin necesidad de que me lo impongan bajo el abordaje más pirata de los siete mares de asfalto. Apadrinar un niño o comprometer diez euros al mes para la lucha contra el cáncer son grandes medidas, aun cuando habrá quién las critique por parcheantes en lugar de arreglaproblemas, yo sobre eso no voy a pronunciarme. Lo que sí quiero puntualizar es que nunca voy a respaldarlas ni apoyarlas si me las quieren imponer apelando a mi sentido de la culpabilidad, a mis remordimientos de ciudadano de mierda del primer mundo y a mi propia lástima por los sin suerte. Salvando las innumerables distancias, guarda similitudes con el dependiente pesao de la tienda de turno: si me dejas mirar y remirar a mi bola es muy posible que acabe picando algo y engordando tu comisión semanal, pero si me encorres desde que piso curioso las baldosas del negocio que guardas, regentas o despachas, entonces sólo conseguirás que me vaya a otro sitio donde pueda ojear sin ser cuestionado sobre mis objetivos más vitales o mi talla de pantalón. Hay quién piensa que al cliente o al usuario potencial se le debe mimar, perseguir y hacer la pelota. Tal vez en otro tiempo y otro lugar; tal vez en otro tipo de persona, de esos que preferían el trato con el pescatero antes que los merluzos envasados del Mercadona. Yo prefiero mirar tres cosas antes de decir no a una persona.

5 comentarios:

  1. A mi me pasa exactamente igual. Odio que en mitad de la calle me digan "tienes un momentito?" sea para lo que sea. Siempre digo que no (en plan resorte automático) y me voy con cierta culpabilidad, que me dura poco, la verdad. Prefiero entrar a grande almacenes donde pasas desapercibido que en pequeñas tiendas que te atienden si o si.

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  2. Jejeje la verdad que sí que es un coñazo lo de que te asalten por la calle ofreciéndote cualquier cosa y tenga que poner cara de despitado y mirar a otro lado o incluso desviar tu rumbo para que no te aborden.. pero los pobres sólo son unos mandados y hacen su trabajo :S

    ... en el listado de personas que te asaltan por la calle te faltó decir los relaciones públicas de las discotecas que te acosan los descuentos en copas :P

    dirty saludos¡¡¡¡¡¡

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  3. Pues hay algunos grandes almacenes en los que te acosan "le ayudo?" "puedo atenderle?" Joe, q estoy mirando! pero te persiguen.. y es lo que tú dices, acabo marchandome del sitio ese.

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  4. Como la crisis se alargue mucho, van a salir acosadores hasta de debajo de la cama.

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  5. A mi los que no me gustan son los de la cuenta Naranja.

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