domingo, 5 de abril de 2009

La connotación en el cine

Muchas personas se han preguntado alguna vez por qué las películas sacadas de un libro siempre son inferiores a su original. La adaptación cinematográfica de una novela siempre pierde calidad y el tono se desvirtúa. El lenguaje fílmico no tiene nada que ver con el literario, por eso lo que vale en papel resulta tedioso en la gran pantalla. Una descripción puede llevarte dos páginas de adjetivos, comparaciones y detalles sobre el papel, pero nunca llevará más de medio minuto en celuloide, y aún así, corre el riesgo de engañar al espectador. Una novela tarde en leerse varias horas, y rara vez se hace de un tirón. Suele costar semanas o meses. Una película, en cambio, dura entre hora y media y tres horas. Es imposible contar todo lo que se dice en el libro mediante un puñao de planos-secuencia.
En el cine no existe el nivel denotativo. Las cosas triviales y los más insignificantes detalles nunca están ahí porque sí. Siempre evocan significados secundarios (connotación). Las cosas cotidianas nunca son sólo lo que aparentan, siempre tienen un trasfondo o una conclusión a la que debe llegar el espectador usando su conocimiento del lenguaje cinematográfico. El nivel denotativo de una persona tomando una pastilla es que esa persona la toma por un catarro, dolor de cabeza o falta de vitaminas. Sin embargo nunca se mostrará en el cine, porque es un detalle ínfimo para la historia. Si aparece es porque la pastilla es otra cosa: una anfetamina, una píldora anticonceptiva o una medicina para dolencias graves. La connotación de la ingesta es que esa persona es drogadicta, no quiere quedarse embarazada o padece un mal grave o incluso terminal. Nada aparece por casualidad. Cada plano detalle sustituye al dialógo o la voz en off para introducirnos detalles claves de la trama. Algunos objetos y situaciones ya tienen una connotación muy marcada en el cine: Un cumpleaños siempre acabará en tragedia, una cuenta atrás detonará una bomba (o en americanadas, marcará el último suspiro de un partido básico para el futuro del adolescente deportista). Una llave en la cerradura siempre la mete el psicópata; un cigarrillo de carmín siempre es de la amante, nunca de la anciana vecina o de tu tía del pueblo; el amigo afroamericano del prota siempre muere (salvo en Deep Blue Sea, buen guiño); las acciones buenas siempre acaban recompensadas; el bueno sólo vence cuando ya nada se espera de él; el asesino siempre revive cuando la chica le ha dado la espalda; los niños tristes siempre guardan un secreto; cuando un secundario hace algo heroico es que va a morir fijo; el prota siempre salta cuando va a estallar la bomba.
Sin embargo a veces los directores engañan al espectador utilizando sólo las denotaciones cuando esperamos algo más. Desde hace mucho las películas de terror traen dos o tres “avisos” antes de que los pasos silenciosos sean realmente los del psicópata, descargando tensión y armando el susto cuando ya no se espera. Las comedias exhiben la escena heroica a cámara lenta y sin embargo ésta acaba de modo chapucero. En “Con Air” esperas ver al malvado asesino de niñas a punto de descuartizar a la pobre nenita, y no le hace nada en toda la peli. Incluso a veces las connotaciones son diferentes a las esperadas. En “La lista” la cañería goteante parece marcar abandono, pobreza y miseria, y sin embargo encierra significados mucho más importantes para el desenlace de la historia. En cualquier caso, en cine nada es lo que parece, y si lo fuera, sería porque esperábamos que se tratara de justo lo contrario.

8 comentarios:

  1. ¿Hay algo de lo que no hables? Mira que eres inquieto, por no decir otra cosa...

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  2. La verdad es que es muy interesante todo esto que cuentas, de alguna manera mi mayor defecto es que no aprecio esos detalles, por lo que para mí son invisibles. Ahora, si soy yo el que quiere trasmitir entonces intentaré que todo el mundo pueda reconocerlos fácilmente.

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  3. De los libros con película que más impacto me causó fue La muerte en Venecia. El libro, maravilloso; la peli, soberbia. Visconti supo captar la esencia de Mann. El escritor, premonitorio, y sin saberlo, había elaborado un texto que tenía un componente cinematográfico sólo y exclusivamente en la medida en que fuera filmado por un tipo como Visconti, genial, y un actor como Bogarde, extraordinario.

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  4. Dice el refrán que la ignorancia es atrevida, y yo soy un hombre comprometido con mi ignorancia.
    En cuanto a los detalles, yo también me salto muchos, especialmente en la vida real. Creo que va inherente al género masculino.
    Te confieso, Pierre, que no he visto (ni leído) Muerte en Venecia, pero no eres el primero que dice que se trata de una obra maestra que no tardaré en ver. En leer me costará un poco más (tengo lista de espera).
    Muchas gracias por vuestras voces.

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  5. El libro y la película para mí son obras totalmente independientes. Otra cosa es que sea una adaptación especial de otro tipo, pero la mayoría de las veces es la idea la que prima y poco más, lo cual veo muy correcto que el cine se tome sus licencias para variar, hacer, deshacer, completar o dejar inclonclusa la historia y, en el fondo, guionizar como plazca (para eso han comprado los derehos de explotación cinematográfica). La comparativa me parece un ejercicio de mera curiosidad. Hay gente, los "raritos", que una vez se leen el libro y les gusta, no quieren saber de la película. Menuda chorrada.

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  6. Tienes razón, Sx, en que es mejor tomar la idea literaria y convertirla en material de película a intentar adaptar la obra fielmente.
    Por cierto, hace poco me leí El curioso caso de Benjamin Button pero aún no he visto la película homónima, pero no es por rareza, sino por pereza.

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  7. Me leí "Ángeles y demonios" y ahora he visto la película. La verdad es que me gustaron los dos, pero el libro era mucho más trepidante y me pareció mejor. Pero es verdad que no hay necesidad en comparar libros con películas ya que no tienen nada que ver.

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