¿Cuántas veces hemos escuchado
estos epitafios tras proféticas palabras? Más de la cuenta, seguro, y menos de
lo necesario.
Los vendedores de consejos
siempre sacan pecho a posteriori. Es fácil aconsejar a caballo ganador, sobre
una apuesta segura o siguiendo el curso de las apariencias. El noventa por
ciento de las veces, las cosas son siempre lo que parecen.
Sin embargo, queda un diez por
ciento de engañosas realidades, de fachadas de cartón piedra y de conclusiones
equivocadas. Y eso de colarse, aunque sea una de cada diez veces, pasa por
prejuzgar.
A nadie le gusta que le etiqueten
antes de tiempo. Curiosamente, es una de las primeras cosas que hacemos:
clasificamos al rival, lo cotejamos con otros y lo encasillamos donde nos sale
de las neuronas. Generalmente bien; a veces, mal (e) intencionadamente.
Ninguno podemos escapar de lo que
parecemos. Es inmanente a nosotros. Además, la culpa no es nuestra. Quien está
metiendo la pata es el prejuzgador. Todos jugamos a ser mejores de lo que
realmente somos, y esperamos que nos vean en una versión optimizada de nosotros
mismos. Pese a ello, “piensa mal y acertarás” se ha pervertido hasta ser
“piensa mal y encontrarás la maldad que buscabas en mí”. Y aquí, como decía un
amigo mío, “o no follamos ninguno o no follamos nadie”, lo que viene a ser que
todos pierden: el que valora antes de conocer se merece llevarse un buen
chasco, o tener la razón que nunca habría admitido si no hubiera prejuzgado al
elemento en tela de juicio; el sujeto a examen también se come su parte, porque
ha resultado ser tan nocivo como se decía, y ya nunca quedará claro si lo era
de serie o es que se ha rebotado de tanto mirarle mal.
La solución pasa por no hacer
juicios de antemano. Yo vengo a hacer un trabajo, no a prejuzgar a nadie. Para
eso hay gente especializada. Si menganito parece un cabrón con pintas –o tiene
pintas de cabrón, que viene a ser lo mismo– pues habrá que esperar a que
cornee. Que sí, que hay muchas posibilidades de que salgamos heridos por asta
de toro, pero en alguna de ésas puede que resulte manso y cordial. A veces
basta con no encabronar al personal para que
no te embistan. Otras te las llevas, sí, pero la vida, al fin y al cabo, son
muchas cornás. ¿Por qué no torearlas sin marcar paquete?
Ja ja ja...Tienes toda la razón!....Toda...Perdemos mucho tiempo juzgando o prejuzgando a los demás y también intentando ser mejores de lo que realmente somos, pero claro para que den una versión "optimizada" de nosotros y eso es un gran y grave error...Como de costumbre perdiendo el tiempo en naderías...
ResponderEliminarAbrazos
El problema es que cuando juzgas es muy díficil cambiar esa opinión, de tal manera que al final, aunque el juicio sea erróneo, creerás a pies juntillas que es así. ¿Cuántas personas se nos cruzan ya de entrada y jamás le quitamos la cruz?
ResponderEliminarHay imbéciles que parecen imbéciles y al final son imbéciles e imbéciles que nunca lo fueron pero nosotros les pusimos la etiqueta y al final los consideramos imbéciles...
Ay, que revoltijos mentales me hago.
¡Salud!
Puede ser... pero dónde queda el instinto de supervivencia?. En las antípodas era imprescindible para sobrevivir en el sentido más bíblico de la palabra, hoy acomodados delante del ordenador, los peligros que acechan son otros. Los sentidos se equivocan?; por supuesto, pero... realmente se puede pedir un comportamiento ejemplar a un imperfecto humano?. Podemos andar a pecho descubierto dejando ver nuestras fisuras confiando en que el que parece un tarado no lo sea?. Todos prejuzgamos y aún es más, y voy a prejuzgar, conozco a más de tres que presumen de no tener prejuicios y pueden resultar de lo más intolerantes. Los humanos somos así, llenos de aristas y contradicciones y nos encanta ganar el tiempo en naderías. A veces no hay mejor manera de ganar el tiempo que perdiéndolo. Eso sí, me estoy enganchando a leerte. Sí eres algo de lo que pareces, te diré que creo que eres un magnífico polemista y un muy buen juntaletras. Tus artículos son francamente buenos. Salu2.
ResponderEliminarYo no juzgo Dry, es mi cuerpo serrano quien lo hace y lo hace sin darse cuenta. Creo que el ser humano esta dotado de un radar que se activa por si solo y en el cual uno no interviene. Yo soy como Kitt, aquel Coche Fantástico que a una orden de aquel chico de pelo ensortijado, hacia con sus luces de puticlub, izquierda derecha, derecha, izquierda, pegándose un escaneo de puta madre. Así soy yo. Me encuentro con alguien y enseguida lo estoy escaneando y sacando mis conclusiones. Claro esta, casi siempre erróneas. O sea que con el tiempo tengo que rectificar y decir que es una bella persona y no un cabrón como yo pensaba. Joder! la de veces que me a ocurrido eso.
ResponderEliminarBuena reflexión Dry.
Abrazos
Yo no suelo juzgar a primera vista, de hecho soy de las personas que creen en los demás y que confían en el ser humano, eso sí la vida me da unas hostias descomunales por creer que todo el mundo es transparente. Torear, toreo pero alguna cornada me llevo.
ResponderEliminarUn saludo
Si dejamos de mentirnos y mentir a los demás...tal vez, sólo tal vez vayamos de frente ¡sin miedos¡, aceptando y sobre todo con valentía.
ResponderEliminarBesos fuertes ♥♥