![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHwaDMyvKMQGjdHKttS8Zn3VKZP8q5NBkLq6w-tkK3O_ZuCMG-gIShyLMG6-Wc0ZshDaO1VijFapao54FupH97zAxZgSg0tukj9-FJOK0LMW4wHnClaT_cjtn7CqE1UYBEAuNoPybiNKTr/s1600/pyw.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_X7mWoBYufq3IkWOFY9haxMSVfezvGljnZDKh8Zwsk58atpKZTwqSj0sNv0YrbuHaQD7Admw9i_3COpLeAmZDA-Vy2OZPY_M6pUDNtFdW3T26bxLNxIip2PQutkI6pqs7dwQbHw6_WC93/s200/rrmm.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTLTMVHER5fmEtxZ3PRC7g0yKHf23gylpuWX2nKyDQpqntivmRJLelWoxgnqCv1q87cO60m2frvKi3nPXRao59eqjPZ_5C3FrVPVqxeXjJihQOZ_zOt-o6kzUbeSxv8mVZ5WLZS-1NubfR/s1600/dd.jpg)
¿Puedes enamorarte de alguien por
su nombre? Yo creo que no, pero desde luego perjudica o ayuda. Cuando conoces a
una persona y sopesas si te compensa o no iniciar o continuar una relación con
ella, nimiedades como si su apelativo te gusta o te desagrada pueden inclinar
una balanza dubitativa. Del mismo modo, son miles las madres –porque
admitámoslo, los nombres los ponen siempre las parturientas–
que descartan usar
en sus retoños ciertos apodos porque sus amigas ya lo han usado, la bruja del
trabajo se llama así o la rival del colegio ya les hizo aborrecer esa
denominación. Pues mal hecho. Si un nombre te gusta, lo usas y punto. Poco
importa que Sabrina fuera tetona o que “Hasta luego” precediera a Lucas. Si
eliminamos todos los pseudónimos que asociamos a circunstancias desagradables,
cómicas o reiterativas, llegará un momento en que tendremos que llamar a
nuestro hijo invitado 45617.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ_V-BddEc5lzSqhQWcYWdegfFa7GFAYqZ-QbUrGsUtIbW9t6PaTXrsfiWgYTJOiiLyBsVm2atH02VB-TPXB6enUDRf0eGqlZvXDEfYGxTpmOiHVLDQskXqlAKDXzfq-CxdowFM_WOQKxy/s1600/bby.jpg)
El mundo está empeñado en
catalogar seres vivos y objetos inertes.
Todo está clasificado, tipificado y
estructurado. Existir sin nombre es casi una quimera inalcanzable. No podemos
referirnos a algo que no se llama de ninguna manera. Y sin embargo, algunos de
los mejores personajes westernianos de Clint Eastwood eran Predicador, Socio,
Rubio o Manco. Vaqueros sin identidad; misteriosos, desconocidos y
apocalípticos. No tener apelativo es un signo inequívoco de soledad, de pasado
oscuro, de enigma inconcluso. No es crucial poseer alias, pero si a nadie le
importa significa que uno está muerto en vida. O peor, de facto.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNQYkZp5_XEgNl2z2iqKHEW4YkallH9yEwGHOymGlyqAQMTU6xRbVygQPdDKlY7JXP6QTvMyY4UcJzDXjUJJoUUgwl4I067z__0NmShiTbbzIGndwI5tF1ktrA2hIW5cb0DnBrH0K9WiEG/s1600/cc+fair.jpg)
Importa si nosotros queremos darle importancia.
ResponderEliminarUn abrazo Drywater
Supongo que al apelativo te lo ponen o bien cuando te tienen cierto aprecio o bien cuando te odian a muerte. Quizás esas sean los dos únicas formas de trascender, pasar desapercibido es siempre sinónimo de olvido.
ResponderEliminarAbrazos.
Es algo que es profundamente tuyo, pero que es usado por los demás como le viene en gana...y no soy nominalista, así que no importa demasiado. Pero que no me lo manoseen...
ResponderEliminar