domingo, 11 de noviembre de 2012

Vuelve el héroe (1/2)

Y si apareciera acompañado de una exuberante comitiva de secundarios costaría identificarlo. ¿Qué es un héroe? ¿Qué caprichosos parámetros lo etiquetan, ensalzan o mitifican? ¿Se puede ser el héroe de algo, el adalid de una corriente, el arquetipo de un minúsculo subapartado vital de dudosa importancia cósmica? ¿Qué separa a los líderes de los gregarios?
El concepto heroico varía mucho de un lugar a otro. Depende del campo de estudio, del medio, del género cinematográfico, del momento histórico. Uno de los más estereotipados es el héroe económico: origen humilde, condiciones extremas, voluntad férrea y mucha imaginación acompañada de una pizca de suerte y otra de audacia. El protagonista se hace a sí mismo, surge de la nada y funda un imperio. Sus méritos, con todo, suelen repercutir sólo en sí mismos.
El héroe por antonomasia es el conquistador romántico. El amor es una enfermedad que todos sufrimos o hemos creído padecer al menos una vez en la vida. Su alcance es infinito, y ataca sin contemplaciones igual a púberes que a venerables ancianos. Nunca es igual, pero siempre mantiene ciertas similitudes. Las conquistas sentimentales son lo más cerca que estaremos todos de asemejarnos al arquetipo heroico, de consolidar el mito que se repite y reinventa cíclicamente. No es de extrañar que un buen número de películas americanas estén ubicadas en institutos de secundaria y protagonizadas por adolescentes afectados por la inoperancia hormonal y el bautismo genital. Los sujetos intentan arrimar la cebolleta a todo lo que encuentran como rito ineludible de transición a la vida adulta. Lo mismo podrían cazar tigres con una lanza en taparrabos, pero les ha dado por mojar el churro con unas pavas tan atemorizadas de crecer como ellos. No es de extrañar que el mito degenere hasta el ridículo. Sólo así se explica que el baile de graduación sea la meta última de cuatro o seis años de búsqueda del saber. Y que no se pueda follar por vez primera si no te han invitado al evento me parece más cruel que prohibirte el acceso a la discoteca por llevar zapatillas. El que no va al dichoso baile, ¿qué hace? ¿Es virgen el resto de su aciaga existencia? ¿No hay manera de acabar con estos vomitivos tópicos? ¿No podría venir Sissy “Carrie” Spacek y pasear su telequinesia destructiva y tanática por los centros educativos de Norteamérica, llenitos todos de miserias púberes y excesos adolescentes?
Otro de los paradigmas de heroicidad es la supremacía deportiva. Ya desde la capitana de animadoras del equipo de béisbol y el quarterback de turno, la competitividad se propaga hasta el deporte de élite. Luego pasa lo que pasa, que viene Cristiano Ronaldo, Fernando Alonso o Tiger Woods y los idolatramos como a dioses. Ser un héroe deportivo es una de las cosas que menos valor me inspiran. Harán cosas que los demás no podemos, serán los mejores en su trabajo, constituirán un claro referente para seres inmaduros, pero para mí no tiene demasiado mérito. Desafortunadamente, los que son de aplaudir no salen en la tele.

8 comentarios:

  1. No, no salen en la tele pero, a veces, escriben blogs ;) Ya ves, hay entradas que tienen superpoderes, ideas que vuelan, palabras inmortales y conceptos de una fortaleza inquebrantable. Quizás haya que desarrollar más la supervisión y dejar de ser invisibles ;) Un abrazo enorme!!!
    Tus divagaciones siempre me arancan una sonrisa...o más. Un beso ultra sónico!!!

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  2. Ciertamente y desafortunadamente Drywater, buen texto, buena crítica, grandes verdades como fantásticos puños certeros e innegables.
    Un abrazo

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  3. Hola Dry! Gracias por pasarte por mi blog :)

    Sobre tu debate, creo que los héroes de verdad son aquellos seres anónimos que están todos los días luchando por los más desfavorecidos o tendiendo una mano a aquellos que lo necesitan de alguna manera sin pedir nada a cambio y sin fines lucrativos, sólo para alcanzar metas meramente humanas. Porque los hay que con recibir un buen gesto de cariño, una sonrisa o una mirada de agradecimiento, ya se sienten héroes. Y eso es lo más importante.

    Un abrazo!

    Manu.

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  4. Al principio pensé que iba a ser una crítica al cine. Coincido con usted, existen héroes de verdad que ayudan realmente a otros sin recibir nada a cambio, ni siquiera mérito por ello. A veces ni las gracias.

    Me encanta la forma en la que te expresas, mi meta sigue siendo llegar a tener una narrativa parecida a la tuya. Aún me queda mucho.

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  5. "Los que son de aplaudir no salen en la tele" s desolador, pero casi cierto. El casi me lo reservo para la esperanza....necesitamos modelos que imitar.

    Un abrazo :)

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  6. Ser deportista de élite suele tener su mérito, lleva muchísimo trabajo detrás... aunque yo no me sentiría muy orgulloso si luego apenas fuese capaz de deletrear mi propio nombre o sumar dos más dos.

    Me he reído mucho con tu comentario a las películas de institutos, la verdad es que lo has clavado! XD. Aquí en España no es tan común lo del baile de graduación, y no se le da tanta importancia. Si viniese un norteamericano ¿qué haría? Seguramente estaría totalmente perdido...

    Un abrazo!

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  7. Como por ejemplo aquel hombre que participó en un IronMan junto a su hijo minúsvalido y la terminó...¿Cuántas veces has visto que lo pongan como ejemplo? Los héroes siempre han estado esterotipados, y Hollywood siempre nos ha vendido un tipo de héroe que probablemente se aleja mucho del héroe real, con las hormonas disparadas, los músculos revienta trajes y la testosterona fluyendo por cada poro.

    Es gracioso darse cuenta de que todos estos héroes de pega encajan en unos mismos patrones, ¿Se lo exigirán para sacarse el carnet de héroe? jajaja

    Abrazos.

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  8. No creo que diga nada nuevo cuando los verdaderos héroes son gente anónima y mas hoy en día con los tiempos que corren. Ser un Cristiano Ronaldo o cualquiera de esos que aparecen en portadas de revistas, yo no creo que tenga merito. Tengo la impresión cuando los veo que son como de cartón piedra, que no viven en el mundo actual y que los engañan miserablemente y lo peor es que se dejan engañar.
    Abrazos Dry, un placer.

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