miércoles, 24 de abril de 2013

Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas (1/3)

Introducción
Las aventuras de D’Artagnan y sus colegas de espada alcanzaron la inmortalidad hace tiempo, pero si la perdurabilidad fuera graduable Los tres mosqueteros se harían más eternos con cada reactualización de sus mitos. Dan buena cuenta de ello las sucesivas películas basadas en las novelas de Dumas, si bien a menudo que avanza la trama el espíritu argumental se va diluyendo en los filmes. La fidelidad es máxima al comienzo del primer libro, pero las secuelas que completan la trilogía literaria pocas veces han sido llevadas a la pantalla grande.

La acción
En todo caso, la mayoría de las versiones fílmicas de Los tres mosqueteros conservan el argumento original con ciertas licencias, pero reflejando bien algunos aspectos primordiales de la obra de Dumas. D’Artagnan es  efectivamente un consumado espadachín, y no hay en el libro ninguno que le supere, ni tan siquiera que le haga sombra blandiendo el acero. Pese a ello, los duelos del gascón se hallan mal racionados en la trama, abundando al principio, sobreviviendo en medio y escaseando al final. El triple duelo con Athos, Porthos y Aramis, además de confesarnos las debilidades o pecados de los tres mosqueteros –a saber, el orgullo, la apariencia y la lujuria, respectivamente–, nunca llega a producirse. Afortunadamente la guardia del cardenal Richelieu impide siquiera el primer choque de espadas. Afortunadamente porque de otro modo D’Artagnan hubiera matado a Athos a las primeras de cambio, entre otras cosas porque el segundo arrastraba entonces una dolorosa herida en un brazo.
En otros enfrentamientos D’Artagnan demuestra su arrojo pero también su clemencia perdonando la vida a varios de sus contrincantes, permitiéndole incluso su generosidad ganar para la causa la gratitud de algunos de ellos, como Lord de Winter. Sin embargo, el enfrentamiento más esperado, aplazado durante 1500 páginas tras varios encontronazos con el hombre de Meung, esbirro del cardenal, aliado de Milady y Conde de Rochefort, y que de algún modo sostiene la intriga del libro y la esperanza de vengativa revancha, no ocurre en la narración. Sólo se comenta en el epílogo. No es de extrañar que en las películas Rochefort ocupe un lugar mucho más preponderante como villano oficial y clímax definitivo de la acción.

Argumento
Los tres mosqueteros es un Bildungsroman o novela de aprendizaje, y eso se aprecia muy acertadamente en el inicio. D’Artagnan es un provinciano que llega a París con una pericia prodigiosa como espadachín, pero carente de malicia, experiencia o contactos. Conseguirá, en tiempo record, gracias a su valor y cierta inconsciencia, granjearse las amistades de los inseparables, el afecto paternal de Treville, la gracia de la Reina, la admiración de Richelieu, la simpatía de Buckingham y la animadversión de Milady. Poco a poco escala posiciones en la sociedad: primero es una paleto de pueblo, echado pa’lante y un poco chulo, y su devenir refleja como pocos la desubicación del provinciano en la gran urbe. Después consigue el favor del Señor de Treville y entra en el cuerpo de cadetes, donde permanece casi toda la novela. Casi al final asciende a mosquetero y sus postreras hazañas le valen el título de teniente de la guardia del rey con sólo veinte años.

La sociedad
Otro de las hechos que clasifican la obra en novela de aprendizaje o de transición a la vida adulta es la posición social de los mosqueteros. Se trata de señores que mantienen criados y que deben mantener un estatus. Ninguno de los cuatro, sin embargo, tienen ingresos declarados suficientes para soportar su nivel de vida. Es por ello que deben gestionar su fuente de ingresos pinchando maleantes, haciendo favores a la realeza y sobre todo, “trabajándose” a viudas y esposas insatisfechas. En ese sentido la novela desprende un tono manifiestamente machista. Las mujeres no son conquistadas por amor, sino por intereses económicos y amatorios, a excepción hecha de D’Artagnan y su querida Constance Bonacieux, cuyo romance arrastra mucha más pasión que monedas. Su contrapunto es el hecho de que los mosqueteros aparezcan como hombres jóvenes y necesitados de peculio, dispuestos a ceder su amor y prestaciones a cambio de solvencia económica. En este sentido se prostituyen alevosamente, especialmente Porthos y Aramis.

Los criados
Parte de ese nivel de vida viene impuesto por la necesidad de mantener cada uno de los cuatro amigos un lacayo, quienes además resultarán de vital importancia en el transcurso de los acontecimientos. Panchet, Bazin, Mousqueton y Grimaud serán una extensión de sus amos, desarrollando las mismas virtudes y ambiciones que ellos. Así, Planchet, siervo de D’Artagnan y único clásico en las versiones animadas, es valiente e inteligente. Grimaud resulta discreto y silencioso como Athos, y ambos se comunican casi sin hablar. Bazin quiere, como Aramis, obtener un puesto religioso, y Mousqueton es tan simple y mundano como su señor Porthos.

3 comentarios:

  1. Una fantástica obra para conmemorar la semana del Día dle libro ;)

    Hablando de lo cual, tengo un "Nuevo hijo" entre mis manos ya, Dry, de momento sólo versiones digitales (En breve también física):

    http://www.librosenred.com/libros/mentesjuvenileslageneraciondel15m.html

    Lo he publicado también en mi viejo blog:

    http://ununiversitariocualquiera.blogspot.com.es/

    ¡Espero que os guste!

    Manu.

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  2. Me gusta la reseña pero no estoy de acuerdo con que ninguno le hace sombra como espadachín a D'Artagnan. Si bien coincido con que Athos hubiera muerto en ese primer duelo por su herida, cuando por fin se baten en "Veinte años después", D'Artagnan no logra que retroceda siquiera un paso. ¡Y eso es veinte años más tarde!

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