
El fracaso es un balazo sin desenfundar,
un espadazo en el corazón sin haber desenvainado,
una corná en la femoral y el toro era de fuego.
Fracasar es fallar y revolcarse en la desolación,
mearse en la entrepierna salpicando el zapato,
escupir flemas hacia el cielo y tragarlas hasta el esternón.

que por muchas lengüetadas que le des nunca se suelta;
es llegar tarde al tren y cogerlo al vuelo
mientras dicen por megafonía:
“Próxima estación: fracaso. Fin de trayecto.”
Fallar es ser vampiro presumido ante al espejo,
español en Eurovisión, cerilla en el mar,
caballo cojo, bastón de papel.
Fracasar es adelantar a todos
hasta que notas que vas en sentido contrario,
es hacer auto-stop hasta que te recogen,
te violan y arrojan al descampado.

a paella con arena, donut de ayer, a “sólo como amigos”;
repite como un empacho de esperanzas mal vomitadas
de tan poco masticar mientras deglutías;
perfora el hígado con su salsa de irremediabilidad,
ulcera el estómago entre estertores de perdedores,
y eructas derrota, tristeza, humillación, estancamiento, ruina,
abandono, vergüenza, dolor y conmiseración.
Entonces desaparece el hambre.

y de garrafa; a palo seco; sin hielos;
sin babas de la chica que te gustaba
y a la que nunca te atreviste a decírselo.
Ya no escuchas los aplausos, no sientes las palmadas;
no percibes las sonrisas; no buscas los ojos cómplices;
no encuentras las respuestas.
Tal vez el fracaso era
que nunca hiciste las preguntas.
Echaste un pulso a la vida
y era con la otra mano;

y miraban otro strip-tease.
Pintaste tu mejor autorretrato
y lo alabaron como caricatura.
Te superaste mil veces a ti mismo
Y nadie apreció la diferencia.
Fracasar es llorar hacia dentro
e inundarse el alma,
naufragar de pena,
atisbar un barco, gritar al viento
pedir auxilio al mundo
mientras el mundo te observa con la ventanilla cerrada

y no le incomodes la conciencia.
Fracasar es llevar siempre el paraguas en el bolso,
menos el día del aguacero,
rebozar hielos en aceite hirviendo,
cambiar de marcha sin pisar el embrague;
amar a alguien y no ser correspondido
hasta el día que la olvidas.
Eso es el fracaso: apostar todo al rojo
y ser daltónico;
dejar de fumar y caer en las drogas;

empeñarse en ser infeliz,
llorar de pena una victoria,
hundirse por el éxito contiguo
sólo porque el tuyo nunca lo acariciaste.
El fracaso consiste en sentirse más dejado,
derrotado, humillado y jodido que los demás
sin llegar nunca a sospechar que el fracaso de los otros
era más amargo, cruel y desesperante que el tuyo propio.