domingo, 18 de marzo de 2012

Chronicle de Josh Trank

Cuando una historia se sumerge en el ficticio mundo de los superpoderes, siempre lo hace desde una perspectiva teen, aniñada e infantil, donde las proezas imposibles oscurecen cualquier otra dimensión, incluida la cotidiana.
Eso no ocurre en Chronicle. Por una vez, la asombrosa e inverosímil captación accidental de habilidades sobrehumanas no desemboca en superhéroes de calzones rojos o cuero ajustado con los pectorales a reventar. Aquí los excesos se pagan. Y tener mil veces más capacidad para el abuso lúdico y hedonista supone un suicidio mental y emocional.
Los protagonistas del filme son tres jóvenes de características muy dispares, que bien podrían ser proyecciones avanzadas de un mismo sujeto en sus tres variantes: el individuo que es retraído, tímido y de entorno familiar problemático; el chaval centrado, responsable y equilibrado; y el ganador nato, de gran atractivo personal y sobrada aceptación social. La relación entre ellos es inexistente o esporádica, y sólo la necesidad los unirá en un descubrimiento fatal, a la postre la circunstancia excepcional que los hará “diferentes”.
El ritmo es lento, detallista, de gran realismo. En Chronicle los protagonistas vuelan y practican la telekinesia, pero no pierden el tiempo salvando gatitos encaramados en un árbol. En lugar de eso prefieren sentir algo increíble, e intentar asimilarlo. No todos encajaran sus nuevas facultades con la misma madurez. Steve, el afroamericano triunfador, disfruta de sus recientemente adquiridas habilidades; Matt, el muchacho sensato, intentará cohesionar su antigua realidad con la nueva estableciendo normas de coherencia para todos; pero Andrew, el chico retraído, largamente ignorado y con ramalazos psicóticos no sabrá asimilar su nuevo poder, haciendo un uso vehemente y desmedido del mismo.
La película recuerda terriblemente a Carrie. Al igual que aquella, este largo también tiene como protagonista a un adolescente con facultades telekinéticas, de nula aceptación en su entorno, marginado y abusado por todos. Y como en Carrie, los caminos para gestionar la trama son el terror y la venganza. No es de extrañar que Andrew se camufle tras la cámara de video. Eso le permite convertirse en espectador y cronista de la vida de otros, evitando así tener que vivir la suya propia. Cuando domina sus poderes ya no asirá la cámara. Ésta flotará etérea y en filmación continua de todo lo relevante en la historia. De este modo el director Josh Trank utilizar recursos de narración poco investigados: todo lo que ve el espectador, al más puro estilo documental de El proyecto de la bruja de Blair, es lo que graban las videocámaras –del protagonista, de la gasolinera, las de seguridad en los edificios, etc–. El experimento acaba cansando un poco, pero en general se sostiene con dignidad y un estilo muy personal de contar la historia.
Trank abusa también, aunque levemente, de los efectos de sonido, excesivamente audibles en ocasiones, y de la recreación en las imágenes impactantes. Sin duda dan empaque al producto, pero a veces dejan en el espectador un poco de mal cuerpo y cierto regusto amargo.
Otros momentos sí están impregnados de la magia onírica de sentirse todopoderoso. La escena en la que los tres amigos vuelan entre las nubes es absolutamente memorable. Mantiene el poso realista de la película pero convence al espectador de que surcar los cielos debe ser efectivamente maravilloso. Con todo, el ritmo avisa de que algo va a pasar, y que sólo puede ser malo.
En conjunto la obra está bien acabada, aunque deja algunos interrogantes. No sabemos qué era lo que otorgó los poderes a los adolescentes. Tampoco se entiende que la policía acordone la zona cero y no vuelva a saberse nada de ella, ni los investiguen, interroguen o vigilen. También es una incógnita quién era más poderoso de los tres, porque en diferentes momentos uno predomina sobre los otros. La moraleja final, en cambio, no deja lugar a dudas: un gran poder conlleva una gran responsabilidad (que me perdone Spiderman por tan burdo plagio). Pero jamás deberían repartirse armas de fuego a los desequilibrados. Mucho menos superpoderes.

4 comentarios:

  1. Tengo ganas de verla aunque últimamente entre series com Heroes, Misfists, Alphas y alguna cosa más, lo de los superpoderes aparecidos de repente en chicos resulta excesivo.

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  2. Tiene buena pinta. Los superhéroes parecen una buena forma de investigar al ser humano...y sus debilidades y fortalezas. Gracias :)

    ¡Un abrazo!

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  3. Kaixo Dry. Recuerdo de peque que me encantaban este tipo de cine y cuando veía una peli de héroes voladores, al salir iba a toda hostia por el paseo de la Concha como intentando coger vuelo, como si llevara una capa voladora. Serán los años, pero ahora como que ya no me gustan, creo que hasta con una buena capa me la pegaría. Lo mio ya no es de héroes. Reconozco que se pasa el rato y tienen muchos seguidores.

    Abrazos Dry...

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