Superados mis primeros ramalazos de ironía impulsiva, vamos a darle un arreón bloguístico a tan esmerada producción. Yo de mayor quiero ser guionista. Es que lo clavaría, tú. Suena el rompesueños y dices: “Hoy me he levantado con el pie izquierdo y además me lo he torcido. Vale. Pues Paula sufre un aborto de tres meses provocado con el alambre del auricular del móvil mientras en el baño de al lado Gorka le hace una felación a Fer para recuperar a Ruth y contrae el sida panameño. Al mismo tiempo Irene se compra un piso y se casa de extranjis con el cadáver de Isaac porque se hace necrófila, pero enamorada, eso sí. A su vez, Blanca se marcha a Londres con Martín que lo ha fichado el Chelsea para suplir a Drogba.” Ale. Mañana más. Me voy a por churros.
Se puede entender que es una serie de ficción, que su función es entretener y que lo que de verdad pasa en un aula, los trescientos minutos de Lorca, Chopin, el verbo to be, el passé composé, las ecuaciones o el test de Cooper es un tostón, pero de ahí a rellenar todo con vida extra académica pues va un mundo, máxime si aparecen los pavos en la tele diciendo que lo que pasa en la serie es real como la vida misma. Hombre, no te digo yo que alguno no se eche el porrete en el baño del instituto, o que muchos fumen en el excusado o en el patio a escondidas, que algunas hormonas se hagan besos en el pasillo u ojos hambrientos de porno en internet durante la clase de informática, pero de ahí a que la profe de filosofía o la de religión se acueste con el guapo oficial, ni aun por el aprobado, o que se vote a dedo el cambio de director, o que los alumnos insulten a los profesores o los amenacen sin ningún tipo de consecuencia educativa o penalizante, pues mucho me temo que los protas de la serie han visto demasiado sus actuaciones o vivido en otro planeta académico, donde por cierto no querría ejercer (estaría muy lejos y la rueda me saldría a pico).
En lo que sí les doy cierta razón a estos dioses moralizadores es en la ejecución de las clases. Antes la clase era invadida por una voz monopolizante y todopoderosa, la del profesor, que usaba y abusaba según su propia conciencia de todos los mecanismos a su alcance, buenos y malos, justos e injustos, desde el diálogo hasta el “porque lo digo yo” y bofetón. Hoy no se puede tratar a los educandos de forma injusta o presuntamente injusta, porque los nenes de hoy en día tienen muy claros sus derechos y lo que piensan que son sus derechos y nunca acceden si tienen la verdad o (lo que es muy peligroso) si creen que la tienen. Confiar la marcha de la clase al sentido de la justicia de un adolescente es tan arriesgado como inevitable. Porque si un docente pretende imponer lo de “cuando estés al otro lado de la mesa haces lo que quieras, de momento me obedeces a mí que sí lo estoy”, el crío hará caso o no según la fuerza de tu garganta y tu actitud, pero ya vendrán refuerzos desde casa pidiendo u exigiendo explicaciones y hasta disculpas para sus pobres lechones. Y si un padre no nos ayuda a educar, quién cojones lo va a hacer. En fin, que las clases de hoy son multiacústicas y es muy difícil dar una explicación de más de dos minutos sin que alguien hable o se exprese sobre el tema en cuestión o sobre cualquier otro, lo que importa es opinar.
Física o Química es una serie tremendamente nociva. Lo primero: Todos tenemos defectos y debilidades. También los educadores. Otra cosa es que los alumnos lo sepan. La vida oscura de cada cual ha de permanecer en la sombra. Yo siempre digo que hay que ser bueno y parecerlo. Por tanto no es aconsejable que los alumnos vean en la tele y mucho menos en la vida real profesores trepas, promiscuos, drogadictos o inmaduros. Que los hay, pero eso no hay que enseñarlo. Ya lo aprenderán. Y segundo: Todavía peor es que los espectadores se empapen de las actitudes idealizadas y distorsionadas de los narcisistas alumnos de la serie, dando por hecho que eso es lo normal, porque no lo es. No es normal que una cría se encadene a una columna pidiendo libertad para las focas, o que se pongan hasta el culo de droga y al día siguiente tan felices, o que se monten tríos imposibles, o que tomen decisiones autónomas o planeen conspiraciones amorosas tan enrevesadas. Todo esto no es la realidad, y es muy pernicioso que los volubles adolescentes identifiquen Física o química con la verdad y la habitualidad, puesto que no se parecen nada, ni siquiera tienen un parecido razonable. Las cosas no son así de extremas, ni tan diabólicas ni tan celestiales, más bien tienen mucho más tedio y costumbrismo. Porque, después de toda su rebeldía, originalidad y personalidad, en los muchachos sólo se esconden cachorrillos asustados que no saben lo que son, lo que poseen y dónde tienen que ponerse para la foto, ni siquiera en qué foto tienen que aparecer (desde luego, no es en la de series de instituto).
