domingo, 16 de marzo de 2014

La Bella y la Bestia, de Christophe Gans

Nueva revisión del cuento clásico, ya convertido en mito, sobre la belleza interior y el amor por encima de apariencias y prejuicios.
La versión de Gans resulta un poco gélida, no tanto por las paredes de hielo que rodean el fabuloso castillo y vastos jardines del hombre-jabalí –león en este viaje–, sino por el abuso de las técnicas digitales para recrear paisajes de ensueño, frondosos bosques hechizados y ricos colores. El resultado es correcto, pero a veces se echa en falta un poco más de realismo, de imperfección.
Los actores están bien trabajados, empezando por un Vincent Cassel bastante reconocible bajo la barba de felino, y la dulce Léa Seydoux, que da gusto sólo de admirar su hermosa fisonomía. Además, la química entre ellos funciona bien, sin grandes alardes, quizá abandonados por planos más espectaculares, confundidos con el repertorio de la semana de la moda victoriana y las aventuras instintivas del señor del castillo.
En todo caso, es de agradecer el esfuerzo de vestuario: ostentoso, mágico, suntuoso y excesivo. Al fin y al cabo, éste es un cuento de princesas, ¿no? Respecto a la faceta faunística de la Bestia, los episodios salvajes tienen una plasticidad inenarrable, con estética comicquera, abrumadora, poética, llena de matices y carne de fotograma en postales y posters varios.
Mención aparte merecen los secundarios, encabezados por un André Dussollier en el papel de padre de Bella que resulta el más creíble de todos, y un Eduardo Noriega que sustituye al Gastón de toda la vida con el personaje de Perducas, incomprensiblemente feo, descuidado, cicatrizado y ojeroso, con desagradables patillas y heredero natural del Bill Sykes de Oliver Twist. Con todo, no es la interpretación de su vida ni pasará a los anales del cine con ella.
La trama se antoja pausada, quizá en demasía, recreándose más de la cuenta en el tono poético de la producción, intentando dar empaque a la historia de amor pero olvidándose de ella en los momentos de clímax, mucho más preocupados por darle ritmo a la acción que de alimentar la llama zoofílica de la pasión.
Los dolorosos flashbacks sobre la historia de la Bestia y su caída en desgracia son quizá lo más reseñable del filme, contrastando un pasado luminoso y glorioso con un presente lóbrego y desesperanzador. Se alternan con acierto en el metraje y permiten relativizar el tiempo que necesitan secuestrador y raptada para elaborar su Estocolmo como rezan los cánones. Quizá, otra vez, se añora un poco de agonía interior, de sensación de asfixia, de profundidad emocional.
Pero nada de eso es determinante. Lo que importa es sumergirse en un mundo de cuento, con rosales mágicos y encantamientos de última hora, escupiendo maldiciones de justicia divina y recuperando tópicos para la causa. Como ya ocurrió con Alicia en el País de las Maravillas, si quieren un clásico de manual, hablen con Disney. Si creen en la criogenización, claro. Si no, alquilen la película en video. Para soñar en universos creados por ordenador, están en la sala precisa.

5 comentarios:

  1. A mi esta película me ha entretenido bastante. No con la historia, ni con los diálogos, pero si con los paisajes y sobre todo con el vestuario, que aunque un poco exagerado, me ha parecido impresionante. No me arrepiento de haberla visto.

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  2. Yo es que nunca he creído mucho en las reinvenciones, con la película de Disney me sobraba la verdad. Creo que vuelven sobre historias ya conocidas para asegurarse la taquilla, no por la necesidad real de dar otra visión.

    Salud.

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  3. Estoy contigo con eso de que actualmente se pasan con lo digital. Lo más divertido es que, no importa lo muy bien hecho que esté, siempre se sabe que es virtual. Además de que es relativamente fácil hacerlo: ordenador, diseños gráficos y a tirar millas, no hay más. Con algo que realmente esté ahí, si se hace bien el resultado final es mejor que cualquier "virtualismo".

    Todavía me acuerdo del 2º capítulo que vi del Doctor Who (serie moderna), uno en que aparecían los Daleks: me quedé flipada y encantada de que no estuviesen hechos con ordenador. Fue, de hecho, lo que más me gustó del capítulo.

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  4. Pues yo no la he visto, no me van esas pelis. Guardo el recuerdo del cuento y me vale. Lo mas parecido y lo pasábamos en grande era en el recreo del cole siendo chavales. Había uno que siempre que jugábamos él decía, "yo soy la princesita, yo soy la princesita, me cogéis, me atáis al ascensor y me azotáis. Joder le dejábamos hecho un cristo, menuda manta de tortas se llevaba. Pues ahí tienes a la princesa y los bestias, Dry. Aquello si que no era virtual, era puro realismo.

    Abrazos Dry, buen análisis de la peli, si señor!!

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  5. No la he visto, no me atrae, los temas de las princesas y demás siempre me echan para atrás...

    Un abrazo Drywater

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