domingo, 2 de agosto de 2015

Ahora o nunca, de María Ripoll

Hay actores que corren un serio peligro: el de encasillarse. Y no hablo de un papel determinado, sino de dejar que la persona se coma al personaje y tiranice todas sus actuaciones venideras. Le ha pasado a los más grandes: Clint Eastwood, Humphrey Bogart, Marlon Brando… estrellas con tanta personalidad que su carácter ha impregnado su filmografía.
Algo parecido le ha pasado –salvando las distancias– a Dani Rovira. Nuevo tras la cámara, al menos la del celuloide, pegó el pelotazo con Ocho apellidos vascos y no se  ha recuperado del resacón, y eso que no le sirvieron garrafón precisamente. En Ahora o nunca el espectador medio esperaba más de lo mismo: humor cáustico, situaciones desternillantes y comicidad irreverente. La combinación no acaba de funcionar aquí, tal vez porque los puntazos entran tarde o no explotan con todo el confeti esperado. María Valverde arrastra durante toda la cinta una sobredosis de Mimosín que no ayuda, y los momentazos se quedan en momentitos por culpa de sacrificar la comedia a las imposturas del guión.
En términos puramente argumentales, Ahora o nunca habla de un Sí, quiero exótico, romántico, excesivo y anglosajonizado, no tanto por celebrarse en un bonito pueblo de la campiña inglesa como por el tipo de humor británico de Cuatro bodas y un funeral. Pero claro, ni Dani Rovira es Hugh Grant ni la flema inglesa es el autocomplejo hispano. Volviendo al tema, Dani Rovira y María Valverde deciden casarse allá donde empezaron a salir unos añitos antes. ¿Para qué pedir hora en la catedral de Barcelona pudiendo irse a en-a-tomar-pol-culo –perdón, a in-to-receive-in-the-asshole? Bien, pues María Valverde enfila pa’llá mientras Dani Rovira guarda y custodia –es un decir– el traje de novia que va con retraso (el vestido, no el cónyuge). Y así tenemos dos tramas: Eva y sus desventuras en Inglaterra y Álex y sus peregrinaciones hasta llegar allí. Que ni la pulga Benito.
La película está bien ejecutada, pero no llega a transmitir todo lo que debiera. Y eso que Yolanda Ramos lo clava y Jordi Sánchez ejecuta con notable acierto su personaje de Mariscos Recio de La que se avecina. Pero en general se esperaba más surrealismo, gags de digestión inmediata y giros de guión. Al final el romanticismo parece ganarle la partida a la comedia y el mensaje no acaba de calar. Tal vez en España estamos más acostumbrados al humor grueso de Torrente o al topográfico de Ocho apellidos vascos, pero la audiencia esperaba un filme mucho más autoparódico, sacrificando la moralina de los sentimientos, la amistad inquebrantable y el amor que lo puede todo por gotas de escasa calidad humorística y risa de gatillo fácil. Correcta, pero no para que duelan los músculos de la cara de tanto reírse.
En cuanto a Dani Rovira, que cambie el registro o se lea mejor el guión de sus proyectos. Aquí la película le debe mucho para lo poco que le ofrecía. Un buen drama sórdido y realista le irá bien a su inminente carrera, que algo me dice que va a ser larga. ¿Quién quiere recitar monólogos de quince minutos pudiendo llenar la pantalla durante hora y media?

3 comentarios:

  1. Comparto tu opinión en cuanto a Dani Rovira, está pisando la línea roja.
    La verdad es que no tenía interés en ver su nueva película, pero desde luego ahora tengo aún menos, vamos que ni la veré!...Jajajajaja....
    No es de mis predilectos, lo mismo que la familia León, a los que no puedo considerar actores, porque para mí, un actor que se precie puede interpretar papeles tan variados y diferentes, y tan bien, que nunca acabaría encasillado...Cuando los papeles que interpretas son básicamente a tí mismo o a tu clase social,o a lo que tú representes, sea lo que sea pero que seas tú mismo, ¿dónde está la interpretación?...Eso no es de ser actor,eso no es interpretar, eso es ser tú mismo ante las cámaras, obvio que puedes hacerlo estupendamente, pero obvio también, que no estás interpretando en el sentido que aquí toca.

    Un abrazo.

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  2. Vi 8 apellidos, me reí (mucho) pero la sorpresa y el filón parecen sobreexplotados. QUizá a partir de ahora se salve alguna escena, algún gag, pero lo difícil viene ahora, mantenerse y renovarse. difícil.

    Saludos!

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  3. Dani Rovira crecerá. Si puede hacer reir que es difícil, tambien podrá hacer llorar o hacer que pasemos miedo. Y si no, seguirá haciendo monólogos. Eso si que sabe.

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