Se puede entender que es una serie de ficción, que su función es entretener y que lo que de verdad pasa en un aula, los trescientos minutos de Lorca, Chopin, el verbo to be, el passé composé, las ecuaciones o el test de Cooper es un tostón, pero de ahí a rellenar todo con vida extra académica pues va un mundo, máxime si aparecen los pavos en la tele diciendo que lo que pasa en la serie es real como la vida misma. Hombre, no te digo yo que alguno no se eche el porrete en el baño del instituto, o que muchos fumen en el excusado o en el patio a escondidas, que algunas hormonas se hagan besos en el pasillo u ojos hambrientos de porno en internet durante la clase de informática, pero de ahí a que la profe de filosofía o la de religión se acueste con el guapo oficial, ni aun por el aprobado, o que se vote a dedo el cambio de director, o que los alumnos insulten a los profesores o los amenacen sin ningún tipo de consecuencia educativa o penalizante, pues mucho me temo que los protas de la serie han visto demasiado sus actuaciones o vivido en otro planeta académico, donde por cierto no querría ejercer (estaría muy lejos y la rueda me saldría a pico).
En lo que sí les doy cierta razón a estos dioses moralizadores es en la ejecución de las clases. Antes la clase era invadida por una voz monopolizante y todopoderosa, la del profesor, que usaba y abusaba según su propia conciencia de todos los mecanismos a su alcance, buenos y malos, justos e injustos, desde el diálogo hasta el “porque lo digo yo” y bofetón. Hoy no se puede tratar a los educandos de forma injusta o presuntamente injusta, porque los nenes de hoy en día tienen muy claros sus derechos y lo que piensan que son sus derechos y nunca acceden si tienen la verdad o (lo que es muy peligroso) si creen que la tienen. Confiar la marcha de la clase al sentido de la justicia de un adolescente es tan arriesgado como inevitable. Porque si un docente pretende imponer lo de “cuando estés al otro lado de la mesa haces lo que quieras, de momento me obedeces a mí que sí lo estoy”, el crío hará caso o no según la fuerza de tu garganta y tu actitud, pero ya vendrán refuerzos desde casa pidiendo u exigiendo explicaciones y hasta disculpas para sus pobres lechones. Y si un padre no nos ayuda a educar, quién cojones lo va a hacer. En fin, que las clases de hoy son multiacústicas y es muy difícil dar una explicación de más de dos minutos sin que alguien hable o se exprese sobre el tema en cuestión o sobre cualquier otro, lo que importa es opinar.
Física o Química es una serie tremendamente nociva. Lo primero: Todos tenemos defectos y debilidades. También los educadores. Otra cosa es que los alumnos lo sepan. La vida oscura de cada cual ha de permanecer en la sombra. Yo siempre digo que hay que ser bueno y parecerlo. Por tanto no es aconsejable que los alumnos vean en la tele y mucho menos en la vida real profesores trepas, promiscuos, drogadictos o inmaduros. Que los hay, pero eso no hay que enseñarlo. Ya lo aprenderán. Y segundo: Todavía peor es que los espectadores se empapen de las actitudes idealizadas y distorsionadas de los narcisistas alumnos de la serie, dando por hecho que eso es lo normal, porque no lo es. No es normal que una cría se encadene a una columna pidiendo libertad para las focas, o que se pongan hasta el culo de droga y al día siguiente tan felices, o que se monten tríos imposibles, o que tomen decisiones autónomas o planeen conspiraciones amorosas tan enrevesadas. Todo esto no es la realidad, y es muy pernicioso que los volubles adolescentes identifiquen Física o química con la verdad y la habitualidad, puesto que no se parecen nada, ni siquiera tienen un parecido razonable. Las cosas no son así de extremas, ni tan diabólicas ni tan celestiales, más bien tienen mucho más tedio y costumbrismo. Porque, después de toda su rebeldía, originalidad y personalidad, en los muchachos sólo se esconden cachorrillos asustados que no saben lo que son, lo que poseen y dónde tienen que ponerse para la foto, ni siquiera en qué foto tienen que aparecer (desde luego, no es en la de series de instituto).
Un poco exageradillo, ¿no? Si no te gusta la serie no la ves y ya está.
ResponderEliminarVaya, si que te ha llegado si... Pues yo si la veo, me parece entretenida. La verdad es que en la tele no suelo buscar mucho transfondo, sino algo que me haga evadirme.
ResponderEliminarGracias por la visita. Saludaré a Miriam de tu parte y descubriré quién eres, aunque creo que me voy haciendo una idea ;P
Esta crítica está muy bien, pero hay que pensar que los adolescentes que ven la serie son capaces de ver lo estúpida y fantasiosa que es, y lo poco capaces que son los seres unineuronales que crean las tramas? diálogos? de la misma...
ResponderEliminarEs más¡¡¡ Les puede ayudar a pensar ¡¡¡No debo ser así!!!!
Es que esta serie falla en todo...no tiene desperdicio¡¡
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